Amigos y amigas, la última semana, se siguió comentando a lo largo y ancho de nuestro país, el resultado del plebiscito constituyente del 4 de septiembre. Era inevitable, que cómo suele ocurrir, la derrota es huérfana y el triunfo tiene varios padres. Es un ejercicio estéril, estando aun tan encima del proceso, y no habiendo concluido el ciclo constituyente, el aventurar una conclusión definitiva, una respuesta única y omnicomprensiva. No existe, ni existirá, hasta que se escriba la historia de estos años, algo que explique el resultado, y que sea transversalmente aceptado. Mientras tanto vemos la comedia interpretada por conocidos políticos de derecha, que salen de los armarios y baúles, donde estuvieron escondidos durante la campaña. Son los numerosos padres, que reclaman la paternidad del rechazo. Rápidamente se esfumaron los grupos de fachada, formados para la franja electoral, y vuelven los coroneles y la oficialidad joven de los partidos tradicionales del conservadurismo. Sería miope, desconocer que el éxito que tuvo la estrategia de la derecha, para defender “con mano ajena”, la opción rechazo en el plebiscito. No comparto, y deploro fuertemente, el intento de algunos en el progresismo, de responsabilizar a una supuesta ignorancia de los electores, la derrota maciza que sufrimos los partidarios de la nueva constitución. La derrota es huérfana. Nadie se hace responsable, siempre la culpa es de otros. Creo que se equivocan quienes culpan a nuestro propio pueblo. Si la gente lee poco, y tiene baja comprensión lectora. Y si los medios son controlados exclusivamente por grupos económicos afines a la derecha. Y si las mentiras y fake news, nuevamente inundaron las redes sociales. Son condiciones objetivas que se ha enfrentado en cada elección, en que el progresismo ha disputado las esferas de poder. Era un escenario conocido, y, por tanto, obligaba al progresismo a redoblar esfuerzos, a reducir o minimizar los errores, a tener un desempeño sobresaliente en el trabajo en la convención. Y hacer una campaña con un mensaje simple, claro, sin fisuras ni dobles lecturas. A mi juicio esto no ocurrió, por lo que no se pudo contrarrestar la aceitada máquina de propaganda, de los sectores que defienden el estatus quo. Paradójicamente, en los sectores más postergados, los más deprimidos económicamente, los más afectados por problemas medio ambientales, y los con mayor población indígena, la opción rechazo se impuso con un mayor porcentaje de los votos. Esa es una constatación, un hecho, el cual aún no se ha podido o querido procesar adecuadamente. No estamos por aquí lanzando la interpretación final ni mucho menos, sólo enuncio elementos que permitirán a todos formarse su propia opinión.
Un querido amigo, que dejó recientemente la región, me comentaba la impresión que había causado en el exterior, la jornada electoral del 4 de septiembre en Chile. Aquí cerca, al otro lado del alambre, en Argentina, simplemente no se lo pueden creer, que salgamos a votar multitudinariamente, y que a la tarde ya tengamos el resultado. Y que este resultado sea aceptado, incuestionado, sin rencillas, sin violencia, sin alegato de los derrotados. Mucha razón tiene mi amigo, somos ejemplo mundial de participación electoral, y respeto transversal a resultados y funcionamiento de instituciones democráticas. Pero fieles a nuestra idiosincrasia, ese apequenamiento que nos caracteriza, nos da pudor decir, que somos ejemplo en el barrio, y también para el mundo. Es un motivo de orgullo para todos y todas, es algo que hemos construido, no sin dolor, no sin frustraciones colectivas, no sin postergaciones históricas. Lo que hicimos el domingo del plebiscito, nos da la certeza de que sabremos encontrar de nuevo el camino, para resolver el debate constitucional que está pendiente.
Con la sorprendente concurrencia de 13. 021. 063 de personas a votar, con un 85,1% de participación electoral, podemos afirmar enfáticamente, que la inmensa mayoría de los chilenos y chilenas, están por resolver nuestras diferencias, en forma pacífica, a través de mecanismos institucionales y democráticos. Esta también es una constatación, un hecho, no una simple opinión. Hemos resuelto la interrogante planteada en el plebiscito, en forma clara. Pero no hay que confundir el triunfo rotundo de la opción rechazo del plebiscito, con un rechazo a contar con una nueva constitución. No hay que olvidar que esa interrogante también se respondió en forma clara en el plebiscito de 2020, por un 80% contra un 20% que desea mantener la constitución de 1980. Estamos hoy llenos de exegetas, llenos de intérpretes de la votación, que pretenden darle un sentido distinto a la respuesta clara dada por la ciudadanía. Y es aquí donde llevan la voz cantante, las figuras políticas del sector conservador. Los mismos, que permanecieron tras bambalinas, ocultos detrás de las cortinas, mimetizados con la decoración, surgen ahora como los verdaderos voceros de la ciudadanía. Una jugada política arriesgada. Al parecer el éxito de su estrategia de ocultamiento, impostación o travestismo político, pretenden ahora hacer un revival del veto a todo cambio y reforma, que tuvo que soportar Chile durante toda la transición. Esta osadía, animada por un éxito electoral, que tiene numerosos padres, constituye, un portazo, a los cambios sociales y políticos que la ciudadanía exigió en las calles en 2019, y un portazo al 80% que votó por una nueva constitución en plebiscito de 2020. Demás está señalar, que nadie tiene fijada la rueda de la fortuna, y el anhelo de estabilidad social y política no puede ser desoído. Una estabilidad que pende de la posibilidad de dar curso a las expectativas de cambio, esa garantía de estabilidad depende de dar continuidad al proceso, que concluirá con un nuevo pacto social para Chile.
