La primera semana del gobierno de la nueva administración, quedó marcada por la visita de la ministra del interior y otras autoridades a la región de la Araucanía. Se han escrito incontables páginas, sobre las causas de lo ocurrido. La mayoría se solaza, culpando a la propia ministra Siches, y a la inexperiencia de su equipo asesor. Lo cierto es que, el nuevo gobierno quiso dar una señal, enviando un equipo de seis ministros, a hacer los primeros acercamientos, a una zona que arrastra un conflicto centenario. Sí amigos y amigas, a cuatro días del inicio del mandato, en forma inédita desde el año 1990, se constituía en la Araucanía, una comisión integrada por la ministra del interior Izkia Siches, Maya Fernández, ministra de Defensa; Juan Carlos García, ministro de Obras Públicas; Begoña Yarza, ministra de Salud; Marco Antonio Ávila, ministro de Educación, y Jeannette Vega, ministra de Desarrollo Social. Si esta visita se hubiera gestado en otra administración, los medios estarían hablando, de “importante señal política”, “visita histórica”, “Espaldarazo del gobierno a la Araucanía”. Pero no ha sido así. El centro de todo, ha quedado fijado en la acción armada de un grupo reducido de desconocidos, que impidió el ingreso de la comitiva ministerial, a la comunidad de Temucuicui. Han aparecido expertos de todo tipo hablando, de la imprudencia de ir allí, pese a que la ministra iba acompañada por Marcelo Catrillanca, integrante de esa comunidad, y padre del fallecido comunero Camilo Catrillanca. La ministra del interior, es la segunda autoridad en importancia de la república, y como tal puede recorrer todo el territorio nacional. Existiendo en Chile pleno estado de derecho, resulta injustificable, que sujetos armados, realicen amenazas a la autoridad, coarten su libertad de desplazamiento, y pongan en riesgo vidas inocentes.
Pero hay que ser claros, esas acciones armadas, nada tienen que ver con los objetivos expresados, consistentemente por los distintos representantes del pueblo mapuche. En la zona visitada por las autoridades, existen más de 200 comunidades, todas encabezadas por una autoridad ancestral, de acuerdo a sus tradiciones. Ninguna de esas comunidades ha reivindicado la lucha armada, como vía para resolver el conflicto. Esto permite situar el problema en su adecuada dimensión. El dialogo sigue siendo el camino de entendimiento, y la violencia ejercida por individuos aislados, no va a detener la legítima acción del estado y sus representantes.
Como he recordado en otras columnas, el fallecido ex gobernador del estado de Nueva York, Mario Cuomo, un prestigioso político demócrata, electo tres veces en el cargo, acuñó la famosa frase: “Se hace campaña en poesía, pero se gobierna en prosa”. Se refería así al período en que un político debe hablarle al electorado, para convencerlo de la justicia de sus propuestas y al período posterior, cuando ya electo, debe esforzarse para responder la confianza depositada. Las múltiples tareas, los temas pendientes en todas las áreas, que hoy demandan la acción diligente y oportuna, del gabinete ministerial del presidente Boric, no deben arrastrar a un actuar precipitado. La planificación previa, el chequeo y contra chequeo de las actividades en terreno, y de las personas participantes, es una tarea de rutina en los equipos de avanzada. No debiera repetirse una situación como la que ocurrió, el martes 15. Aunque yo, defiendo absolutamente, la oportunidad de la visita, y el lugar de destino, no comparto para nada, que no se haya tomado todos los resguardos necesarios, para proteger la vida e integridad física de las autoridades y sus acompañantes civiles. En el hecho, existen responsabilidades individuales, y esas personas deben responder por ellas. Eso, amigos y amigas, es parte de la función de gobierno, ejercer las atribuciones que el ordenamiento jurídico, otorga a la autoridad respectiva. Si se cometieron actos que revisten el carácter de delitos, un funcionario (a) público (a), está obligado (a) a denunciarlos, para que se persiga a los eventuales responsables. No cabe aquí, hacer prevalecer simpatías personales, en democracia, la función ejecutiva se ejerce en representación del pueblo soberano mismo, por lo que nada ni nadie, puede legítimamente atentar contra ella.
Pese a ser víctima de un incidente, con violencia inusitada y empleo de armamento de grueso calibre, la ministra del interior, mantuvo en todo momento la dignidad del cargo que inviste. Con un aplomo y un coraje, que le envidiarían sus predecesores (todos hombres), no sólo no suspendió sus actividades, sino que se tomó el tiempo para explicar calmadamente, a los medios de comunicación lo que había sucedido. Lo que me reafirma más aún, que su nombramiento fue un gran acierto. Se ve a simple vista, que tiene la energía, la voluntad y las ganas de enfrentar las tareas más complejas, y hacerlo ahorita mismo. Eso deberá conjugarlo, con los rigores de una planificación profesional y acuciosa, de cada una de sus actividades. Todo el equipo de ministros debe sopesar lo que ocurrió, para en lo sucesivo, no dejar nada al azar, y escuchar a los profesionales especialistas.
No hay que desanimarse, las declaraciones altisonantes de esta semana, donde todos aprovechan de pegarle al gobierno, y a su ministra estrella, ya pasaran. Pero vendrán otros chascarros, y otras polémicas, en la función de gobierno, son inevitables. Pero, se puede estar preparado.
Estoy seguro, que esta experiencia, ha sido la mejor escuela, y que tanto la ministra Siches, como el resto del gabinete, adoptará las medidas correspondientes, para reducir los riesgos, y contar con alternativas y soluciones, incluso para lo menos probable.
Ernesto Sepúlveda Tornero