El Ministro de Salud, con una honestidad casi ingenua, ha dicho que ignoraba cuanta miseria existía en Santiago.
Tal declaración de don Jaime Mañalich no es sino la comprobación de lo que todos los chilenos comunes y corrientes sabemos: las autoridades centrales, los dirigentes políticos, viven en una burbuja. Pertenecen a otro Chile, el de la renta per cápita de miles de dólares, el de los parlamentarios con las dietas más altas de los países de la OCDE y equivalentes, tomemos nota, a 33 sueldos mínimos. Vaya uno a calcular cuantas veces una pensión miserable de poco más de 100 mil pesos.
Curiosamente, los primeros en protestar por las declaraciones del Ministro, fueron algunos parlamentarios y uno dice, que bueno que se les esté despertando la conciencia social y se enojen porque el ministro no sabía que había muchos pobres.
Pero si uno es mal pensado, cree que los parlamentarios protestaron no por conciencia social, sino porque creyeron que al ministro, como se dice en buen chileno, se le cayó el casete. ¡Quien lo manda a ir diciendo que la clase política, con sus altas rentas, no sabe que hay mucha pobreza en Chile! Si las cifras oficiales dicen otra cosa, el año 2019, el producto per cápita de los chilenos era de más de 21 mil dólares.
Para saber la realidad nacional, hay que salir de la burbuja que proporcionan los sueldos millonarios. Si el Ministro bajara de las grandes clínicas a los consultorios comunales, no se sorprendería al comprobar que hay gente que vive miserablemente.
Pero no nos aflijamos. Según la encuesta Casen, que mide las condiciones socioeconómicas de los hogares del país, el año 2017 había un 8,6 por ciento de pobreza por ingresos y un 2,3 por ciento de chilenos en pobreza extrema.
Con esas cifras, hasta se entiende la sorpresa del Ministro.