Si algo quedó claro tras la mega elección de los días 15 y 16 del mes mayo, es que Chile cambió.
Aquello que se conversaba en las mesas, asambleas, reuniones, encuentros casuales, tertulias y en las reuniones virtuales después del 18 de octubre de 2019, quedó plenamente demostrado en las urnas; que es donde el pueblo chileno manifiesta el rumbo que quiere para el país, en todos sus niveles, nacionales y sub nacionales, mediante el voto libre e informado desde mediados del siglo pasado cuando se crea el registro electoral y se legisla a favor del voto de las mujeres.
Mas allá de las cuentas alegres que los partidos políticos, en particular, los tradicionales puedan sacar de las elecciones a nivel comunal y regional, lo cierto es, que en el acto mas importante para la historia del país, como lo es la Convención Constitucional el electorado nacional redibujó las fronteras políticas, ampliándolas a los nacientes movimientos de las mas diversas expresiones y dándole un colorido que la hace particularmente atractiva y por otra parte; sin otorgarle a ninguna de las listas en competencia la posibilidad de imponer vetos de minorías tan habituales en el Congreso Nacional tras el retorno de la democracia. Esto a mi entender, obliga al diálogo entre las y los constituyentes lo que a todas luces es una tremenda noticia para un país que está carente de discusión en todos sus niveles y que está ad portas de un proceso refundacional.
Todo lo anterior, se transforma en un enorme desafío para la institucionalidad y para los partidos políticos en particular. La institucionalidad tiene el deber de dar cabida a inmensa masa de independientes que cada día irán sumando nuevos adherentes y que elección tras elección se moverán de manera diferente de acuerdo a la situación de sus territorios y por otra parte, se deberá hacer cargo de la nueva realidad de las regiones como nuevos sujetos políticos y permitiendo que alianzas regionales puedan entrar por la puja electoral de acuerdo a su propia realidad política y sus tiempos de diálogo local, en esto es dable recordar que en Punta Arenas se compitió en primarias municipales entre candidat@s del Frente Amplio y del pacto Unidad Constituyente.
Para los partidos políticos en algunos casos la tarea parece titánica. Renovar sus cuadros de candidatos y representantes populares se hace urgente para poder dar aires de cambio a sus oxidadas maquinarias electorales. Ya no es lógico para el electorado que un partido compita en una comuna con el mismo candidato que hace 25 años atrás, que tenga como representante en un mismo cargo a una misma persona por casi 30 años; es impresentable tener candidatos con campañas millonarias financiadas por empresarios ligados a las peores prácticas en este país y cuyo interés es mantener el statu quo.
Para poder avanzar se deben soltar ataduras y generar una profunda reflexión interna que permita enfrentar con autocrítica y nuevos bríos el gran desafío del mes de noviembre. Veo con preocupación la pasividad de como las dirigencias partidarias siguen manejando y dirigiendo a sus colectividades, como si los resultados comunales y regionales fueran el reflejo de la realidad nacional, la respuesta es no; porque Chile cambió.
Nicolás Gálvez López
Vanguardia Comunitaria