“Fue una interesante experiencia de aprendizaje en torno a la Antártica del pasado, muy diferente a la que conocemos actualmente”. Con estas palabras describieron los y las participantes a los talleres de Educación Antártica impartidos por el Instituto Antártico Chileno (INACH). Una instancia virtual que convocó a 427 personas entre docentes, técnicos, asistentes y estudiantes de pregrado del área de educación de todo Chile y que se efectuó la última semana de agosto.
Este programa de capacitación ya cumplió doce años de implementación. Con la pandemia de Covid-19 (en el año 2020) migró a un formato virtual y pasó de efectuarse solo en Magallanes a incluir a participantes de todas las regiones del país. También solía estar destinado solamente para educadores, educadoras y técnicos en párvulos, pero desde esta versión incorporó a docentes de enseñanza básica, manteniendo el mismo espíritu de apoyar a los y las profesionales para que adquieran nuevos conocimientos y herramientas sobre diferentes temáticas antárticas que luego pueden enseñar a sus estudiantes.
“Todos los años se aborda un tema distinto; en esta oportunidad fue la Antártica verde para captar la atención de las comunidades educativas con diferentes temáticas antárticas y que luego ellos puedan ir difundiendo y educando a sus estudiantes sobre lo que vayan aprendiendo en los talleres”, explicó Jessica Paredes, encargada del área de Educación de INACH y una de las organizadoras de esta actividad.
Tal como menciona el tema central de estos talleres fue “Antártica verde: bosques y dinosaurios del pasado”, que se enmarca dentro de la iniciativa programática “Centro Antártico Internacional (CAI)”, del INACH. Estas sesiones contemplaron varios segmentos temáticos; uno de ellos estuvo a cargo de la paleobotánica e investigadora del Departamento Científico del INACH, Dra. Cristine Trevisan, y del curador de la colección paleontológica de la institución, Héctor Mansilla, quienes brindaron a la audiencia sus conocimientos sobre Antártica y su pasado cuando ésta fue un continente verde.
“La idea es que conocieran como fue la Antártica hace millones de años atrás, que era un territorio cubierto por un bosque frondoso, donde habitaron distintos tipos de dinosaurios y sacarlos un poco del concepto de este Continente Blanco actual”, señaló Jessica Paredes.
Además, se presentaron diferentes recursos educativos diseñados especialmente para despertar el interés de niños y niñas por el Continente Blanco. El material se encuentra disponible para descargar en el sitio web www.inach.cl sección Publicaciones.
“Antártica siempre me pareció un lugar en el mundo interesante de conocer, de poder compartir en algún momento con mis estudiantes. La escuela donde trabajo tiene una alta presencia de niños y niñas de las comunidades lafquenches, con muchos deseos de conocer sobre el patrimonio natural y cultural”, comentó Marta Cerda Silva, profesora de educación general básica de la Escuela de Niebla Juan Bosch de Valdivia.
Ella tiene estudios en museología y señala que el tema de la paleobiología le parece muy interesante de enseñar a los niños y niñas de su establecimiento educacional: “Esta posibilidad que tenemos las profesoras y profesores nos permite dar a conocer esta extensión de Chile que está en el continente antártico, el rol que cumple no solo en el clima, sino también conocer esta parte de la historia cuando los continentes se encontraban unidos. Acá en el territorio tenemos vestigios que van quedando de la vegetación de la última glaciación, entonces el tema de las hojas fosilizadas que han encontrado los científicos me parece maravilloso y se le puede contar a los estudiantes, podemos ver la evolución de la vida en cosas más concretas y se puede percibir hoy”, agrega.
Ángela Novoa Valenzuela trabaja como educadora de párvulos del jardín infantil “Pequeños Artistas”, de Punta Arenas, y hace dos años que participa activamente de los talleres organizados por INACH. Sobre su experiencia destaca: “Me di cuenta de la enorme importancia que tiene el Continente Blanco para toda la humanidad y no solo para unos cuantos. Hace algunos años pensaba que la Antártica era ese triángulo blanco que aparecía en los mapas, un lugar inhóspito y sin mucho que aportar, pero después de esta experiencia se me abrieron nuevos horizontes; lo primero que hice fue planificar un proyecto en mi aula para compartir mis conocimientos con mis peques y con mi equipo educativo a través de un cuento llamado ‘Plumitas’ que trata sobre un pingüino antártico”.
Además en su establecimiento han participado de charlas y también han empleado material didáctico. “Este año, cuando pudimos retornar a las aulas, volví a replicar varias actividades con mi nivel; ha sido una experiencia muy enriquecedora, se nota cómo los niños y niñas disfrutan ir conociendo a estos animalitos nuevos como el pez hielo, el caracol mariposa, ambos transparentes. En cierta forma, esto siembra una pequeña semilla y que cuando sean adultos no mirarán a la Antártica igual que yo, como un triangulito blanco al final del mapa, sino tal vez con los ojos de un futuro científico antártico”, expresa.