Toda mi familia (padres, hermanos y hermanas, hijas, sobrinos y sus descendientes) viven desde hace muchos años en Montreal Canadá.
Yo, decidí quedarme en Chile para cumplir a cabalidad un compromiso tomado hace muchos años con la clase trabajadora de la que soy parte desde mi gremio, el gastronómico hotelero.
En el mes de mayo de este año los primeros de la familia que emigraron cumplieron 40 años viviendo afuera y ciertamente no volverán.
Al contrario de muchos, he tenido la suerte de verlos con periodicidad desde que tengo la pensión Valech, ya que puedo viajar al menos cada 2 años y empaparme del cariño familiar que siempre se añora.
No es difícil, a estas alturas del partido, explicar la tozudez de quedarse en Chile. Y es que a pesar de todas las amarguras y sinsabores que se viven en este ejercicio de trabajar por la clase con independencia y autonomía, cada día de estos más de 40 años de acción, ha estado jalonado con algún detalle que enriquece el alma y deja claro que hay que jugársela toda por aquello en lo que se cree.
Y eso compensa las perdidas de la lejanía.
2.- Y cuando las certezas se debilitan, no hay mejor estímulo que constatar que si hay perseverancia y convicción el trabajo permanente entrega frutos.
Felices de recibir en nuestra organización a los sindicatos Hotel W. de Santiago con 84 socios y al sindicato FIDE XII que cuenta con 58 socios y radica en Punta Arenas.
Si a esto unimos el apoyo que estamos dando al sindicato Mundo Pacifico que está negociando con 185 trabajadores y al grupo de compañeros que nos visitó a fines de mayo para preparar un estatuto, pues se han resuelto a constituir sindicato en la empresa donde prestan servicios, no podemos sino sentirnos gratificados. Quiero a los míos y sin duda hubiera sido feliz envejeciendo junto a ellos, pero vivimos en países distintos y seguro que todos daremos lo mejor de nosotros por ver cumplidos nuestros sueños.
Ya veremos lo que viene después.