Una reciente publicación en la prestigiosa revista científica Science of The Total Environment
demostró que el 60% del microplástico hallado en los fiordos patagónicos chilenos corresponde a
fibras de poliéster proveniente de actividades humanas, que estaría llegando a través de corrientes
oceánicas.
La investigación es encabezada por la Dra. Lara Marcus, investigadora de la Facultad de Medicina y
Ciencia de la Universidad San Sebastián (USS) de Puerto Montt y contó con la colaboración del
Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL) de la
Universidad Austral de Chile (UACh), la Universidad de Concepción (UdeC) y el Instituto de Fomento
Pesquero (IFOP).
Las muestras fueron extraídas en el marco de la campaña PROFAN del Centro IDEAL, que abarcó el
sistema de fiordos y canales adyacentes al Campo de Hielo Sur, desde el canal Mesier hasta la isla
Madre de Dios.
“Me añadí al grupo con el objetivo de investigar cuál era la abundancia, la ocurrencia y la
composición de la contaminación de microplásticos en los fiordos. Lo que hicimos fue tomar
muestras de agua superficial, de sedimentos de fondo marino hasta 500 metros, de playas y también
de zooplancton, porque queríamos ver si los microplásticos ya estaban dentro de la cadena trófica.
Entonces lo que hicimos fue analizar las larvas de las Munidas Gregaria, un crustáceo que sirve de
comida a las ballenas y que, por lo tanto, es una especie clave en estos ecosistemas patagónicos”,
explica.
La científica revela que se encontró microplástico en todas las matrices muestreadas. “Lo que nos
llamó la atención, por una parte, fue la abundancia que encontramos en las playas. Normalmente las
playas y el sedimento son ambientes que van acumulando plástico a lo largo del tiempo. Allí las
abundancias eran comparables a otras playas de altas latitudes del hemisferio norte donde hay
mucha más población, como el mar Báltico. Entonces esto sí que fue un poco alarmante”, afirma.
La académica añade que “el gran resultado de este estudio fue el tipo de polímero o microplástico
que encontramos porque si bien en la superficie hallamos microplásticos que podemos asociar a lo
que son, por ejemplo, envases, botellas de plástico y materiales de pesca, estos eran muy mínimos.
El gran tipo de microplástico que encontramos fue el poliéster. Y el poliéster se asocia al agua que
proviene de nuestras casas, sobre todo de nuestras lavadoras. Por lo tanto, lo que nos hizo pensar
esto, como allí no hay pueblos ni actividad humana, es que estos microplásticos provenían de afuera,
que ingresaban a través de las corrientes marinas”.
Futuras investigaciones
Entre las conclusiones de este estudio, la investigadora también destaca la presencia de
microplástico en el zooplancton. “Quiere decir que ya está en la cadena trófica y seguramente ya
impactando a la fauna” explica y agrega que “los plásticos tienen químicos altamente tóxicos y estos
tóxicos se desprenden de los plásticos y son absorbidos por los organismos y por nosotros. Esta es
otra línea de investigación que también estamos desarrollando y se está poniendo en auge a nivel
científico”.
Del mismo modo, la Dra. Lara Marcus da cuenta de nuevos estudios en el contexto de la crisis
climática. “Otro aspecto que detectamos como científicos es que si teníamos preocupación por los
microplásticos, ahora estamos viendo que hay contaminación, incluso aún más, derivada de los
nanoplásticos. Esto es aún mucho más pequeño que los microplásticos. Por ende, es mucho más
difícil de investigar porque es mucho más difícil aislar del agua y también de prevenir que lleguen al
mar o a cualquier ambiente. A nivel de política, gestión e investigación nos queda mucho por hacer”,
comenta.
“Este es un estudio pionero en el sistema marino de la Patagonia, dado que cuantifica la cantidad de
microplásticos y los descompone en sus distintos tamaños de partículas, su concentración y su
origen”, concluye el Dr. José Luis Iriarte, coautor del estudio e investigador del Centro IDEAL.
El estudio puede encontrarse en el siguiente link.