Esta semana el presidente anunció que el 21 de diciembre comienza la vacunación contra el COVID19 en Chile. Antes en un punto de prensa, la subsecretaria Daza señaló, “Chile ya tiene la vacuna…”, segundos después completa la oración, diciendo “Es usar mascarilla y el distanciamiento social”. En el primer caso, fue el ministro de Salud, quien dijo lo que muchos sospechaban. Lo de la fecha, fue sólo una “aproximación”, ya que aun falta completar el proceso de autorización y validación en Chile, por el ISP. Ergo vacunas llegarán, pero probablemente no será el 21 de diciembre. Así hemos estado con las medidas contra la pandemia. Y en regiones ha sido peor. El centralismo ha llegado a niveles de ridículo, cuando no son ya los ministros, quienes viajan al territorio, a dictarnos como tenemos que vivir. Ahora lo hacen simples asesores ministeriales. Que, en honor al culto a la autoridad central, son tratados como verdaderos embajadores, con besamanos incluida. Como antes decía, ridículo. Pero a la vez dramático. Esos funcionarios deciden lo que, a las autoridades designadas, no se atreven a decidir. El caso de Magallanes es paradigmático. Han cambiado tres veces de intendente, también el seremi de salud, pero la estrategia de Testeo, Trazabilidad y Aislamiento, la TTA, sigue siendo inefectiva. Más de 100 días de cuarentena y los casos positivos no ceden. Se ha pasado de culpar a las empresas de sectores esenciales, a culpar a los hogares, a las familias. Se dice ahora que los contagios son “domésticos”. Lo paradójico, es que, junto a esa conclusión, se renueva semana a semana, la orden de encierro general. Lo que no sólo impide a las familias airear y ventilar adecuadamente sus casas, sino que nos priva del único período de buen tiempo que tendremos.
Como es lógico, nadie puede resistir encerrado eternamente en su casa. Y no todos son funcionarios de la administración pública. Ergo, se debe salir a trabajar, a buscar el sustento. Y así lo hacen miles de personas diariamente. La calle se ve llena de autos, y la circulación de personas no para. Luego las autoridades vuelven a culpar a la población, y renuevan el encierro.
Pienso en este momento, en los cientos de personas que han salido a protestar en Magallanes, contra las medidas del gobierno. He visto a los transportistas de camiones fleteros, a los peluqueros, y personal de salones de belleza, a los dueños de restaurantes con sus trabajadores. Todas personas que dan la cara, se identifican, van de frente, sólo pidiendo lo que les pertenece. El derecho a trabajar.
Se requiere de una autoridad regional fuerte. Con el coraje de desafiar al estado central. Con la capacidad de liderar, de ponerse al frente, de encarnar el reclamo mayoritario de quienes vivimos en el territorio. Nadie, ninguno, tiene la llave para resolver hoy la grave crisis detonada por la pandemia. Es una crisis social y económica profunda, que nos vamos a tardar años en resolver. Sólo ver cómo, nuevamente tendremos que ser los trabajadores, quienes echemos mano a nuestros ahorros, para resolver los problemas que el estado debiera resolver. Con esto no me refiero a que el estado deposite un sueldo a todos los habitantes, y no tengamos que salir de la casa. Me refiero a que es el rol del estado garantizar, las condiciones adecuadas para que todos podamos desarrollar la actividad lícita que hayamos escogido. Sea como emprendedores o como trabajadores.
Y el tema nos lleva nuevamente, al tipo de autoridades que tenemos. A la necesidad de elegir (cuando podamos), a los más idóneos. Y resulta, que estamos en mitad de la cuarentena, y se deberá decidir las listas para los municipios. Elegir alcalde es un asunto de la mayor importancia. Así como elegir candidatos para una lista a la Convención constituyente.
Por todo Chile se alzan candidaturas paradigmáticas, me detengo en Valparaíso, donde un líder social, y activista en defensa del agua, Mundaca. Él irá de candidato a gobernador regional. Allí mismo en Viña del Mar, un connotado abogado, académico, escritor y premio nacional de Humanidades, a la convención constituyente. Don Agustín Esquella, Un hombre notable, que, a sus 76 años, está absolutamente vigente. Y así por todas partes, surgen personas que quieren hacer un aporte a nuestra sociedad.
Está cada día más claro, de que la centro izquierda va a competir con sus propias ideas, y con sus banderas, en los desafíos electorales. Va quedando mas distante la peregrina idea, de constituir un polo de izquierda. La tesis de volver a los tres tercios, parece haber sido superada por la realidad. Y los partidos tradicionales, pese a que han sido objeto de un bombardeo permanente, de los movimientos y partidos nuevos que les compiten, han prevalecido hasta ahora. Se aprecia un fenómeno peculiar, en los políticos de mas reciente data. Empiezan a parecerse en demasía a quienes criticaban Padecen las mismas luchas de poder internas, purgas de dirigentes, sangría de militantes. Y una sorprendente habilidad para poner por delante, el interés del grupo o la identidad del mismo, por sobre intereses colectivos más amplios.
La posibilidad de constituir un potente polo socialdemócrata, es la noticia de la semana. Mas allá de los resultados electorales que se puedan esperar, en los meses que vienen. Es el punto político, a rescatar de la prolongada crisis. Una sociedad moderna, que debe enfrentar desafíos complejos, que se plasmarán en la nueva constitución, requiere de la construcción de una política de dialogo e inclusión. Y un polo socialdemócrata es el mas adecuado para ser el articulador de ese dialogo.
Es lo que necesitamos con urgencia en la política local, y en las regiones. Dejar atrás los proyectos personales, y avanzar hacia la construcción de los grandes consensos, que nos permitirán superar la pandemia, recuperar la senda de crecimiento, de rehabilitación del empleo, y de mejoramiento de la calidad de vida.
Ernesto Sepúlveda Tornero