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En un 13 de marzo cuando la tierra rayaba surgió una sombra callada que al viento envió su mensaje ..» canta Gabino Palomares

 René fue un esforzado dirigente sindical, que pasó muchas pellejerías desde pequeño, trabajando en lo que viniera para salir adelante y que luego formó un hogar y siguió peleándole siempre a la vida, junto a su compañera, hijas e hijos.
Él era un garzón de mesón. Lo conocimos trabajando en el Bar El Rápido, en el centro de Santiago. De los mejores para ofertar y vender las empanadas de pino y queso, el caldo mayo y sandwichs.
Ganaba un sueldo bajo y sus ingresos mejoraban bastante con las propinas que generosamente le dejaban los clientes, porque era una persona que sabía hacer muy bien su trabajo y se hacía querer por quienes atendía.
Rene llegaba a trabajar a las 9.00 de la mañana, estaba de pie tras el mesón hasta las 16.00 y apenas si descansaba un poco cuando hacía colación.
Nunca se iba a su casa al terminar el turno había trabajo sindical que hacer. Fue presidente del sindicato en su lugar de trabajo, pero también dirigente del provincial gastronómico y apoyó con todas sus fuerzas el nacimiento de la CTGACH.
Nuestro querido compañero era un activista de primera. En los tiempos más duros de la dictadura tomaba boletines y cartillas sacadas a mimeógrafo y recorría los locales del centro de Santiago. Horas y horas caminando, conversando con trabajadoras y trabajadores, a todo el mundo le entregaba material informativo y se tomaba el tiempo para escuchar los problemas y dar las orientaciones iniciales.
No tengo muy buen discurso decía, así es que mando a la gente para la sede y ustedes los atienden ahí y les explican todo.

2.- Lo mejor para quienes estábamos en el departamento juvenil en esos años, se producía el día domingo. Don René nos citaba en el Mercado ahi en Mapocho y llegaba con un bolso donde traía un tarro de leche Nido de 1 kilo, lleno, llenito de monedas, sus propinas de la semana.
Compraba mercaderías, verduras y frutas para su hogar y a nosotros que siempre éramos 2 o 3 y andábamos con el hambre a flor de piel, nos invitaba a un mariscal caliente.
Como lo disfrutábamos, nos quedábamos dormidos a veces en la mesa del boliche hasta que él mismo nos despertaba, nos daba una fruta y se iba a su casa.
Siempre expresé mi molestia por el trato que se le daba, él nunca reclamó, era militante y cumplía sus tareas con anteojeras, por eso algunos abusaban de su buena voluntad y disposición.
No pudimos despedirlo, pero nunca lo olvidamos. Por eso nuestro Centro Recreacional lleva su nombre.
Rene Rosales Peña.