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LA FIESTA DE LA DEMOCRACIA

Esta semana fue la fiesta de la democracia, una nueva elección popular, esta vez
de gobernadores, consejeros regionales, alcaldes, alcaldesas y concejales de todo el país.
Hasta el cierre de estas líneas, la participación ciudadana había superado todas las
expectativas, rondando el 75% del total del padrón electoral. Las elecciones con voto
obligatorio, producirán el esperado incremento del espíritu cívico, tan ausente en
elecciones pasadas. El aumento de la incertidumbre, al desconocer cómo se van a inclinar,
vastas masas de electores que antes no votaban, es muy saludable para la calidad de la
democracia. Punto aparte, es la ausencia de una cultura de discusión púbica de
contenidos, limitándose los partidos políticos, a ocultar sus colores y banderas. Se ha
llegado al extremo que incluso los eslóganes y jingles electorales son parecidos. Eso debe
cambiar, dejar entregado el resultado de la elección sólo a las redes sociales, es lo que ha
producido los mayores vuelcos este domingo.
Como es tradicional en la política chilena, en los programas de análisis electoral,
los expertos y políticos de lado y lado, se arrogan todos los triunfos. Cada quien tiene un
dato que celebrar, nadie pierde. Es insólito, incluso un poco chocante, después de un mes
de campaña donde se dice de todo y se dan con todo, contados los votos, todos los
sectores se dan por vencedor.
Lo bueno de las elecciones municipales y regionales, es que las autoridades
electas, están directamente en contacto con los vecinos y vecinas, su gestión se puede
evaluar en el día a día. No se soluciona los hoyos de las calles, la falta de luminarias, los
perros vagos, o los caballos sueltos, con lindos discursos o talleres namasté. Hace falta
gestión eficiente, la que es fiscalizada por los propios ciudadanos. La mayoría de las
autoridades bien evaluadas se re eligieron. Esto es una importante lección para quienes
están en la carrera política, no basta con ser mediático, y popular, si no se hace una buena
gestión. La ciudadanía premia con su confianza la consistencia.
En la región de Magallanes, en una elección muy competitiva resultó re electo en
primera vuelta el actual gobernador Jorge Flíes, su visión anticipatoria del desarrollo de la
región para los próximos diez años, fue reconocida por la ciudadanía. Las personas
adhirieron a un proyecto de futuro, a una oportunidad de soñar y de trabajar para cumplir
esos sueños. La tarea que se viene por delante para toda la región, es la implementación
del nuevo plan de desarrollo de zonas extremas. Un instrumento que orientará el esfuerzo
regional para la próxima década, que nos permitirá aunar esfuerzos de todos los sectores,
sociales, económicos y políticos. Lo que cautiva la adhesión de la ciudadanía, es el trabajo
integrador, inclusivo, con una mirada esperanzadora y optimista.
En las regiones extremas, se miran distinto las contiendas políticas, se vota por las
personas, antes que por los partidos. Y así, los grandes vencedores en la región de
Magallanes, fueron el gobernador re electo, Jorge Flíes, y el alcalde re electo de Punta

Arenas, Claudio Radonich, este último con una de las diez mayorías nacionales en
alcaldías. Pese a pertenecer a conglomerados distintos, las necesidades de los vecinos y
vecinas, van más allá de las diferencias partidistas. El éxito de alcaldes y concejales,
demandan un trabajo coordinado con el gobernador y consejeros regionales. Esa es una
lección aprendida en Magallanes, y permite aventurar alguna de las razones, de las caídas
de las figuras políticas del centro del país. Al parecer, que alcaldes y gobernadores se
dediquen a la política nacional, más que a resolver los problemas del día a día de la gente,
termina pasando la cuenta. Dedicarse por entero a la tarea encomendada, sin agendas
paralelas, es lo mínimo que se puede esperar de una autoridad electa. Eso tan esencial,
parece insuficiente, para las lumbreras del estado central, dan la impresión de estar
siempre buscando la frase ocurrente, la cuña más golpeadora, para ganar likes en las
redes sociales. Esta elección parece haber favorecido, a quienes apuntaron al trabajo
metódico, ordenado, más que a los ofertones irresponsables.
La incorporación de los nuevos electores, obligará a los partidos políticos, a
redoblar sus esfuerzos, volver a las calles, poblaciones y juntas de vecinos. No sólo ir cada
cuatro años, no sólo ir a mendigar un voto. Trabajo territorial, abnegado, altruista, ese
que se hacía en los lejanos 80’ cuando ni siquiera había elecciones. Esa tarea responsable
que se continuó haciendo en los 90´, y se empezó a abandonar el último decenio.
La democracia chilena, una vez más da muestras de un saludable estado de salud,
los votantes parecen ser más sensatos, de lo que los expertos opinaban, y se inclinaron
más bien por las alternativas moderadas, que por los dos extremos del espectro político.
Terminado este proceso, se abre la temporada presidencial, y con eso el inicio del cierre
del actual gobierno. Esperamos por el bien de Chile, que prime la sensatez, y se ponga el
acento en este último año de administración, en los proyectos que unen a Chile. Se
necesita otros (as) actores (as) que interpreten lo que el país requiere para recuperar la
confianza, y para recuperar la senda del crecimiento.
Con la alegría serena de ver una región completa movilizada, para perseguir los
sueños, para conciliar, incluir y