Norteamérica es, por entonces una suerte de tierra prometida, enorme extensión que comienza lentamente a transformarse en país, luego de su independencia de Inglaterra y, como siempre sucede, esta transformación es posible con la explotación inmisericorde de la fuerza de trabajo.
Al mismo tiempo los miles de explotados en los distintos países se organizan y comienzan su avance, sacándole tajaditas pequeñas de derechos a los patronos. Una demanda cobra fuerzas y se hace colectiva, se transforma en la exigencia central de la primera reunión internacional de organizaciones de trabajadores.
Hay que establecer una jornada de trabajo digna, posibilitar el tiempo de descanso y de recreación.
Se tomó una decisión en un encuentro de trabajadores americanos, esa resolución fue refrendada por la primera organización internacional de trabajadores.
Convocar a una gran jornada de lucha en todo lugar donde se concentran trabajadores, exigir sueldos dignos y una jornada de 8 horas diarias de trabajo.
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