Estimados hermanos y hermanas,
Junto con saludarles a todos, en medio de las complejas situaciones que vivimos por la pandemia, he querido escribirles esta carta para informarles el camino que hemos recorrido desde que, a fines de septiembre, el Hogar de Cristo comunicó el cierre de la Residencia para Adultos Mayores “Juan Pablo II” hasta ahora, en que hemos logrado concretar una nueva iniciativa que asegure la continuidad de este servicio a estos hermanos nuestros que allí residen.
Quiero comunicarles que el pasado 22 de enero se firmó el convenio de comodato entre la Iglesia diocesana, representada por nuestra Fundación para el Desarrollo de la XIIª Región de Magallanes (FIDE XII), y el Hogar de Cristo, por el cual asumimos la responsabilidad de cuidar de nuestros hermanos mayores de la Residencia ubicada en calle Balmaceda 736. Asumimos esta misión como Iglesia diocesana a partir del próximo lunes 1° de febrero.
El comodato firmado comienza diciendo: “como un regalo que la Diócesis de Punta Arenas, realizó (1987) al Papa Juan Pablo II, por su visita a la zona y como signo de gratitud por su mediación en el conflicto del Beagle, le obsequió la Residencia que lleva su nombre, para la atención de los más pobres y luego la Diócesis de Punta Arenas traspasó sin lucro la propiedad a la Fundación de Beneficencia Hogar de Cristo que es en la actualidad, la dueña de la propiedad”.
Quisiera informarles de las diversas etapas del camino que hemos recorrido.
1.- La decisión del Hogar de Cristo de cerrar la Residencia para Adultos Mayores “Juan Pablo II” de Punta Arenas.
El 28 de septiembre el Hogar de Cristo nos informó, a través de una conversación telefónica con el P. José Francisco Yuraszeck K. sj, Capellán Nacional del Hogar de Cristo, que la Fundación Hogar de Cristo había tomado la decisión de cerrar la Residencia de Adultos Mayores “Juan Pablo II” de nuestra ciudad, a causa de la complicada situación económica que atravesaban por los problemas derivados de la situación de pandemia que vivimos.
Ante la noticia que se me comunicaba, señalé al P. Yuraszeck, que se trataba de una situación difícil de enfrentar, la cual se nos comunicaba como una decisión ya tomada a nivel central, sin diálogo ni discernimiento con la comunidad local ni con la Iglesia local para buscar juntos una solución al problema que se presentaba.
Luego de este diálogo telefónico tomé conocimiento que la noticia ya había sido comunicada a la prensa nacional, y que así se informaron los trabajadores y los miembros del Consejo local del Hogar de Cristo, quienes -ese mismo día- presentaron su renuncia, pues se trataba de una decisión que nunca fue dialogada o consultada con ellos, y sólo se habían informado de la decisión tomada por el nivel central del Hogar de Cristo como un hecho ya consumado.
2.- En búsqueda de una solución a una situación apremiante
Ante esta sorpresiva decisión del Hogar de Cristo, pedí al Director Ejecutivo de nuestra Fundación FIDE XII, el Sr. Reinaldo Leiva, que buscásemos una solución para continuar con el funcionamiento de la Residencia; más aun considerando que la propuesta del Hogar de Cristo era reubicar a los residentes en otras instituciones, o reintegrarlos a sus familias de origen, o trasladarlos a otras regiones.
Los responsables de FIDE XII iniciaron diversas reuniones con el personal de la Residencia y con otras personas, evaluando la posibilidad que como Iglesia de Magallanes, a través de nuestra Fundación FIDE XII, asumiéramos la responsabilidad de dar atención a estos hermanos mayores. Así mismo, el Directorio de la Fundación FIDE XII aprobó estas gestiones y comprometieron sus esfuerzos para enfrentar el desafío que significaba esta responsabilidad.
Como Iglesia diocesana -habiendo consultado al personal apostólico (religiosos, diáconos y presbíteros) y al Consejo de Consultores de la Diócesis- nos pareció que asumir la responsabilidad de la gestión de esta Residencia era un signo muy adecuado con ocasión de la conmemoración de los 500 años de la primera Eucaristía celebrada en Chile, en el Estrecho de Magallanes, pues –como el mismo Señor nos ha señalado– Su presencia viva no sólo acontece en el sacramento de la Eucaristía, sino que se realiza en los hermanos, particularmente en los que están en situación de necesidad: “todo lo que hicieron a uno de estos, mis hermanos, a mí me lo hicieron” (Mateo 25, 40). Estamos llamados, pues, a colaborar con el Señor Jesús para que Él continúe realizando el signo de multiplicar los panes (Mateo 14, 13, 21), dándole lo poco que tenemos para que Él lo multiplique generosamente.
