El periodista Mauricio Weibel realizó un reportaje de investigación sobre los fraudes cometidos por personal del Ejército, que robó fondos correspondientes a la ley reservada del cobre para su uso personal.
Cuando el Ejército se enteró de la investigación periodística, el general Ricardo Martínez, actualmente comandante en jefe de la institución, ordenó a la Dirección de Inteligencia del Ejército, la Dine (no Dina), una operación de espionaje en contra del periodista, según denunció el diario La Tercera.
No fue el único espionaje, según el diario. También se espió a oficiales que denunciaron irregularidades en el Ejército.
La publicación de La Tercera causó tal escándalo, que una comisión de la Cámara de Diputados inició una investigación, que incluyó, la semana pasada, una visita de los diputados a la sede de la Dine, donde el comandante en jefe del Ejército y otros oficiales y el Subsecretario de Defensa, recibieron a los parlamentarios.
En la reunión, que duró varias horas, incluyendo un buen almuerzo entre militares y diputados, los uniformados confirmaron que habían espiado al periodista y a cuatro militares, pero que todo era muy legal, porque el espionaje había sido autorizado por el integrante de la Corte de Apelaciones de Santiago Juan Poblete.
El diputado socialista Raúl Leiva, al término de la reunión, dijo que ésta había sido muy buena y que se iban conformes con la información recibida.
Ahora la comisión seguirá sesionando para decidir si el espionaje se ajustó a la ley.
El espionaje del Ejército a un periodista, porque investigó un fraude de los militares, trae recuerdos del Chile del año 73 y adelante, durante la dictadura de las Fuerzas Armadas.
En esa época no solo hubo espionaje, sino otras atrocidades bien documentadas que todavía hoy causan horror.
También en ese período se explicaba que todos esos atropellos eran legales. Era la época en que los tribunales de justicia le decían okey a todo lo que hacían los militares.
Qué bueno que los diputados se hayan ido conformes después de su reunión-almuerzo con los superiores del Ejército y lo más probable que ahora descubran que el espionaje fue dentro de la ley.
Pero quienes no somos militares, ni diputados, ni jueces, nos preguntamos si leyes que autorizan el espionaje a civiles o periodistas deben existir y si este caso de espionaje es una advertencia para que los periodistas no investiguen las marrullerías de los poderosos.