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UNIVERSIDAD DE MAGALLANES INCUBA LA PROXIMA GENERACION DE ARQUEOLOGAS AUSTRALES

El Instituto de la Patagonia de la Universidad de Magallanes (UMAG) resguarda gran parte del patrimonio arqueológico de la región. Este da cuenta de la evolución en los modos de vida de las sociedades que habitaron la zona costera los últimos ocho mil años. Una amplia ventana de espacio y tiempo por investigar. La arqueología, como todas las disciplinas de la ciencia, además de hacer investigación, tiene dentro de sus tareas la formación de la próxima generación de investigadores. Por ello, la Dra. Jimena Torres Elgueta, con el financiamiento de ANID a través del Proyecto Fondecyt 11200969, incorporó en su equipo a tres jóvenes promesas de la arqueología, para que vivieran una experiencia tanto en terreno como en laboratorio, y de esta manera contribuir a que las nuevas generaciones salgan del aula académica a desarrollar investigaciones desde el territorio, para robustecer la masa crítica de expertos en estas materias.

Aunque no habían trabajado juntas en terreno antes, durante la expedición científica interdisciplinaria 8K Fuego Patagonia 一realizada recientemente en el marco del Proyecto ANID PAI 77180002 liderado por la paleoecóloga Claudia A. Mansilla一 las profesionales se desplegaron como si fueran un equipo consagrado. Al respecto, la Dra. Torres, especialista en arqueología costera, comenta “Desde mi punto de vista es sumamente importante involucrar a estudiantes y jóvenes investigadores o investigadoras en las actividades y en el estudio en terreno porque entregan otros enfoques y otras perspectivas. Además ellos también ponen en práctica los conocimientos que han aprendido como más en teoría en la misma aula académica y tienen la experiencia de trabajar en el territorio que es lo más importante”.

Egresada de la Universidad de Chile, hoy integrante del Instituto de la Patagonia, Gabriela Correa Saiter (26) afina su mirada en el ámbito de la zooarqueología. A partir de pequeños fragmentos de hueso, en los sitios enlodados, a ojo inexperto resultan irreconocibles de piedras o ramas, pero ella identifica animales marinos o terrestres con gran facilidad. Gabriela señala ‘’hasta ahora había estado trabajando con huesos de animales que están listos para su análisis, limpios y embolsados. Esta expedición fue enriquecedora porque me permitió aprender y ser parte de todo el proceso previo al laboratorio, ver como se encuentran depositados los huesos. Estando en esos lugares, te permites imaginar el contexto en el que vivieron esos animales e interactuaron con los grupos humanos que ocuparon aquellos espacios. Además, pude conocer paisajes maravillosos y ser parte de un equipo que, sin haber trabajado juntas antes, funcionamos muy bien’’.

Por otra parte, Catalina Cantarero Lemus (24) la integrante más joven del equipo, quien egresó de la Universidad de Chile pero que ya en séptimo básico había decidido ser arqueóloga, se proyecta a sí misma como experta en arqueomalacología, es decir, el estudio de las diversidad de moluscos que configuran los conchales arqueológicos. Catalina indica que “esta investigación permite comprobar y evidenciar los cambios en los modos de subsistencia de los grupos humanos que habitaron este lugar, y al mismo tiempo como el paisaje costero ha ido cambiando a lo largo del tiempo. Por ejemplo, algunos de los moluscos encontrados dan cuenta que hace aproximadamente dos mil años el buceo debió ser parte de las prácticas cotidianas para alimentación. Gracias a esta expedición y al equipo que la conformó me dan más ganas de conocer en profundidad la zona, la diversidad de fauna del estrecho de Magallanes y en general la zona austral. Después de terminar mi tesis, me gustaría seguir estudiando y profundizar en el estudio de tan íntima vinculación de humanos y ambiente, por ejemplo a través del estudio de isótopos”. 

Finalmente, Isidora Araneda Bonvallet (28), arqueóloga titulada en la Universidad Alberto Hurtado, puliendo su experticia en el estudio de la tecnología lítica, es decir, los diversos artefactos confeccionados en piedra que pudieron ser utilizados para la manipulación de los recursos disponibles y su interacción con el medio. Isidora manifiesta “mi interés es por los grupos cazadores recolectores tardíos del territorio patagónico, los que habitaron Tierra de Fuego y los mares interiores de Magallanes durante los últimos 1.500 años antes del presente (a.p.), específicamente el estudio de la obsidiana verde, materia prima dentro de estos contextos. Me interesa profundizar en la relación de las personas con las rocas, de qué manera las involucraron a sus prácticas sociales, cómo las usaban en sus actividades cotidianas. Participar en este proyecto, además de ser un desafío importante, profesional y personal, me permite ampliar mi conocimiento y perspectiva sobre el territorio y la vida de cazadores recolectores patagónicos”.

Arqueólogas y egresadas juntas, engrosan las filas de manos y ojos entrenados para detectar sitios de habitación ancestral, excavar metódicamente, colectar y estudiar las muestras, así como comunicar sus hallazgos. Inspiradas en sus profesoras del colegio o de la universidad, así como en otras investigadoras o familiares cercanas, estas mujeres dedican sus esfuerzos a enlazar todos los elementos que encuentran en las excavaciones arqueológicas con el medioambiente circundante. Cada vértebra de pez rescatada de un conchal, cada piedra labrada como herramienta, se traducen en la reconstrucción de un paisaje cultural, y la diversidad de alimentos y recursos