La humillación que sintió el Presidente Piñera debido a que tres iniciativas legales que rechazaba fueran aprobadas por el Congreso, parece haber sido uno de los factores que pesaron en la designación de su nuevo gabinete. Muchos ven estas designaciones como la revancha presidencial contra la oposición y los parlamentarios de gobierno que votaron en contra de él.
Esto porque la oposición considera que los nuevos integrantes del gabinete pertenecen al sector duro de Chile Vamos, con la excepción del diputado Mario Desbordes quien, en todo caso, al ser nombrado ministro y dejar la Cámara, ya no será un factor disidente en el Congreso.
El nuevo ministro vocero de gobierno, el ahora ex diputado de la UDI Jaime Bellolio, se apresuró a desmentir que el nuevo gabinete sea el del rechazo a una nueva Constitución.
Sin embargo, su declaración que suena a algo así como a confesión de parte, no desmiente que todos los nuevos integrantes del Ministerio, con la excepción de Desbordes, son partidarios de rechazar una nueva Constitución y de mantener la de Pinochet, que ningún gobierno desde el regreso a la democracia ha sido capaz de cambiar en lo sustancial.
El nuevo ministro del Interior, el UDI Víctor Pérez, no solo defiende la Constitución de la dictadura, sino que se ha opuesto a que la UDI se olvide de su compromiso con el dictador. Andrés Allamand, por su parte, participó como otro más de los jóvenes pinochetistas que aplaudían al tirano. En resumen, Pérez, Allamand y Bellolio son los guardianes de que la Constitución de Pinochet no se toque.
Irónicamente, la designación de dos senadores y dos diputados como integrantes del gabinete presidencial, deja de manifiesto la necesidad de una reforma constitucional.
Y es que los cuatro, ahora convertidos en ministros, serán reemplazados por parlamentarios designados, elegidos por los partidos y no en votación popular, como es la esencia de la democracia.