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UN CUENTO DE NAVIDAD por ERNESTO SEPULVEDA

En época navideña, es un clásico de la TV, alguna de las adaptaciones al cine, del libro “A Christmas Carol”, una canción de navidad, o un cuento de navidad, en su traducción a español. El libro en cuestión es obra del escritor inglés Charles Dickens. Fue publicado el 19 de diciembre de 1843, y en él se narra la historia de Ebenezer Scrooge, un hombre rico y avaro, que detestaba la navidad. Se ejemplifica en él, a una clase acomodada que en la época victoriana, fue indiferente a la pobreza, al analfabetismo, y al trabajo infantil.

El propio Charles Dickens debió trabajar en una fábrica de betún para zapatos, a los 12 años. Sus padres habían sido encarcelados por sus deudas. En “Un cuento de navidad”, Scrooge es visitado la víspera de navidad por tres fantasmas de las navidades pasadas, presente y futura, que le muestran cómo fue su vida desde niño pobre, hasta su presente rico y opulento. Cómo el trato despótico con su empleado Bob Crachit, la miseria que le paga, y las condiciones precarias en que vive, con su pequeño Hijo Tim, no impide que tenga un hogar donde reina el amor y la paz. Puesto por el fantasma de la navidad futura, frente a una tumba que en un cementerio sombrío recibe en solitario, un féretro. Scrooge pregunta, de quien es esa tumba, para su horror, comprueba con sus propios ojos, que la lápida lleva su nombre.

El autor pretendía con su obra, remecer las consciencias y ablandar los corazones, de tantos patronos y propietarios, que medraban con la miseria de sus trabajadores, y atender la grave situación de los niños de horfanatos y fábricas.

El capítulo, o la estrofa final de “A Christmas carol”, lleva a la redención, del personaje de Scrooge. Atormentado al ver su futuro en una tumba solitaria, y con la certidumbre de una condena eterna por sus iniquidades y crueldades, Scrooge, se arrepiente. Despierta la mañana de navidad, en su propia habitación, entre sus propias sábanas, y comprende que tiene una nueva oportunidad. Cambia su vida, se transforma en una persona cálida, bondadosa, consciente, comparte con generosidad su riqueza. Aumenta el sueldo de su empleado Bob Cratchit al doble, y entrega grandes sumas de dinero a los hogares de huérfanos y a obras de caridad. El pequeño Tim, quien no murió, gracias a los cuidados y medicinas, mejora, recibiendo el afecto y cariño del nuevo Scrooge.

Es difícil, hacer una analogía directa entre la época descrita por Dickens, y los tiempos actuales, sin embargo, los tipos humanos caracterizados allí, son perfectamente identificables en todo tiempo.
En el Chile de hoy, cuanto de la injusticia social acumulada por decenios, tiene su fuente no sólo en las condiciones estructurales de la economía, sino también en decisiones personales? Un reducido grupo de personas, el 0,1 % de la población, en Chile concentra un 30% del PIB. Cuantas decisiones adoptadas por estas personas afectan a millones de chilenos.

El llamado estallido social, despertar de Chile, o revolución de octubre, tiene en lo profundo, un grito de rabia y desesperación. No ha sido sencillo, ni fácil dar respuesta a la multiplicidad de demandas sociales. Mas allá de la incompetencia manifiesta de un gobierno, que a menos de dos años, pareciera estar despidiéndose. Hay un gran número de reivindicaciones, que se juegan al interior de las empresas. No será momento que los patronos, se tomen en serio la situación social, y conozcan como vive Bob Cratchit y su hijo, el pequeño Tim?

Por estos días, ha cobrado notoriedad la economista Jeannnette von Wolffersdorff, ex directora de la Bolsa de comercio de Santiago. Primera mujer en ocupar ese cargo, en más de 100 años de historia de ese organismo, que hoy dirige el “Observatorio de gasto fiscal”. Ella plantea entre otras ideas novedosas, que en Chile se debiera crear un registro de dueños finales de las empresas. Un registro que ya existe en otros países, y que genera el saludable efecto de darle rostro a la riqueza. Porque a veces no son las leyes ni los reglamentos los que obliga a las personas a modificar su conducta, sino su propia consciencia. Y también el control social, de sus pares y de la comunidad toda.

La navidad es una época donde el compartir en familia, con amigos, un momento de paz y de amor. Para nosotros los cristianos, no es sólo eso, es el hecho más importante de la historia de la humanidad. Es el nacimiento del niño Jesús, en un pequeño y humilde pesebre en Belén. Es la noticia más importante, significa el surgimiento de un mundo nuevo, de una vida que se renueva. Es la esperanza renovada y fortalecida.

Es difícil lograr en Chile, una pronta y rápida solución de todos los males que nos aquejan. Es difícil en el mundo, en la vida, resolver todo de una vez. Pero lo que si podemos lograr, cada uno de nosotros, es tratar con amabilidad, con cariño, a quienes se crucen en nuestro camino. Volver a creer en los demás, a confiar, apreciar al que piensa distinto, valorar las diferencias. Recuperar las ganas de construir en paz, un barrio, una ciudad, un país, mejor para todos.

Y como dijo el pequeño Tim, “Y que Dios nos bendiga a todos”.

Punta Arenas, lunes 23 de diciembre de 2019.-