Los balances son obligatorios, pues de una u otra manera reflejan la culminación de un proceso y permiten sacar conclusiones y hacer propuestas para el trabajo futuro. Nuestra organización ha vivido uno de los años más duros desde su existencia. Aunque ya antes tuvimos casos de abuso de cargo e incumplimiento de compromisos, nunca como ahora tuvimos enquistado a un ladrón que además de defraudarnos tenía un objetivo definido, destruir desde adentro la organización.
Cómo pudo llegarse a esto? Para ser justos hay que analizar primero nuestras responsabilidades, que las tuvimos y varias, siendo la primera de ellas la falta de compromiso de parte de algunos miembros del directorio que percibiendo las señales de putrefacción, no las encararon con la fuerza que se requería. Aunque duela es necesario reconocer que se dejó hacer y hoy vemos el resultado de aquello. Lamentablemente también tuvimos algunas deserciones por motivos de salud, lo que implicó minimizar e incluso suspender actividades tan importantes como la periodicidad de la escuela sindical y la formación de los dirigentes.
La falta de controles más rigurosos, el no negarse a lo que se mal demandaba, además de la inercia en que cayó la organización durante más de un año por efectos de la pandemia, también fueron importantes y no las podemos soslayar. El descontrol que la emergencia médica generó, permitió al ladrón operar a sus anchas y no ser descubierto hasta muy tarde, cuando ya el daño estaba hecho y solo quedaba amputar el miembro podrido para intentar salvar lo demás, cuestión que por cierto logramos y de la que debemos sentirnos satisfechos.
2.- Culminamos el año con números azules, retornan a la organización algunos que se habían alejado por mal trato y la deficiente asesoría, inusual e impensada pero evidente. Debimos hacernos cargo de la casi destrucción de la imagen de una institución que siempre puso en primer lugar a los trabajadores. Se ha retomado la sana costumbre de hacer el presupuesto y discutirlo con las bases, imprimir material y enviarlo a los sindicatos, recuperamos el programa radial y todas nuestras instalaciones vinculadas, se activó la comisión revisora de cuentas y ya tenemos listos los balances 2017 y 2018 y se trabajaban 2018 al 2021.
Los contactos con el equipo jurídico laboral y civil, además del previsional, retoman los ritmos que jamás debieron perder. Quizás donde mejor se grafica el alza sostenida sea en el área de negociación colectiva, donde se había abandonado la atención directa y permanente, además de entregar a quienes no tienen total capacidad responsabilidades que no supieron cumplir.
El apoyo a la constitución de sindicatos, asesoría a no afiliados en proceso de negociación y nuevas afiliaciones, son parte del trabajo de esta organización que se refunda y proyecta.
Gran lección recibimos de la vida sindical. Dejar de lado las obligaciones tiene un alto precio que hemos pagado con dolor por habernos omitido cuando no debíamos. El inicio en los próximos días de las acciones legales contra el que nos defraudó y robó, es el selló con el que nuestra CGT renace con más fuerza que nunca y solo esperamos que el 2023 no entregue toda la tranquilidad que requerimos para cumplir nuestra obligación de organización de clase.
Debemos sacar lecciones de los errores y no volver a cometerlos.