Para el gobierno del presidente Gabriel Boric, el escenario actual constituye un desafío mayor, debe dar curso a su agenda legislativa, en medio del alborozo y agresividad de una derecha que se siente, destinataria del respaldo del 62% a la opción rechazo. En una lectura superficial, podría decirse que la derrota en el plebiscito, constituye la primera derrota política de la generación de recambio de la política. Pero esa lectura admite relecturas, ya que la agenda de transformaciones sociales y económicas profundas, que impulsa el gobierno progresista, no constituye una agenda generacional, tampoco pertenece a una sola generación. El presidente Boric lo ha dejado muy en claro, al comentar a menudo que se siente parado “sobre hombros de gigantes”. La plataforma social y política que impulsa el gobierno progresista, constituye una síntesis de los avances y retrocesos de varias generaciones de militantes y activistas del mundo social y político. Salir del efecto inicial, de la derrota en el plebiscito, obliga a reimpulsar las reformas estrella del gobierno. La reforma previsional y la reforma tributaria, constituyen el eje estructurante del programa de gobierno, y deberán iniciar su tramitación en medio, de las advertencias de los partidos de derecha, de que rechazarán ambos proyectos, salvo que se ajusten a sus indicaciones. Paradoja política, sin mayoría en el parlamento, el escenario que enfrenta el gobierno, es muy similar al que enfrentaron los gobiernos progresistas durante la transición a la democracia. La derecha ejercerá un virtual veto, que requerirá negociaciones y acuerdos. Para obtener avances probablemente mínimos y graduales. En este escenario adquiere todo su peso e importancia, los ajustes ministeriales, que instalaron en el gabinete del presidente Boric, a dos figuras consulares del socialismo democrático. La incorporación de Analía Uriarte en el ministerio Secretaría general de la presidencia, fue recibida con aceptación transversal en el congreso, por lo que se avizora una buena relación, que es esencial para el avance de los proyectos del gobierno. Y para dar respuesta a la principal inquietud ciudadana, los problemas de delincuencia, falta de seguridad, y para una eficaz coordinación del gabinete, asumió Carolina Tohá en el ministerio del interior. Con toda la carga simbólica de ocupar el mismo cargo que su padre José Tohá, ejecutado por la dictadura. Con una vasta trayectoria política, y un reconocido manejo de la agenda pública, se alza como la jefa de gabinete que requiere el gobierno en este período de aguas turbulentas. El domingo 11 de septiembre, en una jornada marcada por la memoria de la gesta heroica del presidente Salvador Allende, la ministra Tohá instaló una fotografía en su oficina, de quien fuera el ministro del interior del presidente Allende, el militante socialista José Tohá, víctima de ejecución política.
Precisamente la semana terminó con el día 11 de septiembre. Desde Magallanes, zona que al momento del golpe militar contaba sólo con 90 mil habitantes, visitamos uno de los 36 sitios de detención y tortura identificados hasta hoy. Se trata de los camarines del estadio fiscal de Punta Arenas, denominados Whisky y Eco. Pudimos compartir con hombres y mujeres sobrevivientes de campos de prisioneros de la dictadura. La lección de vida que nos comparten, a cuarenta y nueve años, del golpe cívico militar, es que, aunque el viento y el frío carcomía los huesos, aunque los tratos inhumanos y vejatorios trataron de destruir el alma humana, estos hombres y mujeres, encontraron en la solidaridad y la fraternidad, la fuerza moral para sobrevivir. El encuentro, concluyó entonando una hermosa canción de amor de origen croata, verdadero himno de los prisioneros de Isla Dawson, el “Tamo Daleko”, me queda vibrando en el corazón un verso. “Brindemos hermanos, brindemos por el amor, porque jamás en la vida, seremos más jóvenes que hoy”.
Ernesto Sepúlveda Tornero