Hace un buen rato quería escribir de Pailita, Carlos Raín Pailacheo pero por inercia me sumé a la costumbre colectiva de reconocer solo al que llega al éxito.
Varias cosas nos dejó hace poco el inédito evento promovido por Pailita y su gente, donde los más optimistas, cifran en 12 mil almas los asistentes, quienes tuvieron que resistir el frío en el mal trecho parque María Behety para presenciar un show de nivel nacional; todo fiesta, todo abrazos, pero varias cosas hay que decir para aprender de todo esto.
Un tiempo atrás conocí a Pailita en una elección votando en la junta de vecinos de la Goleta Ancud, donde su mamá, Nancy Pailacheo, participaba como vocal de la entonces candidata Verónica Aguilar, llena de orgullo nos contó sobre el talento de su retoño, y sus ganas de surgir en la música. Pailita llegó a votar ese día, conversamos como se hace ahora… rapidito y cambiando números de Whattsap, me contó de sus proyectos y su inminente viaje a Santiago a buscar mejores rumbos, supe que el apoyo en Magallanes le había sido esquivo a pesar de que ya se movía con el profesionalismo de los grandes del género urbano.
En esa época tratamos de ponerlo en contacto con la prensa especializada local, pero una vez más el refrán “Nadie es profeta en su tierra” volvía a recordarnos que para algunos nada se les dá fácil, sobre todo a los que la pelean de abajo, fue hasta que apareció en “La Junta” con Julio Cesar Rodriguez cuando logró notoriedad nacional, y por supuesto regional.
Y desde esa tribuna, nos ha venido a enseñar algo que debemos valorar y aquilatar con fuerza para el futuro, en el momento más dulce de su carrera, donde muchos piensan primero en el dinero, él decidió entregar un show gratuito a la gente de Punta Arenas, en el barrio donde seguro jugó de niño con muchos amigos que quedaron en el camino atrapados por la droga o el alcohol, con un mensaje positivo de cariño incondicional a la familia, de trabajar fuerte, de no decaer y alejarse de todo lo que hace mal; lo hace desde el género urbano, que muchas veces cae en la simpleza de venerar la vida del maleante; lo hace porque el Pailita es contracultural, donde hoy miramos solo lo negativo de la juventud, el se alza en el éxito y nos demuestra que se le puede ganar a la falta de apoyo, a ser de zona extrema, a ser de origen humilde, al chaqueteo local, etc.
Sin cámaras lo vi motivando a los cabros que se han equivocado en la vida, ahora con todas las cámaras mantiene el mismo mensaje, el trabajo todo lo vence, siempre con humildad y siempre hacia adelante.
Cristian Ramos Valenzuela