El continente antártico está experimentando profundas variaciones ambientales vinculadas al cambio climático, que impactan transversalmente a su ecosistema. Es cada vez más necesario mantener un monitoreo continuo para comprender cómo los distintos componentes de este ecosistema son capaces de responder y adaptarse.
Como parte de las investigaciones que impulsa el Instituto Antártico Chileno (INACH) se encuentra el seguimiento anual de poblaciones de aves marinas, específicamente pingüinos y petreles gigantes en punta Armonía, isla Nelson, en el archipiélago de las islas Shetland del Sur.
En este lugar viven colonias de pingüinos barbijo y papúa, que están enfrentando transformaciones en su hábitat ya sea por cambios meteorológicos asociados a temperatura del aire, aumento de precipitaciones en forma de lluvia, y también cambios oceanográficos en sus áreas de alimentación que repercuten en la disponibilidad de kril, su principal fuente de alimentación. Los petreles gigantes, por otro lado, han sido poco estudiados en la Antártica, pero por sus características de depredadores y carroñeros oportunistas, también pueden servir como herramientas para monitorear los cambios ambientales.
Un factor importante en la historia de vida de las aves marinas es el inicio del período de reproducción. En punta Armonía, habitualmente este comienza durante octubre y noviembre cuando los adultos, luego de pasar gran parte del invierno fuera de las colonias, regresan a los nidos para comenzar el cortejo y puesta de huevos. Luego de varias semanas de incubación, eclosión y crecimiento de los pichones en el final del verano, estos van al mar por primera vez.
Los cambios temporales en el inicio del período reproductivo pueden afectar el éxito reproductivo y la estabilidad poblacional de estas especies. Para los científicos es relevante identificar el inicio de la reproducción, pero en sitios remotos como punta Armonía, lograr acceder en el momento exacto es muy dificultoso. Para esto, se recurre a diferentes métodos que permiten monitorear de manera remota e identificar exactamente el día que los pingüinos comienzan a retornar a sus nidos.
La instalación de cámaras fotográficas (también conocidas como “cámaras trampa”) es una forma muy eficiente para realizar este monitoreo. Una vez instaladas permiten el registro fotográfico continuo, durante períodos de tiempo de difícil aproximación a las colonias. Particularmente en Antártica, las condiciones ambientales para el despliegue de instrumentos son desafiantes, donde muchas veces la corrosión, el frío extremo o el viento destruye el material. En el caso de las cámaras trampa, si bien están protegidas por materiales resistentes, requieren que su sujeción mediante trípodes sea robusta.
En este sentido resulta interesante la capacidad local en Punta Arenas de contar con proveedores que construyan estos dispositivos. Se trabajó con Carlos Carrasco, dueño de Soldaduras Carrasco Macías, con quien diseñamos un trípode de acuerdo a nuestras necesidades.
Parte del trabajo fue pensar en un diseño sólido, de materiales adecuados y, por supuesto, con un valor razonable. Tomamos parte de la experiencia con este tipo de trípodes instalados en la Patagonia para el monitoreo de glaciares y sumamos adaptaciones según nuestros equipamientos. De esta forma, llegamos a una estructura con “patas” móviles capaz de adaptarse a diferentes niveles de terreno, con soportes específicos diseñados para anclar tanto la cámara trampa como el panel solar, y en un formato relativamente compacto y transportable de 1,20 m de altura y aproximadamente veinte kilos.
Un total de diez trípodes con cámaras trampa fueron instalados en distintos puntos en torno a las colonias de punta Armonía y permitirán mantener el monitoreo continuo de estas poblaciones de aves marinas. Incluso, dada su robustez, estos dispositivos permitirán recolectar datos durante el invierno, un período donde habitualmente no se genera mucha información y se desconoce la dinámica poblacional de estas especies.