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SALIR DEL BARRO

Cuando aún no terminamos de masticar los alcances del denominado “caso
audios” o caso Hermosilla, nos cayó encima el lío de la candidata a alcaldesa por la
comuna de Las Condes, Marcela Cubillos. Como si en este país no tuviéramos suficiente
con la crisis de seguridad, o con las magras cifras de crecimiento que afectan el empleo e
ingresos de millones de trabajadores. Vienen a distraer de sus preocupaciones a las
grandes mayorías, con problemas nacidos y protagonizados por encumbrados miembros
de la elite económica y política. El caso de la Universidad San Sebastián, resume el
modelo vigente en educación superior, y que ha sido defendido con diente y muela por el
sector conservador. Un modelo de educación de mercado, donde ésta es un bien de
consumo más, no un derecho social, como ha pretendido desde siempre el progresismo.
Pese a las reformas introducidas en los mentados 30 años, por las rendijas de la ley de
educación superior, se sigue colando, algo muy parecido al lucro y a la repartición de
utilidades. Por cierto, que el alto monto de renta que se pagaba a la profesora Cubillos, ha
sido el detonante principal, de un análisis crítico, que había estado ausente del debate
público. Mal que mal, como han dicho sus defensores, existe la libertad de constituir
universidades que defiendan ideas o un modelo de sociedad determinado. Y así, existen
universidades privadas vinculadas a distintos credos religiosos, vinculadas a grupos
económicos, y a través de alambicadas fórmulas, vinculadas incluso a partidos políticos.
La presencia de suculentos recursos públicos, transferidos vía becas y programas
especiales, a estas instituciones privadas de enseñanza, no ha hecho sino, complejizar
más el asunto. El intento de la candidata Cubillos y el sector ultra conservador, de situar la
discusión en torno a la libertad de contratación, no ha convencido a la opinión pública.
Estudios de opinión de esta semana, sitúan en más del 70% de los encuestados, quienes
creen que detrás de este caso existen situaciones irregulares. Resulta obvio, que la
discusión no es si es posible que una institución privada, pague altas rentas a sus
profesores o investigadores, efectivamente eso corresponde al ámbito privado, y a la
libertad de contratación. El tema radica, en la coherencia del discurso político, acerca de
la meritocracia, que las circunstancias de contratación de la candidata Cubillos, parecen
desmentir. También se abre a debate la calidad de servicios que prestan las instituciones
de educación superior, públicas y privadas. Reclamos de estudiantes de la Universidad
San Sebastián, respecto a problemas de infraestructura de las sedes, son muy similares,
a los reclamos que efectúan regularmente los estudiantes de educación superior de
instituciones públicas. La diferencia está, en que estas últimas cuentan con un mayor
control y fiscalización, sobre el uso, de los recursos públicos que administran. No es
descartable la existencia de jugosas rentas en las universidades tradicionales, pero estas,
en su mayoría, se justifican en dilatadas carreras académicas, con post grados y
publicaciones indexadas de por medio. Lo notable de la discusión de estos días, es que
en su afán de respaldar y justificar absolutamente a la candidata Cubillos, un intelectual
ultra conservador, llegó a cuestionar a la comunidad académica en general. En una
osadía sólo explicable por la pasión ideológica, se permitió cuestionar el sistema
internacional de validación de las publicaciones académicas. Así, de un saque, se pasa a
dudar del trabajo efectuado por décadas por investigadores e investigadoras chilenas,
reconocidos y galardonados, en todas las ramas del saber.
Por naturaleza, nunca he sido dado a comulgar con ruedas de carreta, el
cuestionarlo todo, y también cuestionarme a mí mismo, es parte de mi formación.

Créanme que el caso de la candidata Cubillos, lo he tratado de entender incluso desde la
lógica neoliberal, de la que forma parte. Sin embargo, incluso situándose en ese ámbito
del pensamiento ideológico, han surgido reconocidas voces, poniendo en duda, que, en
aras de la libertad, se pueda justificar cualquier cosa. Este mismo domingo, se publicaron
sendas cartas al director en los medios nacionales, algunas de las cuales, escritas por
destacadas vecinas de la comuna de Las Condes, donde apuntan a los alcances éticos,
que tendría establecer un concepto de libertad, desprovisto de toda otra consideración. Es
allí precisamente, donde la duda se instala, no en si existe la libertad de contratación, que
de hecho existe con amplitud. Sino en si estas decisiones se enmarcan en un bien
superior, un propósito mayor al simple enriquecimiento personal por lícito que éste sea.
Cuando Chile entero se abruma por las tandas de noticias, con hechos delictivos
cada vez más crueles, la sensación de inseguridad está instalada. También está
instalada, caso audios mediante, una fuerte desconfianza con el sistema judicial. Si a eso
le agregamos el cuestionamiento al accionar de personalidades políticas, es una verdad
más grande que una catedral, que estamos inmersos en una sensación de agobio, de
hastío. Los ciudadanos de a pie anhelamos ver una luz de esperanza, todos sin excepción
estamos buscando desesperadamente una señal de alivio, una palabra de aliento. Chile
busca a todo nivel, liderazgos que transmitan esa esperanza, de que es cierto de que
estamos fregados, pero mañana vamos a estar mejor. Vivir permanentemente
polarizados, con odiosidades sin nombre, es lo que tiene enferma el alma de Chile. El
único remedio es la concordia, el encuentro de los hombres y mujeres más allá de las
diferencias.
En tiempos electorales, habrá que saber distinguir muy bien, y optar por liderazgos
convocantes, que busquen la paz y el dialogo, que sean positivos y constructivos, sólo así
sanará la sociedad chilena.
Ernesto Sepúlveda Tornero