Es mañoso y voluntarista el argumento de meter al mundo del espectáculo en la discusión de la aprobación de los recursos para la mantención del tan polémico proyecto de un Polideportivo para Punta Arenas. (Porque eso es lo que los concejales rechazaron en términos rigurosos, entendiendo que el citado es un proyecto municipal que sería financiado en su construcción con fondos del gobierno regional y con mantención de 120 millones de pesos mensuales con cargo al municipio, casi un 50 por ciento más de lo que cuesta hoy la mantención de un edificio consistorial).
A saber, los polideportivos son para el deporte y los centros de eventos son para los espectáculos. En ese contexto, que va primero?. El huevo o la gallina?. En Punta Arenas cada escuela municipal cuenta con su propio gimnasio (tema aparte son las acrobacias que debe hacer cada colegio para mantenerlos funcionando), emblemáticos colegios particulares subvencionados también tienen el suyo, decenas de multicanchas están regadas por los barrios de la ciudad, algunas de ellas iluminadas y con canchas de pasto sintético inclusive. Hay parroquias que también cuentan con infraestructura deportiva y clubes tradicionales de nuestra comuna también tienen sus propios recintos. Ahora, digamos las cosas como son. No hay deportista al que le agrade la idea de recibir un evento artístico en una infraestructura concebida para el deporte. Las canchas se hunden, las superficies se dañan, los camarines se estropean, los empalmes eléctricos sufren y los vidrios se rompen con las pruebas de sonido. Por otra parte, los instrumentos se desafinan, el sonido es deficiente, los escenarios son estrechos y la luz día debe taparse con bolsas de basura. Es que para el artista también es insultante andar viendo caras, pasando el sombrero y desplegar su arte detrás de un arco o debajo de un aro de basquetbol. En ese escenario, soy de los que piensan que el polideportivo puede esperar y que el centro de eventos es lo más urgente.
No está demás revisar la calidad de elefantes blancos con la que hoy deben lidiar 8 estadios remodelados por 126 mil millones de pesos con cargo al estado para la Copa América del 2015 y el Mundial Sub 17 del año 2016, todos recintos con administraciones con cargo a los municipios respectivos, con arriendos que sólo pueden pagar clubes transformados en sociedades anónimas y jamás el mundo popular.(La Serena, Viña del Mar, Quillota, Rancagua, Valparaiso, Concepción, etc).
Chile también es el país de Los Prisioneros, Violeta Parra, Victor Jara, Los Tres, Pablo Chil-e, Flor de Rap y Santa Feria, por nombrar sólo algunos (as) de los referentes de nuestra cultura popular y -en términos rigurosos-, no tienen nada que hacer en un gimnasio o en el medio de una cancha de fútbol, pero si no tomamos como una señal las 15 mil personas que reunió Pailita en el Parque María Behety, es porque estamos ante un nivel de miopía, por parte de la autoridad, francamente inexplicable.
Los que esgrimen que los artistas «también pierden» cuando no se aprueban recursos para un gimnasio, en el fondo denostan lo que les incómoda y miran con agrado cómo un privado hegemoniza la oferta artística de la ciudad, mientras lo público hay que ir a buscarlo a la comuna de al lado. Mezclar peras con manzanas es una jugada demasiado miserable.
Cristian Bahamonde