Amigos y amigas, esta semana estuvo nuevamente marcada por los temas económicos. El FMI alertó que la economía en Chile sólo crecería 2,1% este año, cifra que contrasta con el 11,7% del año 2021. Cifra engañosa, ya que fue alcanzada gracias a una explosión de gasto público, nunca antes visto en Chile. Recordemos que, a los retiros multimillonarios de los fondos de pensiones, se sumó, los IFE otorgados de manera universal por el gobierno de Piñera, en la misma época. La combinación de ambas inyecciones de circulante, y la escalada de consumo privado, gatilló la inflación que hoy estamos sufriendo. No obstante, el precario crecimiento proyectado, el FMI, alabó la gestión de las autoridades de gobierno de Chile, por el bajo índice de deuda pública, por el nivel de reservas internacionales y por la liquidez de las líneas de divisas. Asimismo, el Fondo, destacó las medidas adoptadas por el Banco Central, para contener la inflación. Lamentablemente fue poco destacado en los medios nacionales, pero el FMI, encontró “notable”, el desempeño fiscal de nuestras autoridades durante 2022. Donde se relevó en especial, los esfuerzos para reasignar recursos en apoyo de sectores más vulnerables, para mitigar las alzas de precios, subsidio al empleo y transferencias a hogares.
El escenario de bajo crecimiento económico, pone en alerta al gobierno del presidente Boric. El avance de su agenda legislativa, estará condicionada por la falta de mayorías parlamentarias, proclives a la agenda progresista. La búsqueda de acuerdos lo suficientemente amplios, para avanzar con los proyectos emblemáticos del gobierno, reforma tributaria y reforma de pensiones, chocan con los pruritos ideológicos existentes en ambos lados de la vereda. Es imperioso para romper el virtual estancamiento económico, el allegar ideas nuevas, el generar discusión en torno a la economía, al problema económico, y sus posibles soluciones. En ese sentido, se entiende y felicita, la invitación de universidades locales, a economistas como Joseph Stiglitz y Mariana Mazzucato, que han realizado conferencias, y dado entrevistas por estos días. En particular, y porque vengo comentando hace varios años sobre su trabajo, destaco en particular la conferencia que realizó Mariana Mazzucato en la escuela de negocios de la Universidad de Chile. El decano de la facultad, José “Pepo” De Gregorio, que no es ningún frente-amplista, valoró los planteamientos de la economista, precisamente por lo necesitados que estamos en Chile de incorporar nuevas ideas al debate. Lo que Mazzucato plantea que el estado debe estar orientado “a la misión”, es decir, que el estado no debe sólo atender a los intereses de los grupos o sectores que llegan con sus demandas, sino que se debe generar valor para toda la sociedad. Señala como ejemplo, que, en la pandemia global, la misión no era comprar vacunas, sino vacunar a todo el mundo. Que fue básicamente la misión que adoptó la OMS en su programa “Salud para todos”. El problema de la baja productividad y de la vulnerabilidad social en Latinoamérica, no es sólo una falla de la gestión pública, sino también de la privada. El bien público es un objetivo, que requiere para lograrlo una gobernanza de la inteligencia colectiva. Para esto, no se requiere que el estado sea grande, sino que un estado estratégico, que se anticipe y haga inversiones, para crear o desarrollar mercados, antes que el sector privado esté interesado. Mariana Mazzucato da como ejemplo, de este estado emprendedor, que se anticipa, el desarrollo del algoritmo de google, el desarrollo de Apple, la creación de la internet, y del GPS. Todas estas iniciativas contaron con un fuerte subsidio estatal, lo que permitió el desarrollo posterior de una industria, de productos y de servicios privados de alcances globales. El “estado emprendedor “, que plantea Mazzucato, está muy distante de esa caricatura, del estado controlador y rígido, propio de los regímenes totalitarios en la guerra fría. No se trata de llenar de chimeneas de Arica a Magallanes, produciendo lo que podemos comprar más barato y de mejor calidad, en el mercado global. Tampoco se trata del estado subsidiario, que se limitaba a hacer aquello que los privados abandonaban por no ser buen negocio. Se trata de generar una nueva alianza público privada, que permita co-crear valor público, donde la innovación y la creatividad, la agilidad, propias del sector privado, se traspasen al sector público. Es, por ejemplo, la experiencia, del Laboratorio de gobierno, una agencia del Estado que tiene por misión “Co-crear soluciones a problemas públicos prioritarios e instalar capacidades para innovar en las instituciones públicas, con el objetivo de mejorar los servicios públicos y su relación con la ciudadanía, desde una mirada sistémica con foco en los usuarios”.
Las grandes oportunidades que hoy vislumbramos como país, en el desarrollo de la industria del Litio o del Hidrógeno verde, debemos enfocarlas desde un enfoque de misión, que conecte el esfuerzo público y privado, para ir más allá de la mera extracción de recursos, como lo hicimos en otras etapas de nuestra historia. La innovación público-privada nos permitirá agregar valor, escalando en la complejidad de nuestra industria, facilitando que el crecimiento se dirija en el sentido esperado socialmente. Un nuevo tipo de asociatividad público-privada, requiere de un estado flexible, que permita diseñar políticas públicas con enfoque local, o centradas en objetivos determinados, que sirvan de base a futuros desarrollos. Según la también economista Jeanette Von Woldersdorff, el aporte que hace Mariana Mazzucato, en su libro “El estado emprendedor”, es muy útil para Chile, en nuestra etapa de desarrollo, dado nuestro bajo crecimiento económico proyectado, necesitamos de reformas que eleven nuestro crecimiento tendencial. Es una buena orientación para Chile, ya que debemos pasar de un estado que conserva el estatus quo, a uno que genere nexos entre los intereses de los actores, para un crecimiento en base a la innovación. Se destaca, que en el planteamiento de Mazzucato, es complementario el rol del estado y de los privados en el ecosistema de innovación. El rol del estado emprendedor se justifica, según Von Woldersdorff, ya que, en etapas iniciales, los privados no abordan riesgos, como hizo el estado en el impulso de innovaciones como el internet, el GPS, o al algoritmo de un buscador, además que los privados, por sí solos no son capaces de crear ecosistemas. En Chile, se ratifica la presencia del estado, en la génesis de numerosas empresas privadas. Por ejemplo, de las 100 startups más prometedoras del ranking Forbes, el 84% fueron financiadas en alguna etapa de su vida por la CORFO.
Dentro de los desafíos que se vislumbran en nuestra economía, aparte de levantar las cifras de crecimiento tendencial, señala Jeanette Von Woldersdorff, que siguiendo a Mazzucato, podríamos asumir con enfoque de misión, el incentivar la formación de un ecosistema de empresas medianas. Se verifica la existencia de unas pocas grandes empresas, y una multiplicidad de micro empresas, siendo el segmento de las empresas medianas, un campo por desarrollar.
Cuando el ámbito económico, vuelve a ser un territorio en disputa en el mundo, las ideas de Mariana Mazzucato, permiten aterrizar a la política pública, propuestas de desarrollo que involucran un nuevo enfoque de co-creación de valor, entre el sector público y el privado. Los recientes triunfos de gobiernos progresistas en Chile, Colombia y Brasil, brindan la posibilidad de ejecutar políticas de desarrollo responsables y coherentes, para un crecimiento sostenible, y la superación del estatus quo.
Ernesto Sepúlveda Tornero