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PAZ

Esta semana, hemos vuelto a atemorizarnos, ante la fragilidad del equilibrio mundial. Aunque a Dios gracias, vivimos en un país libre y en paz, en Chile, y en la zona extrema de Magallanes, no estamos exentos de los coletazos de la guerra en Ucrania. Por de pronto subió el petróleo, y se espera que continúe subiendo mientras no se detenga el conflicto. Las bolsas del mundo cayeron, y luego recuperaron algo de las pérdidas, cuando se supo que Estados Unidos y la OTAN, no enviarían tropas a luchar contra Rusia. Se estima que el precio de alimentos como el trigo y el maíz, del cual son productores a gran escala, tanto Rusia como Ucrania, se verán afectados. En una economía abierta como la nuestra, el 75% del maíz y el 44% del trigo proviene de fuentes externas, por lo que, aunque en el corto plazo, no habrá escasez de estos alimentos, subirá su precio, arrastrando consigo al precio del pan, fideos y otros derivados.

El jueves 24 de febrero, el líder ruso Vladimir Putin, informó a sus compatriotas y al mundo: “He tomado la decisión de llevar a cabo una operación militar especial. Su objetivo será defender al pueblo que durante ocho años ha sufrido persecución y genocidio por parte del régimen de Kiev. Para ello, apuntaremos a la desmilitarización y desnazificación de Ucrania”. La población aludida, corresponde a la de las provincias de Donetsk y Lugansk, zona conocida como “EL Donbass”, un acrónimo de Donetsk Coal Basin (Cuenca Carbonífera de Donetsk). Es una zona rica en carbón y hierro, a orillas del Mar Negro. Con una población estimada de 3 millones y medio de habitantes, de habla rusa, Donetz y Lugansk son gobernadas por separatistas pro rusos.  Ambas provincias efectuaron referéndums, donde aprobaron su independencia de Ucrania, proclamándose como República popular de Donetz (RPD) y República Popular de Luganz (RDL).  El parlamento ruso votó y aprobó, el reconocimiento de estas repúblicas, como estados independientes. El argumento del Kremlin de buscar la protección de la población del Donbás, tiene antecedente en el asedio del ejército ucraniano, de milicias nacionalistas, y de tropas mercenarias, sobre la zona en cuestión.  Si bien, en 2014 se suscribieron los acuerdos de Minsk, no han cesado los ataques. De hecho, en 2018, el líder de los separatistas de Donetsk, Alexander Zjarchenko, fue asesinado en un atentado.

Al igual que con otros países, que son ex integrantes de la Unión Soviética, y del imperio ruso, entre Rusia y Ucrania, existen cientos de años de historia común. La fuente y origen de los conflictos actuales, provienen de la disputa geopolítica entre las grandes potencias. Tras la disolución de la URSS, dejó de existir el Pacto de Varsovia, el acuerdo de colaboración y defensa de los países del bloque soviético. Sin embargo, la OTAN, el pacto militar de los países occidentales, siguió existiendo, y de hecho amplió sustancialmente el número de sus miembros. Estados Unidos ha llevado a la OTAN, a ampliarse, cercando a la Federación rusa. Un propósito explícito en el despliegue diplomático ruso, dentro de lo que va del siglo XXI, es impedir que Ucrania y otros países limítrofes, se incorporen a ese pacto militar, ya que potencialmente podrían instalarse bases norteamericanas, a menos de 500 kms. de Moscú. En la línea de alcance de misiles crucero.

Guardando todas las proporciones, y sin justificar en lo más mínimo la intervención militar de Rusia en Ucrania. Se entiende la oposición rusa a un escenario así, al imaginar cómo sería, por ejemplo, la incorporación de México, a una alianza militar con la federación rusa. Sería replicar “la crisis de los misiles”, que casi llevó a Estados Unidos a la guerra contra la URSS, por instalar una base en Cuba.

Ucrania no alcanzó a incorporarse a la OTAN, tampoco existe intención en las potencias occidentales, en aceptar su ingreso. La razón es elemental, la base de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, es la defensa de cualquier miembro que sufra un ataque, por parte de otros estados. La existencia del planeta y de la vida como la conocemos, estaría en serio riesgo, si se pudiera invocar. No sólo Rusia es una potencia nuclear, también lo es Estados Unidos con el mayor arsenal nuclear del mundo, también Francia, y otros países miembros.

En el juego de poder de las grandes potencias, quedan atrapados los países más pequeños, y lo que es peor sus pueblos, la población civil. Los países occidentales, con Estados Unidos a la cabeza, aplican un doble rasero en materia internacional. Se reservan el derecho a intervenir, sin mediar resolución de Naciones Unidas, y sin mediar autorización del país afectado. Y no pagan ninguna consecuencia, ni reproche internacional. Sólo en el presente siglo, USA ha intervenido militarmente, en Afganistán, Filipinas, Irak, Somalia, Libia, Yemen, Siria.

La guerra es el recurso de los poderosos. Sólo provoca muerte y destrucción, y la vida humana se degrada a límites inadmisibles. Estoy, absolutamente en contra de la incursión militar rusa sobre Ucrania. Pero también lo estoy en contra de los “bombardeos humanitarios”, que cada tanto, realiza Estados Unidos en algún lugar del mundo. Soy un convencido que un mundo multipolar, es la única garantía para evitar el cataclismo nuclear. Ninguna de las grandes potencias por sí sola, puede brindar la seguridad de la vida en el planeta, si se persigue los mismos objetivos geopolíticos del siglo XX. Los países pequeños, del tercer mundo, y los países eternamente en vías de desarrollo, como Chile, debemos integrarnos en una política de no alineamiento activo. Ser capaces de hacer sentir nuestra voz, tal como lo hizo, con dignidad y coraje, el presidente Ricardo Lagos. Cuando se negó a aprobar en el Consejo de Seguridad de la ONU, la intervención militar de Estados Unidos en Irak.

El escenario actual, es altamente preocupante. El avance ruso sobre territorio ucraniano, ha sido avasallador, ya hace dos días se encuentra cercada, Kiev, la capital del país. Escenas aterradoras son profusamente exhibidas en todos los canales de TV, en transmisión continua. El gobierno ucraniano, ha entregado armas a la población civil, en un anticipo de lo que podría ser una terrible tragedia humanitaria.  En medio de esto, se ha abierto una pequeña ventana de esperanza. Existe un ofrecimiento de dialogo, y se efectuaría un encuentro de representantes de Ucrania y Rusia, en la vecina república de Bielorrusia. Nos sumamos, a los deseos expresados por el Papa Francisco, y por los principales líderes del mundo, de que se restablezca la paz.  Rezamos a Dios, o meditamos, unidos en un solo espíritu y voluntad, para que cesen las acciones militares, y se encuentre a través del diálogo, los caminos de solución.

Ernesto Sepúlveda Tornero