Desde su estreno mundial en la Semana Internacional de la Crítica de Venecia, donde obtuvo varios
reconocimientos, el documental “Malqueridas” ha acumulado una serie de elogios y premios en
festivales como Mar del Plata, Sâo Paulo, Valladolid, Valdivia y FIDOCS, entre otros. Hasta la fecha,
la película ha recorrido más de 40 festivales y ha obtenido 27 premios.
La cinta, que llega hasta Punta Arenas este miércoles 22 de mayo, a las 19:00 horas, como parte de
la programación de Miradoc, construye historias a través de imágenes capturadas con celulares
clandestinos al interior de la cárcel, recuperando la memoria colectiva de una comunidad olvidada.
Las entradas se encuentran disponibles en el sitio web del cine Sala Estrella y boletería.
Dirigida por Tana Gilbert, producida por Paola Castillo, y narrada por Karina Sánchez y Natalia
Abarca, “Malqueridas” retrata colectivamente la experiencia de madres que están privadas de libertad
en Chile. Sus hijos crecen lejos de ellas, pero permanecen en sus corazones. En la prisión,
encuentran afectos en otras compañeras que comparten su misma situación. El apoyo mutuo entre
estas mujeres se convierte en una poderosa forma de resistencia ante un sistema que encarcela a la
pobreza.
“Malqueridas” es una coproducción con Alemania, que cuenta con el apoyo de Corfo, del Fondo
Audiovisual, y del fondo MOIN Film Fund Hamburg Schleswig-Holstein. Es una colaboración entre
Errante Producciones y Dirk Manthey Films.
“Una experiencia transformadora”
«Malqueridas’ está hecha con imágenes registradas por mujeres que estuvieron en la cárcel
con sus celulares clandestinos. Las imágenes que muestra la película estaban destinadas a
ser perdidas, eliminadas, confiscadas. Nosotras las guardamos por siete años, porque
sabíamos que lo que contenían era importante y único. Para poder darles un lugar físico, un
cuerpo a estas fotografías y videos digitales, decidimos imprimirlos todos, cuadro por
cuadro”, destaca la directora Tana Gilbert sobre el proceso de realización.
Una de las mujeres que registró la cotidianidad carcelaria fue Karina Sánchez, quien narra la historia
y es una figura principal dentro del equipo. “Mi trabajo en el guion fue plasmar la realidad como
reclusa, la vida realmente adentro. Conocía toda la dinámica al interior de la cárcel y de esa
forma complementa el trabajo de Tana y del equipo brindando la realidad y los detalles de los
lugares, los castigos, el trato de las funcionarias y el sistema con la interna adentro”, señala.
Gilbert agrega: “La película evoca a la emoción universal del afecto, y se sitúa desde el primer
vínculo que generalmente tenemos en nuestra vida, la relación entre una madre y su hijo. Nos
ponemos en el lugar de la mujer madre, pero también en el lugar del hijo. Para muchas
personas ver la película ha sido una experiencia transformadora, porque plantea otros puntos
de vista sobre lo que significa cuidar. Nos interpela sobre lo que implicaría estar separada
físicamente de nuestros hijos si es que maternáramos”.
Sánchez concuerda. “Es importante que las personas vean la película para que se den cuenta o
reaccionen de que hay otro mundo. El mundo de las mujeres en la cárcel. Hay niños que están
sufriendo, hay mamás que están sufriendo por esos niños, hay menores que son vulnerados
porque su mamá está ahí cumpliendo una condena no pudiendo cumplir el rol de protegerlos.
Por lo que el que vean la película es bueno para tomar conciencia de que ese mundo existe,
de que esas mujeres necesitan la ayuda y de que esos niños necesitan que alguien los
proteja. Sabemos que la mamá está ahí porque cometió un error pero la condena es el
encierro, a perder tu libertad, pero no a sufrir humillaciones, golpizas, a pasar hambre, a ver la
vulneración de derechos de tu hijo”.
“La película intenta crear un ejercicio de empatía para demostrar que muchas veces existe
una necesidad intrínseca de querer y ser querido”, complementa la directora. “En el caso de las
mujeres que están privadas de libertad, esta experiencia se les ha sido negada
sistemáticamente. En la película vemos cómo, a pesar de esto, ellas se las ingenian para
poder presentarle un mundo más luminoso a sus hijos que están lejos”.
“Los que vean la película van a reconocer que las mujeres que están encerradas tienen una
vida igual que ellos, donde muchas estudian para mejorar y luego logran trabajar con
instituciones. Es decir, no todas se pierden y no todas las que salen de la cárcel vuelven a
delinquir. Hay muchas mujeres que se hacen cargo inmediatamente de su hijo, los que incluso
logran ingresar a la universidad”, remarca Sánchez. “La película va a mostrar por un lado el
sufrimiento de estar en la cárcel y también la fuerza que tenemos como mujeres para salir
adelante de esa situación. Somos personas que sentimos, que tenemos hijos, familia, igual
que todo el mundo”.