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ECOS DEL ATENTADO EN ESTADOS UNIDOS

Cuando el mundo entero estaba pendiente de la condición del presidente Biden, en su deseo
de repostular a la Casa Blanca, sucedió lo impensable. Ni el analista más delirante, anticipó que un intento de magnicidio, dejaría al rojo vivo la campaña presidencial de Estados Unidos. Día tras día las columnas de opinión, e incluso las editoriales y portadas de los principales medios del planeta, discurrían sobre el momento en que el actual presidente, anunciaría su retiro de la competencia. Ni las entrevistas editadas, ni los discursos con tele promter (esa pantalla que permite leer los discursos mirando al público), pudieron despejar las numerosas dudas existentes, respecto a la capacidad actual de Joe Biden, para sostener una nueva campaña. Mayores dudas quedaron al presenciar nuevos episodios, de confusión de nombres y situaciones. De algún modo Biden y la indefinición de la campaña demócrata, sirvió de cortina de humo, para la escandalosa condición de delincuente condenado, del candidato republicano. Los titubeos, y la trémula figura de Biden, y sus múltiples chascarros, hicieron olvidar la condición de convicto de Donald Trump, quien se limitó a ironizar sobre las facultades de su rival. Por eso, que el atentado ocurrido ayer en el condado de Butler, en el estado de Pensilvania, ha puesto de cabeza al gran país del norte del continente. Las pesadillas más oscuras de la política estadounidense, se hicieron presente de nuevo. El presidente Biden declaró “Un intento
de asesinato es contrario a todo lo que defendemos como nación”. El atentado costó la vida a al jefe de Bomberos Corey Comperatore, que deja una viuda y dos hijas huérfanas. También fueron heridas de consideración otras dos personas. Contra lo que pudieran decir los teóricos de las conspiraciones,mel atentado en contra del ex presidente Trump, no deja dudas de su veracidad, pudiendo apreciarse en cámara lenta, el tiro que perforó su oreja derecha. El autor de los tiros fue identificado como Thomas Matthew Crooks, un hombre de 20 años sin antecedentes penales y residente en Bethel Park, Pensilvania, el cual fue abatido en el acto por el servicio secreto. En las últimas horas se ha informado,que el tirador era miembro del partido republicano, lo que siembra más interrogantes acerca de sus motivaciones.
Vale una elección presidencial. La fotografía del ex presidente Trump, siendo sacado del
escenario por agentes del servicio secreto, con su rostro ensangrentado, y saludando con el puño en alto, mientras detrás flamea la bandera de barras y estrellas, es el mejor poster de campaña que se pueda imaginar. Los estadounidenses conservadores son aficionados a la retórica guerrera, que apela al recurso del miedo, y que apela a la épica bélica. El lamentable, y absolutamente condenable atentado en contra del ex presidente Trump, tiene la potencialidad, de un volcán arrasando con cualquier vestigio de oposición. El tirador trató de matar al candidato republicano, y terminó virtualmente eliminando al candidato demócrata. Es abismante, la sensación de impotencia, y de indefensión, que transmite un hecho de esta magnitud. Si el ex presidente de la nación más poderosa del mundo, no está seguro, rodeado de agentes del servicio secreto, y todo un dispositivo de vigilancia, simplemente nadie lo está. Un ataque de esta naturaleza, es equivalente a un atentado terrorista, porque infunde temor e inseguridad en la población.
El presidente Biden, ha hecho un ferviente llamado a no transformar la política en un “campo de
batalla literal o, Dios no lo quiera, un campo de muerte literal”. Un llamado a acercarse entre los
ciudadanos, a salir del aislamiento para no seguir en la práctica de escucharse sólo entre los que se está de acuerdo. Un llamado a permanecer unidos y a prevalecer sobre la fuerza bruta, que aun cuando es una apelación a la ciudadanía estadounidense, resuena en todo el mundo. De muchos modos, lo que sucede en el gigante del norte, repercute en el mundo entero, y más allá de la posición política de cada quien, no es inocua la elección de USA.

Resta tiempo aún para conocer la decisión del partido demócrata, si mantiene el apoyo
declarado hasta ahora a la reelección del presidente Biden, o si, por el contrario, se decide apoyar otra candidatura. Esto se resolverá en la convención demócrata a efectuarse en el mes de agosto en Chicago, en esa oportunidad se reunirán cerca de cuatro mil delegados de todo el país. En la historia política de USA, se ha conocido antes de situaciones similares, en que un partido tuvo que resolver sobre el apoyo a un presidente en ejercicio. Por razones distintas a las que se invocan ahora, una álgida lucha se dio en el seno del mismo partido demócrata entre Bob Kennedy y Jimmy Carter, en el año 80´. En la ocasión se terminó por imponer el presidente Carter, quien fue reelecto. También sucedió en el partido republicano entre Gerald Ford y Ronald Reagan, en 1976, Reagan desafió al presidente Ford, pese a que estuvieron muy cerca en delegados, Reagan perdió por poco y luego se retiró. Sin embargo, las reglas actuales del partido demócrata hacen virtualmente imposible que los delegados que fueron electos conjuntamente con Joe Biden, y que le son leales, desistan de apoyarlo para la reelección. No obstante, siempre es posible, aunque improbable que el propio Joe Biden,
revise su decisión inicial, y desista de presentarse a la reelección.
Decisiones vitales para la estabilidad mundial, como la continuidad de la guerra en Ucrania, o el
cese de la masacre de Gaza, dependen del liderazgo de la Casa Blanca. Quedan serias dudas, si hoy mismo, se encuentra capacitado el presidente Biden, para tomar decisiones estratégicas de las que dependen las vidas de millones de personas. El escenario actual es de total incertidumbre, entre la indefinición demócrata, y el notable envión anímico y de popularidad, que ha recibido el ex presidente Trump, como sobreviviente de un intento de magnicidio.
Entre las alternativas más mencionadas para reemplazar a Joe Biden, como candidato demócrata, se menciona, como la más obvia, su compañera de fórmula, la actual vice presidenta
Kamala Harris. Ella compitió en las primarias del 2020 por la candidatura presidencial demócrata, hoy tiene 59 años, y si bien, ha sido un motor para captar el voto joven y de afroamericanos, en las mediciones, no logra superar a Trump. Aun así, como resulta natural, ha manifestado su respaldo a la reelección de Biden.
También se menciona como una de las principales cartas, al gobernador demócrata de
California, Gavin Newson, de 56 años, de gran popularidad, y un desempeño brillante en los medios, que a muchos hacen recordar a JFK. Sin embargo, es probable que sea alterativa para futuras elecciones, ya que, en estas condiciones, dispondría de escaso tiempo para recaudar fondos de campaña, o instalarse como figura nacional para vencer en las elecciones. También se menciona como presidenciable a la gobernadora de Michigan Gretchen Whitmer, durante su administración el Partido Demócrata obtuvo en el 2022, sendas victorias que le dieron el control del Congreso local y del gobierno estatal. Se ha hecho conocida a nivel nacional, por los ataques que le ha lanzado Trump por sus acciones progresistas.
Aunque Chile sea un país pequeño en el contexto global, las decisiones presidenciales en el
corazón del imperio de occidente, nos afectan, y no es inocuo ni para Chile ni el continente, como se resuelva esta disyuntiva.
Ernesto Sepúlveda Tornero