«Mi hija solía ser contestadora, muy agresiva y suelta de vocabulario, algo que no correspondía a su edad. Como madre, me sentía completamente superada», relata Elízabeth. Un lunes, quedó paralizada al enterarse de que su hija participó en un acto de violencia en la escuela. Del mismo establecimiento, la derivaron al programa Lazos.
“En casi un año, su promedio escolar ha subido, y nuestra relación ha mejorado. Ahora diferencia entre la amistad y la familia. Estoy muy contenta y emocionada con los logros”, comparte Elízabeth.
Pedro, a pocos días de unirse al programa, no regresó a casa. Inmediatamente, los psicólogos de Lazos se unieron a la búsqueda y lo encontraron en estado de embriaguez, junto a una amiga. Ese día ayudaron con el proceso de desintoxicación y, actualmente, lleva más de tres meses sin consumir alcohol y en un entorno familiar con una comunicación mucho mejor.
En Magallanes, la mayoría de los casos apoyados por el programa Lazos, ejecutado por el departamento Social de la Delegación Presidencial Regional, están relacionados con el consumo de alcohol, drogas, violencia y falta de respeto hacia los padres. A diferencia del resto del país, también se abordan conductas delictivas. Este programa beneficia a niños, niñas y jóvenes de 10 a 17 años, asegurando la confidencialidad para evitar la estigmatización de quienes participan, razón por la cual se cambiaron los nombres de las madres e hijas entrevistadas.
Para José Ruiz Pivcevic, delegado regional presidencial, la exposición constante a nuevas tecnologías, cambios culturales rápidos y presiones sociales puede hacer que los padres se sientan abrumados al intentar guiar a sus hijos en un entorno cada vez más complejo. “Es en este escenario que el apoyo especializado se vuelve esencial», afirmó durante una ceremonia de entrega de certificados a las familias que participan en Lazos.
Durante la ceremonia, Claudia, de 15 años y beneficiaria del programa, expresó su agradecimiento a los profesionales. “Me siento más segura de mí misma y tengo confianza con mi madre. Siento que he cambiado…”, dijo emocionada, recibiendo un gran aplauso de los presentes, entre ellos su madre.
Romina Ruiz, psicóloga y supervisora clínica del componente multisistémico del programa, destaca la importancia de reconocer la necesidad de apoyo, subrayando que esto no implica debilidad, sino una comprensión realista de la complejidad de la crianza en la era contemporánea. “El programa trabaja en estrecha colaboración con las familias para brindarles las herramientas y estrategias necesarias», señaló.
La duración del tratamiento no excede los cinco meses, con un promedio de 120 días, siendo altamente intensivo. “Realizamos un mínimo de tres encuentros con las familias, llevando a cabo nuestras intervenciones en sus hogares. Brindamos un servicio disponible las 24 horas del día, los siete días de la semana», explicó Ruiz.
La educadora María Teresa Bórquez Águila, coordinadora de los programas Camino de Libertad y Caminos de la Tarde, elogió la adaptación del programa a la realidad de las familias y la capacidad de llegar hasta la propia casa de los adolescentes. “La atención es fuera de horarios laborales y se trata de un acompañamiento colectivo, familiar, no individual. Creemos que primero hay que sanar y luego abordar los temas pedagógicos. Tenemos dos casos derivados a Lazos y vemos muy buenos resultados”, valoró la profesional con más de veinte años de experiencia en las áreas psico socioeducativas.
Además, destacó que Lazos se distingue por ser un programa confidencial, permitiendo que las familias busquen ayuda y orientación sin temor a ser juzgadas. Para acceder al programa, las familias pueden hacerlo a través de sus establecimientos educativos o dirigirse al departamento social de la Delegación Presidencial Regional.