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FELIZ 5 DE OCTUBRE

Amigos y amigas, esta semana se cumplieron treinta y cinco años, desde el 5 de octubre de
1988, el día del plebiscito en que derrotamos a la dictadura civil-militar. Venció la opción NO, con un
53%, fue el principio del fin del régimen que oprimió a Chile durante 17 años. No deja de alarmar que
poco más del 40% de los electores estuvo por la opción SÍ, la que permitía al dictador permanecer en el
poder hasta 1997. Pese a que por primera vez se pudo decir en la televisión, la verdad sobre las
violaciones a los derechos humanos, sobre la persecución, crímenes y atrocidades de la dictadura,
hubo más de un cuarenta por ciento de chilenos y chilenas, que ignoraron esa información.
Cuando acabamos de conmemorar los cincuenta años, del golpe civil militar en Chile, adquiere
mayor valor, y se puede dimensionar mejor, el tamaño de la gesta del 5 de octubre de 1988. Tuvimos
la posibilidad de enfrentar la tiranía, “con un lápiz y un papel”, como decía Ricardo Lagos en la
inolvidable franja de propaganda del NO, pero no se llegó a esta opción, por arte de magia. Desde 1983
por todo el país, el pueblo se lanzó a las calles a protestar contra el régimen. En Punta Arenas, fue
quizás el evento que tuvo más connotación ese año, fue el “Punta arenazo”, donde cientos de
personas se reunieron en torno a la iglesia catedral, para gritar consignas en contra del dictador,
encontrándose el propio tirano Pinochet, a escasos metros, recibiendo honores de las tropas. Se llegó a
una salida pacífica, gracias al sacrificio de miles de jóvenes, estudiantes, trabajadores y pobladores,
quienes, con valentía y arrojo, enfrentaron la represión, por todo Chile. No fue fácil, fue un proceso
largo y doloroso. Se enfrentó una máquina de muerte y terror, con las manos limpias, con audacia más
que con medios o recursos. El himno del NO, se llamó “Chile la alegría ya viene”, y se hizo canción
popular, se hizo verso.
Aunque muchos de nosotros desconfiábamos del proceso del plebiscito, finalmente, nos
incorporamos masivamente a la campaña por elecciones libres, y a la campaña del NO. Se ha dicho y
repetido hasta el cansancio, que el dictador pretendió hasta último minuto, desconocer los resultados,
y hacer un auto golpe. Lo supimos esa misma noche, cuando el resultado se retardaba, y en Televisión
rellenaban con “El coyote y el correcaminos”, horas de horas de dibujos animados. De madrugada el
subsecretario del interior, Alberto Cardemil, finalmente entrega el resultado que da el triunfo al NO. En
el ínterin, los cuatro generales golpistas, se reunían para resolver el camino a seguir.
En la oposición se desarrolló un sistema de conteo rápido, con voluntarios en todo el país. Fui
uno de miles, que fue al escrutinio, registró los resultados y los envío, a un número telefónico
previamente señalado. Fue muy tenso todo, estaba por ese entonces en Quillota, con mi amigo
Checho, totalmente seguros del triunfo, nos habíamos apertrechado con una jaba de cervezas para
celebrar. Recuerdo despedirme de él de madrugada, y partir caminando a la casa de mis viejos. Por el
camino me encontré con unos focos que me alumbraban desde la altura, un vehículo se detuvo. Era
una tanqueta tripulada por militares con tenida de combate y la cara pintada de negro. Cualquier cosa
podía pasar en el Chile de ese entonces, pero yo con la audacia de mis jóvenes años, no les hice caso, y
seguí caminando nomás. Llegué sin novedad, y al día siguiente salimos a las calles a celebrar.

Con el correr de los años, se ha dicho mucho, que fue mentira, que la alegría no llegó a Chile.
Los años noventa fueron muy difíciles, la transición se extendió demasiadas décadas, nos tardamos
mucho tiempo en derribar los enclaves autoritarios, es cierto todo eso. Pero el 5 de octubre, sí que
fuimos felices, sí que se sintió una esperanza de un nuevo comienzo. Quienes combatimos la dictadura,
pudimos mirarnos y reconocernos, pudimos pensar en el futuro, sin el temor de caer, como tantos y
tantas que ofrendaron sus vidas. Que nadie diga lo contrario, cómo celebramos ese triunfo, fue
memorable. Cientos de miles sin ni un disturbio, sin ni un enfrentamiento.
El tiempo ha transcurrido, y en buena hora, los liderazgos políticos, han ido mutando, nuevas
generaciones protagonizan la disputa del poder, pero en un sistema democrático, con plena libertad y
respeto a los DDHH. La gesta protagonizada por quienes enfrentamos en las calles, y en las urnas a la
dictadura, ha legado un régimen de libertad, que permite el despliegue de toda la potencialidad, la
creatividad, la imaginación de nuevos liderazgos y de nuevas expresiones colectivas.
Sin embargo, pese al tiempo transcurrido, la lucha por mejores condiciones de vida, la lucha por
la dignidad de las grandes mayorías, sigue estando vigente. Se revalida hoy la urgencia, de la lucha por
los derechos esenciales, por las libertades. La democracia no puede darse por sentada, la amenaza de
hoy, no proviene de los cuarteles, proviene de grupos políticos organizados, en torno a ideas ultra
conservadoras, populistas y autoritarias. La responsabilidad de las nuevas generaciones, es
impostergable, no basta con la simple conquista del poder. En democracia no se puede imponer las
ideas o un proyecto político a raja tabla. Por muy justas o razonables sean estas ideas, no se pueden
inocular a la población. Se debe seguir el camino largo, de la persuasión, del convencimiento. Es un
camino lento también. Es un aprendizaje duro, pero es imprescindible. El gobierno progresista chileno,
ha dado pasos en el sentido correcto, la soberbia inicial, ha dado paso al inevitable pragmatismo, de un
gobierno con minoría parlamentaria. La lucha de las ideas está más activa que nunca, de la disputa por
la hegemonía en las fuerzas de izquierda y centro izquierda, dependerá la prolongación del proyecto
político transformador.
En los 35 años del triunfo del NO, se hace necesaria, una relectura honesta y libre de prejuicios,
de la gesta de reconstrucción democrática, el progresismo debe reivindicar la obra, de la alianza de
gobierno más exitosa de la historia republicana. ¿Se podía hacer más?, el progresismo en el actual
gobierno, puede responder. En la actual administración, se ha aprendido, o recordado, las
complejidades de gobernar sin mayoría parlamentaria. Se sabe que no basta ni con el voluntarismo, ni
con la retórica. Los problemas sociales y económicos de las grandes mayorías, son agudos, se requiere
expertise política, conocimiento y cercanía con los vecinos y vecinas. Se requiere más calle en las
poblaciones y menos Tik-Tok.
Ernesto Sepúlveda Tornero