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«DESCOORDINACIÓN O NEOMACHISMO» por Eugenia Mancilla Macias

El último viernes de febrero se registró una conferencia de prensa en la Moneda, tras una cita del Presidente Piñera con miembros de los distintos poderes de Estado para abordar la crisis de violencia en La Araucanía. Todo normal hasta ahí. El Presidente habló con los medios de comunicación y, luego de él, hizo lo propio la senadora Adriana Muñoz, Presidenta del Senado. Sin embargo, de manera inusual, insólita e irrespetuosa, los participantes de la cita abandonaron el punto de prensa y dejaron a la Senadora Muñoz sola frente a las cámaras y micrófonos de Palacio. Este gesto de las autoridades de los otros poderes del Estado hacia la Senadora Muñoz, es francamente intolerable. “Represento a la segunda autoridad de la República. Siento que a la institución que represento, que es el Senado, se mira un poco por debajo del hombro y también a mí personalmente, por haber discrepado por la situación en La Araucanía y también por mi condición de mujer, porque no sé si a un presidente hombre del Senado le habrían hecho esta descortesía”, dijo la senadora. Posteriormente el ministro del Interior señalaría que se trató de una “descoordinación” y observancia a los protocolos, al disculparse. A pesar de los avances en equidad en la vida social, económica, laboral y cultural de país, la realidad chilena refleja que las mujeres definitivamente no gozan a plenitud de sus derechos en igualdad de condiciones. La situación vivida por la Senadora Muñoz no es casual. En una sociedad fuertemente masculinizada las mujeres que optan por una carrera política enfrentan diversos obstáculos que dificultan su entrada, permanencia y competencia en relación con sus pares hombres. Es evidente que una sociedad nunca será justa si las personas no se reconocen como iguales. Así nace el “neomachismo”, actores que en la teoría se manifiestan favorablemente a la igualdad de género pero que ocultan implícitamente la defensa de la hegemonía masculina. De esta manera y ante esta realidad, nacional y local, develar los distintos niveles en que operan las resistencias tiene importancia. No sólo para comprender su complejidad sino también para entender que su comportamiento es dinámico. La actividad política se enriquece con la presencia, opinión y acción de hombres y mujeres. Constituye una oportunidad para servir a los demás y las mujeres estamos llamadas a ser un aporte no una amenaza. Hoy la actividad pública requiere credibilidad, fortalecer las confianzas, pero también otorgar más humanidad a la tarea de servir y por ello necesitamos más mujeres dispuestas a asumir el desafío de representar mayorías y con ello terminar con las acciones misóginas. Así resulta fundamental que las mujeres entren en la competencia electoral y con ello rompan con las fuertes resistencias que deben enfrentar. Luego es tarea de todos y todas elegirlas. Así como también promover, defender y difundir los espacios ganados. Hoy fue la Presidenta del Senado, mañana será una diputada, una alcaldesa, una concejala o una dirigente social, será entonces un imperativo para todos y todas, defender con fuerza nuestro derecho a la expresión y el respeto inclaudicable al debido dialogo político como presupuesto fundamental de toda democracia.

Eugenia Mancilla Macias

Vanguardia Comunitaria