Amigos y amigas. Hemos cumplido con los ritos y tradiciones populares, que celebran un nuevo aniversario patrio. En cada rincón del país, se compartió con alegría, en familia, con los amigos y seres queridos. Un momento de solaz en medio de un año que ha sido difícil para todo Chile.
Se volvieron a ver las disputas en redes sociales, sobre la verdadera fecha de nuestra independencia. Se cuestiona, no sin razón, que celebremos la fecha de constitución de la Junta de gobierno de 1810, como el inicio de nuestra independencia. En ningún caso, podría interpretarse como un acto de independencia, la instalación de la Junta de gobierno el 18 de septiembre de 1810. Dicho evento, marca un hito en una incipiente organización política de la colonia de Chile. Sin embargo, la junta de gobierno, se enmarca dentro del movimiento, que se dio en toda la península ibérica, y en los dominios de ultramar, para defenderse del invasor francés. La primera de estas fue en Cádiz, expidiéndose a todos los dominios de la corona española, recomendaciones de obrar de manera semejante. El texto suscrito, en tales juntas, es explícito, y así lo consigna el acta de la Junta de Chile de 1810, que se conserva en bóveda del Archivo Nacional. Esta declara que se desea “conservar el dominio de estas tierras a su legítimo dueño y desgraciado monarca, señor don Fernando Séptimo”. Es probable que mas de alguno de los connotados vecinos de Santiago, convocados a este evento, albergaran ya, ideas de independencia, pero en esta ocasión no se hicieron visibles.
Por otra parte, el acta de la independencia en su texto original se encuentra desaparecido, presumiblemente destruido. Se conserva en el Archivo nacional, una copia del texto usado como proclamación de la independencia. Este texto aparece fechado en Santiago a 12 de febrero de 1818, sin embargo, hace mención al acta suscrita por el director Supremo don Bernardo O´Higgins, en el “Palacio directorial de Concepción, el 1 de enero de 1818”. Existe controversia sobre el lugar de la firma, ya que algunos sostienen que materialmente se habría producido la firma, en los morrillos de Perales, cerca de Talcahuano, el 1 de enero de 2018.
De cualquier modo, nuestra independencia se habría sellado formal y materialmente, en 1818, el 1 de enero, fecha de la firma del acta, o del 12 de febrero, fecha de su proclamación. Se estima que la fecha se optó por trasladarla a septiembre, por dos consideraciones. El propio texto del acta de independencia, señala: “La revolución del 18 de septiembre de 1810 fue el primer esfuerzo que hizo Chile para cumplir esos altos destinos a que lo llamaba el tiempo y la naturaleza; sus habitantes han probado desde entonces la energía y firmeza de su voluntad, arrostrando las vicisitudes de una guerra en que el Gobierno español ha querido hacer ver que su política con respecto a la América sobrevivirá al trastorno de todos los abusos.” En el texto los propios padres de la patria, le otorgan un carácter de revolución, a la constitución de la junta de 1810. Esto a su vez, admitiría interpretaciones, ya que se habría buscado fijar una línea de continuidad que le conferiría legitimidad, al esfuerzo de incipiente organización política. Asimismo, es dudosa esta interpretación, por la declarada lealtad y devoción al “legítimo dueño y desgraciado monarca Fernando séptimo”. Otra consideración, que pesó en la decisión de celebrar en septiembre, es que, en aquella naciente República de inicios del siglo XIX, la economía se sostenía fundamentalmente de la actividad agrícola. Chile era rural, y las actividades mas importantes, eran las de cosecha, que se efectúan precisamente en los meses de verano, Por tanto, con un espíritu práctico notable, se optó finalmente por celebrar en septiembre, permitiendo la continuidad sin interrupciones de las cosechas agrícolas.
Es hermoso, y muy ilustrativo, leer ese texto de la proclamación de la independencia de Chile, para recordar de donde venimos.
“…No permitiendo las actuales circunstancias de la guerra la convocación de un Congreso Nacional que sancione el voto público, hemos mandado abrir un Gran Registro en que todos los ciudadanos del Estado sufraguen por sí mismos, libre y espontáneamente, por la necesidad urgente de que el Gobierno declare en el día la independencia, o por la dilación o negativa.”
“ Y habiendo resultado que la universalidad de los ciudadanos está irrevocablemente decidida por la afirmativa de aquella proposición, hemos tenido a bien, en ejercicio del poder extraordinario con que para este caso particular nos han autorizado los pueblos, declarar solemnemente, a nombre de ellos, en presencia del Altísimo, y hacer saber a la gran confederación del género humano, que el territorio continental de Chile y sus islas adyacentes, forman de hecho y por derecho, un Estado libre, independiente y soberano, y quedan para siempre separados de la Monarquía de España, con plena aptitud de adoptar la forma de Gobierno que más convenga a sus intereses”.
La decisión de los padres de la patria, en orden a impulsar un proceso de independencia total y absoluta, a partir de una aparente concesión de la metrópoli, nos muestran la sabiduría y la intrepidez de quienes nos precedieron. Asimismo, ilumina nuestros pasos en la senda constituyente. Es una luz de esperanza que perfora las tinieblas de los siglos, y nos muestra como fuimos capaces de organizarnos y como volveremos a hacerlo. Es un camino de continuidad y cambio, que nos sitúa 200 años después, en condiciones de fortalecernos con miras al futuro.
Ernesto Sepúlveda Tornero