René fue un esforzado dirigente sindical, que pasó muchas pellejerías desde pequeño, trabajando en lo que viniera para salir adelante y que luego formó un hogar y siguió peleándole siempre a la vida, junto a su compañera, hijas e hijos.
Él era un garzón de mesón. Lo conocimos trabajando en el Bar El Rápido, en el centro de Santiago. De los mejores para ofertar y vender las empanadas de pino y queso, el caldo mayo y sandwichs.
Ganaba un sueldo bajo y sus ingresos mejoraban bastante con las propinas que generosamente le dejaban los clientes, porque era una persona que sabía hacer muy bien su trabajo y se hacía querer por quienes atendía.
Rene llegaba a trabajar a las 9.00 de la mañana, estaba de pie tras el mesón hasta las 16.00 y apenas si descansaba un poco cuando hacía colación.
Nunca se iba a su casa al terminar el turno había trabajo sindical que hacer. Fue presidente del sindicato en su lugar de trabajo, pero también dirigente del provincial gastronómico y apoyó con todas sus fuerzas el nacimiento de la CTGACH.
Nuestro querido compañero era un activista de primera. En los tiempos más duros de la dictadura tomaba boletines y cartillas sacadas a mimeógrafo y recorría los locales del centro de Santiago. Horas y horas caminando, conversando con trabajadoras y trabajadores, a todo el mundo le entregaba material informativo y se tomaba el tiempo para escuchar los problemas y dar las orientaciones iniciales.
No tengo muy buen discurso decía, así es que mando a la gente para la sede y ustedes los atienden ahí y les explican todo.
2.- Lo mejor para quienes estábamos en el departamento juvenil en esos años, se producía el día domingo. Don René nos citaba en el Mercado ahi en Mapocho y llegaba con un bolso donde traía un tarro de leche Nido de 1 kilo, lleno, llenito de monedas, sus propinas de la semana.
Compraba mercaderías, verduras y frutas para su hogar y a nosotros que siempre éramos 2 o 3 y andábamos con el hambre a flor de piel, nos invitaba a un mariscal caliente.
Como lo disfrutábamos, nos quedábamos dormidos a veces en la mesa del boliche hasta que él mismo nos despertaba, nos daba una fruta y se iba a su casa.
Siempre expresé mi molestia por el trato que se le daba, él nunca reclamó, era militante y cumplía sus tareas con anteojeras, por eso algunos abusaban de su buena voluntad y disposición.
No pudimos despedirlo, pero nunca lo olvidamos. Por eso nuestro Centro Recreacional lleva su nombre.
Rene Rosales Peña.