El 2022 cayeron 193 milímetros de agua en Punta Arenas, o sea la mitad de los 390 milímetros que
representan el “año normal” de dicha ciudad para la Dirección Meteorológica de Chile. Laguna
Blanca, un lago natural que además de mantener la flora y fauna de su ecosistema, sustenta una
serie de producciones ganaderas a su alrededor, literalmente se hizo polvo pues Magallanes
padeció el año más seco en por lo menos 50 años.
Para enfrentar esta crisis hídrica, el ministerio de Agricultura declaró la región como zona de
Emergencia Agrícola procurando coordinar una serie de ayudas reactivas a los pequeños
agricultores a través del Indap. La paradoja es que en Magallanes abunda el agua, al igual que en
todo el resto del país. La región cuenta con una gran extensión de costa desde donde se podrían
abastecer ciudades, poblaciones rurales, actividades agrícolas y ganaderas e industriales como el
hidrógeno verde, además de reponer acuíferos y ecosistemas afectados a través de la
desalinización.
Mientras en Israel vuelven a llenar el Mar de Galilea con agua desalinizada del Mediterráneo,
abasteciendo a Jordania en el camino, en Chile continuamos tratando de resolver emergencias con
medidas que se limitan a administrar la escasez.
Rafael Palacios
Vicepresidente de la Asociación Chilena de Desalinización (ACADES).