A todos nos pasan, de repente, coincidencias.
¿Qué son coincidencias? Que uno viaje a la Cochinchina y justo se encuentre con otro magallánico; que uno esté pensando en una canción y justo en ese momento la toquen en la radio; que estés pensando en un amigo que no ves hace años y justo el amigo te llama por teléfono; que algunos digan que no se puede hacer un plebiscito si hay violencia, y justo se produzcan actos de violencia; que empiece la campaña por el plebiscito, y justo se queme la casa de los derechos humanos o palacio de la risa.
La casa fue quemada y ahora un ministerio va a decidir si se demuele o no y adivinen qué van a decidir.
La casa de los derechos humanos, que el ministerio va a demoler y no ha querido reparar, es un testimonio concreto, un monumento que recuerda que las Fuerzas Armadas torturaron a civiles mientras gobernaron el país en dictadura y es un mal símbolo para un plebiscito en que los chilenos vamos a decidir si queremos cambiar la Constitución o mantenemos la que nos dejó Pinochet y que sus seguidores están defendiendo a como dé lugar. Por eso también el atentado contra el memorial de los derechos humanos en el cementerio; recuerda que durante el gobierno de Pinochet no solo se torturó también se hizo desaparecer chilenos.
Hay científicos que han escrito que las coincidencias son una especie de fuerza desconocida que causa eventos.
En estas coincidencias locales parece que no son tan desconocidas estas fuerzas.