Amigos y amigas, una vez más la tragedia golpea nuestro país. En lo que parecía el fin del año político 2023, con el término de las sesiones parlamentarias, y el receso veraniego. Cuando los jerarcas del aparato público se aprestaban al inicio de su feriado, el mes de febrero, al igual que en años anteriores diría otra cosa. Nadie ha quedado impávido ante las imágenes, vigorosas y enormes lenguas de fuego, devorando todo a su paso. El siniestro inició en horas de la tarde del pasado viernes 2 de febrero, según autoridades de CONAF y de Bomberos de Valparaíso, el origen habría estado en un área acotada de la reserva lago Peñuelas. Las condiciones de altas temperaturas, fuerte viento y abundante vegetación seca, facilitó el avance de las llamas, a gran velocidad, cubriendo en un lapso de un par de horas, distintos sectores de las comunas de Viña del Mar, Quilpué, Villa Alemana y Limache. En esta ocasión, el fuego afectó mucho menos el sector alto de Valparaíso, y las llamas corrieron con fuerza hacia el interior. Antiguas poblaciones de Viña del Mar, como Villa Dulce, construida en la década del 60’ por la fábrica CRAV, para sus trabajadores, destruida. El sector del Olivar, adquirido a fines del siglo XIX como fundo “El Olivar”, por el magnate del salitre, y famoso filántropo Pascual Baburizza, reducido a cenizas. Un sector destinado por Baburizza a jardín y parque natural. Único en su tipo por los miles de especies cultivadas y cuidadas con esmero, el Jardín Botánico, quemado en un 90%, y con la sensible pérdida de una cuidadora y su familia. Villas, poblaciones, barrios centenarios, y otros de las últimas décadas, totalmente destruidos.
El presidente Boric, y su gabinete desplegado en terreno, como corresponde, no estamos aquí para felicitar al que cumple con su obligación. También el gobernador regional Rodrigo Mundaca, y los alcaldes de toda la región de Valparaíso, y varios de regiones aledañas. Como es característico en Chile, la solidaridad entre vecinos, la solidaridad de empresas, clubes deportivos, iglesias, no se hizo esperar. Junto al esfuerzo del estado, a través de organismos del estado central como El ministerio y la subsecretaría del Interior, la cartera de salud, educación, defensa, transportes y telecomunicaciones, pero también a través de los municipios, de las áreas de salud primaria. Las fuerzas armadas y de orden, que también son organismos del estado de Chile, se hicieron presente. Como en tantas jornadas anteriores, los Bomberos de Chile, lo han dado todo, por controlar y sofocar el fuego. Unos héroes y heroínas, que se merecen nuestro respeto y cariño, siempre no sólo cuando empieza el humo y se ven las llamas. Aparte de las distintas compañías de bomberos, están colaborando 17 brigadas de la CONAF, y se ha dispuesto el apoyo de 23 helicópteros y nueve aviones, para combatir los incendios en la región de Valparaíso.
La ministra del Interior, Carolina Tohá, informó la tarde de este sábado, que los focos de fuego producidos son más de 90, y han consumido cerca de 43 mil hectáreas. Los sectores más críticos serían: el complejo Las Tablas, con una extensión de 6.800 hectáreas en la comuna de Viña del Mar; y el sector de Lo Moscoso, de 1.150 hectáreas, en la comuna de Quilpué. En tanto, el presidente Boric, anunció una cifra preliminar de personas fallecidas, que bordea las cincuenta personas, pero se advirtió que esa cifra va a aumentar considerablemente, y será el SML, quien estará encargado de actualizar la información, ya que se esperará el trabajo de los peritos, para determinar con certidumbre estos sensibles datos. Como suele suceder en estos casos, los medios de comunicación social, han tenido desempeños dispares, en cuanto a entregar información útil y veraz a la población. Mientras las radios en general, han cumplido una destacada labor informativa, los noticieros de la TV, y sus periodistas desplegados en terreno, han repetido el libreto de anteriores tragedias. Repiten sin pausa entrevistas a personas afectadas, que, en medio de su dolor e impotencia, son conminados a describir lo que sienten, e inducidos a responder si se “sienten abandonados por las autoridades”. El colmo fue una nota de un periodista de TVN, que decía con total desparpajo, que se notaba la “ausencia del estado”, en el sector. Sin reparar en su propia condición de trabajador de una empresa pública. Tampoco faltó uno que otro político o
política del sector conservador, tratando de llevar agua a su molino electoral, haciendo campaña política en medio de la tragedia. También repetido este libreto, y son los mismos de siempre, abusan de la paciencia de las personas.
