Se trata de adolescentes que fueron, en su mayoría, sacadas de su sala de clases y trasladadas a distintos recintos de tortura. Mujeres que el año 1973 eran menores de edad y que deberían haber llegado a su fiesta de graduación y posar junto a todas sus compañeras de curso en la foto de fin de año. Y no pudieron. Pasaron por distintos recintos de tortura. La casa de Colón 636, ubicada en pleno centro de Punta Arenas, fue uno de ellos. Hoy, cuentan su historia, desde la emoción y con el afán de que la despiadada experiencia que vivieron “nunca más se vuelva a repetir”.
La iniciativa denominada: “Proyecto audiovisual de sentimientos y emociones de niñas que pasaron por la Casa de Derechos Humanos Colón 636 de Punta Arenas” fue favorecida por las líneas programáticas de la Unidad Memoria y DD.HH. del Ministerio de las Cultura, las Artes y el Patrimonio, y financiada y apoyada por la Secretaría Regional Ministerial de la misma institución de Magallanes. El lunes 31 de enero, la obra audiovisual estará disponible para todo el público en la página web: www.colon636.cl
“Este tipo de trabajo constituye un deber ser, porque consideramos que quienes vivimos las violaciones a los derechos humanos tenemos la obligación de contribuir a la memoria histórica y con ello darle sentido y objeto a una necesaria política de derechos humanos que dé garantía de no repetición y también con este proyecto queremos mostrar la dimensión emocional que guardan los recuerdos de las niñas que pasamos por esta casa el año 1973”, explica Rosa María Lizama, integrante de la Agrupación Mujeres Presas Políticas de Magallanes 1973-1974 y uno de los testimonios presentes en la obra.
En la cinta, la actriz Vivianne Dietz interpreta los textos escritos por el cineasta y guionista Leonardo Medel, en función de un relato entregado y revisado por las ex prisioneras. Todo el proceso es editado en tecnología 3D, y con el uso inédito -para temas de memoria- de un sensor de profundidad que permite vectorizar y establecer un vínculo entre la arquitectura de la casa de Colón 636 y el cuerpo humano.
“Ella (Vivianne Dietz) reinterpreta no solo las palabras, sino que las emociones, hay un trabajo con ella muy especial, fue muy lindo. Se sintió muy afectada cuando leyó los relatos, cuando tuvo que interpretar y verbalizarlos. Para ella fue muy importante el ver la resiliencia que existía y cómo habíamos podido salir adelante, entonces nos agradeció mucho y creamos un lazo muy bonito y tenemos la idea de poder seguir trabajando en conjunto con ella en este tipo de proyectos relacionados con memoria y derechos humanos”, precisa Magda Ruiz, presidenta de la Agrupación Mujeres Presas Políticas de Magallanes 1973-1974.
Para el arquitecto Jorge Molina, magíster en Patrimonio, la obra artística reconoce una etapa cruda y difícil del pueblo chileno. “Esta historia de opresión es parte de nuestro patrimonio y como tal debe ser articulado, con técnicas y ensamblajes apropiados que rescaten en el nombre de la memoria de los derechos humanos, esa geografía de ausencias, de tejido a flor de piel de vejámenes presentes en la trama de la memoria. Esto es fundamental para el conocimiento en el contexto chileno y lo que representan estos sitios para lo memoria”, señala.
De igual forma, el arquitecto Molina asegura que “lo que tiene el arte como forma es lo que necesita el patrimonio relación, con las personas, lugares, objetos y prácticas vinculadas en estas cadenas de conectividad que le dan sentido entonces al pasado en el presente. El arte es un instrumento válido para hablar de emociones y para explicar estas cadenas de conectividad; en este caso, el lenguaje de la realidad virtual de los vectores y del testimonio de la historia”.
La suma de narración subjetiva, arte cinematográfico y educación despiertan una experiencia sensorial necesaria para una sociedad excluyente y amnésica que también fue víctima de la dictadura cívico militar. Porque esta historia ocurrió en un lugar en que la mayoría de las personas se conocían o bien existían vínculos.
“El proyecto que intenta entrar en la dimensión cotidiana de la experiencia humana de pasar por este sitio de tortura. Es la narración de cada una de las ex presas y además está capturado con un sensor de profundidad que nos permite analizar la figura humana al levantamiento 3 D y establecer un vínculo entre la arquitectura de la casa y la arquitectura humana. Es un proyecto muy íntimo, muy profundo y que todo el mundo lo puede ver en la página de los Derechos Humanos de Colón”, cuenta el director cinematográfico, Leonardo Medel.
Para Katherine Ibacache, seremi de las Culturas, las Artes y el Patrimonio Región de Magallanes, la obra está enlazada a la memoria y forma parte de la identidad y el patrimonio cultural intangible de la sociedad.
“A través de este trabajo de investigación materializado en un producto artístico y que cuenta con la participación activa de mujeres, estamos construyendo a preservar nuestra historia y propiciando que la comunidad se apropie de estos espacios de memoria y darles visibilidad, como es el caso de Casa Colón. Con esta propuesta, impulsada en conjunto con agrupaciones de derechos humanos, estamos poniendo énfasis en el respeto y compromiso permanente e irrestricto con todas aquellas normas que reconocen y protegen los derechos fundamentales de los seres humanos, su relación en sociedad y con el Estado”, valoró Ibacache.