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TENGO FE, COMO DICE LA CANCION, “YO TENGO FE, QUE TODO VA CAMBIARA”.

Y así debería ser después de la elección de 155 convencionales que tendrán la tarea de escribir la nueva Constitución de nuestro país.

De esos convencionales, la gran mayoría representa a independientes y sectores decididos a cambiar la Constitución empresarial de la dictadura, que entregó a la empresa privada la salud, la educación, las jubilaciones y bienes esenciales como el agua, que no solo la dictadura privatizó, sino también los gobiernos de la Concertación.

La derecha, que participó en la elección tratando de obtener cupos para defender la Constitución de la dictadura, de la que fueron parte, no logró el tercio de los constituyentes y es poco lo que podrán hacer. Entre los derechistas que fueron elegidos están el ex diputado Rodrigo Alvarez, la ex ministra Marcela Cubillos, el ex ministro Cristián Monckeberg y el ex marino Jorge Arancibia, que fuera senador designado por Pinochet, todos ellos miembros o ex miembros de la UDI, que fue parte de la dictadura.

La recién pasada elección es, pues, un soplo de aire fresco para los ciudadanos de un país privatizado y empresariado, y una clara advertencia para los partidos políticos que sufrieron rotundas derrotas.

Una lección que, de acuerdo a las disputas recién vistas y de las subidas y bajadas de candidatos, los partidos parecen no terminar de aprender.

La batalla, en todo caso, no está ganada. Seguirán las campañas a través de medios de derecha como El Mercurio, diciéndoles a los constituyentes, como si fueran inquilinos ignorantes, lo que tienen que aprobar y que no. Seguirán las entrevistas a personajes que dirán que eso no se puede hacer y seguirán todas esas artimañas de un sector acostumbrado a gobernar desde la oligarquía, mirando en menos al pueblo.

Pero dese el 18 de octubre, los chilenos ya demostramos que nos aburrimos de los patrones paternales y la reciente elección demostró que podemos gobernarnos solos, con justicia social y equidad.