Ni en los incendios de 2014 de Valparaíso, se había visto una afectación tan grande a áreas pobladas. Las
imágenes son desoladoras, y en buena hora el presidente llevó a todo el gabinete a la zona siniestrada. No hay vacaciones para las autoridades públicas, cuando su propio pueblo está sufriendo en el descampado. Más si este es un gobierno progresista, que se debe por sobre todas las cosas, a los más humildes y sencillos. La tarea primera, como lo dijo el presidente, es apagar el incendio y salvar vidas. Luego vendrá, y en paralelo la investigación para determinar responsabilidades, se presume intencionalidad, pero eso deberá comprobarse por medios técnicos e investigarse por el órgano persecutor penal. Antes que eso suceda, es estéril alimentar la espiral de elucubraciones alarmistas y conspiranoicas. Nada debe apartarnos del objetivo inmediato que es llevar alivio a los que sufren. Las jóvenes alcaldesas Ripamonti de Viña del Mar, y Melipillan de Quilpué, cuentan hoy con el apoyo del estado completo, para atender a las necesidades urgentes de las personas afectadas. Una vez más la demanda por seguridad se hace presente, sin energía eléctrica ni comunicación telefónica, los vecinos están expuestos al riesgo de ataques vandálicos. La acertada decisión presidencial, de disponer estado de excepción constitucional de catástrofe, y designar a un jefe de zona de la Armada de Chile,
permite desplegar personal en labores de vigilancia y cuidado en las áreas siniestradas. Esto es imprescindible, porque, aunque resulte difícil de creer, delincuentes sin alma ni escrúpulos, han intentado saquear lo poco que queda, en los inmuebles quemados.
El ministro de Vivienda Carlos Montes, ha señalado que las viviendas afectadas oscilan entre 3 mil y 5 mil,
pero aún es prematuro determinarlo, ya que los equipos técnicos deberán constituirse en terreno, una vez sofocado el incendio. Preliminarmente se estima que el 70% se trata de ocupaciones irregulares y también campamentos, de antigua data, que se encuentran en proceso de regularización por parte del MINVU.
El ministro de Hacienda estima, que las pérdidas económicas en viviendas serían de cientos de millones de dólares. Sin embargo, señaló que la Ley de Presupuestos 2024, permite generar gastos directos para compras de equipamiento y materiales para atender emergencias.
En el ínterin, políticos de distintas bancadas presentaron el 15 de enero de 2024, un proyecto de ley que
modifica la ley de bosques, para prohibir el uso de suelos afectados por incendios forestales y aumenta las penas al delito de incendio. Se exceptuará la prohibición en el caso que el propietario haya acreditado ante la autoridad competente, la reforestación de la superficie devastada por el incendio forestal, con el propósito de restablecer la biodiversidad arbórea. Para este caso se prohíbe la plantación de monocultivos de Pino Radiata y Eucaliptus. Cabe señalar que hace una década que se tramitan proyectos de similar naturaleza, sin avance alguno. Es relevante poner de nuevo en el tapete esta discusión, ya que las labores de reconstrucción de sectores siniestrados, se iniciarán próximamente, y es de presumir que, en la mayoría de los casos, se construirá en los mismos sitios. Sin perjuicio de que, en muchos casos, el área no sea apta para el uso habitacional.
El año 2024, inicia como en 2010, y en 2014, con una catástrofe de proporciones, el deber de todos es
disponernos a ayudar, en lo que podamos, la solidaridad es lo nuestro como país, no hay que mirar el color del gobernante, ni de los alcaldes y alcaldesas, todos ellos sirven a Chile por igual, todos ellos actúan de buena fe, pensando en el bien común, en el bien de todos y todas. Seamos como los bomberos y bomberas, que se lanzan a ayudar, sin preguntar siquiera cuando van a volver a sus casas. Ese altruismo y entrega necesita Chile, no sólo para apagar los incendios y reconstruir las casas, sino también para construir la casa común, donde entremos todos, y nadie quede fuera.
Ernesto Sepúlveda Tornero