Al mismo tiempo, diversos laicos pertenecientes a comunidades parroquiales y educativas, junto al voluntariado de la Residencia, se agruparon bajo el nombre de “Magallánicos por un nuevo hogar”, buscando cómo poder colaborar ante la situación generada por el cierre de la Residencia “Juan Pablo II” y evitar que esos adultos mayores fueran llevados a otras regiones del país. Ellos se unieron en oración, hicieron campañas por las redes sociales, se reunieron con autoridades locales y divulgaron la compleja situación por los medios de comunicación.
Así, se fue manifestando con claridad que somos muchos los que deseamos el bienestar físico, emocional y espiritual de los hermanos mayores que viven en la Residencia y, poco a poco, se fueron sumando las fuerzas para, responsablemente, llevar adelante esta nueva misión.
Luego de este camino de discernimiento, en la celebración en que conmemoramos los 500 años de la primera Eucaristía celebrada en Chile, en el Estrecho de Magallanes, di a conocer lo siguiente:
“Nuestra Iglesia Diocesana de Magallanes, por medio de FIDE XII, rescatará la promesa que realizamos ante San Juan Pablo II, de continuar y cuidar a nuestros adultos mayores que residen en la calle Balmaceda”.
3.- Un nuevo comienzo: la “Casa del Samaritano de Magallanes”
En la parábola del Buen Samaritano que contó el Señor Jesús (Lucas 10, 25 – 37), deja en claro que nadie puede pasar de largo ante los heridos del camino, y llama a todos a imitar al Samaritano que se compadeció y auxilió en todo lo posible al herido del camino.
Teniendo como base esta parábola del Señor Jesús, en el mes de octubre, el Papa Francisco publicó su carta titulada “Fratelli tutti” (“Hermanos todos”), donde nos recuerda que “la existencia de cada uno de nosotros está ligada a la de los demás; la vida no es tiempo que pasa, sino tiempo de encuentro” (n° 66), porque –aunque muchas veces se olvide– hemos sido hechos para esa plenitud que sólo se alcanza en el amor. Entonces, no es posible vivir indiferentes al dolor de otros y no podemos dejar que nadie quede “a un costado de la vida” (n° 68).
En la parábola que contó Jesús, el Samaritano siguió su camino sin esperar reconocimientos ni gratitudes, sino que la entrega al servicio era su satisfacción frente a Dios y a su vida, y por eso, era un deber. También hoy, para nosotros, nuestro compromiso cristiano es cuidar de la fragilidad de cada persona que lo requiera, y hacerlo con la actitud cercana y solidaria del Buen Samaritano.
De esta manera, tenemos una responsabilidad que es el deber de cuidar a nuestros hermanos mayores que se encuentran solos, enfermos o abandonados, y por eso es que damos inicio a la “Casa del Samaritano de Magallanes”.
Queremos llamarle “Casa”, porque nuestro objetivo es que quienes allí habitan se sientan como una verdadera familia, viviendo en la fraternidad que nos ofrece el Señor Jesús y que nos llama a realizar hijas e hijas del mismo Padre.
Quienes viva en esta Casa serán nuestros “hermanos mayores”, pues no sólo habitarán varones, sino hombres y mujeres, y formaremos con ellos una comunidad donde el Padre Dios sea el fundamento y el vínculo de unión.
Así, la Visión y Misión de esta morada, recordará siempre que entramos en una “Casa”, cuyo centro es el Señor que vive en cada uno de nuestros “hermanos mayores”. Así, en esta Casa queremos vivir “la fraternidad por medio del servicio solidario y comprometido, respetando la dignidad de ser hijos de Dios”.
De esta manera, con la “Casa del Samaritano en Magallanes” queremos iniciar un nuevo proyecto que vaya más allá del tiempo del comodato, y que exprese mejor las características de nuestra Región y de nuestra Iglesia local.
Este año, la Iglesia, por invitación del Papa Francisco, se ha puesto -de manera especial- bajo el cuidado de San José; de él deseamos aprender su gran fe, su sencillez, su compromiso, su paciencia, la responsabilidad, la fuerza y el trabajo con que cuidó y educó al Niño que Dios le había confiado en la casa de Nazaret.
A nosotros, también, Dios nos ha dado una “Casa” para cuidar a nuestros “hermanos mayores”, todos -al igual que San José- debemos sentirnos comprometidos en su gestión, cada uno desde sus posibilidades: unos con su oración silenciosa y constante, otros acompañando y visitando a los “hermanos mayores”, otros dando su aporte solidario y generoso, para que nadie se sienta excluido de este signo solidario con que queremos imitar al Buen Samaritano, tal como nos dice al Señor Jesús: “anda y haz tú lo mismo” (Lucas 10, 37).
A María, nuestra Madre del cielo, le pedimos humildemente su auxilio, para que nos ayude a consolidar nuestro proyecto al servicio de nuestros “hermanos mayores” concretado en la “Casa del Samaritano de Magallanes”; una Casa nacida desde la contingencia y comosigno eucarístico de la presencia viva del Señor Jesús.
Reciba cada uno mi afecto y oración de Pastor,