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DEBLACLE EN EL NORTE Y EN EL SUR

Esta semana el libre mercado recibió una grave estocada, el presidente de los Estados
Unidos, anunció una larga lista de países a los que se impone aranceles, para ingresar sus
productos a la nación del norte. Los beneficios de la economía de libre mercado, hicieron fuerte a los Estados Unidos, y le permitieron superar casi sin sobresaltos a las grandes potencias europeas a partir del siglo XX. Sólo durante la gran depresión, se adoptaron medidas económicas de selló
distinto, para salir de la crisis, recuperar los empleos y volver a crecer. Allí jugó un rol activo el
estado. En el resto del siglo, el mercado recupera su rol central en la economía, con regulaciones
mínimas, para el despliegue de la libre competencia en todo ámbito. Desde ese sitial de guardián
mundial de la economía de mercado, surgió en los ochenta el denominado “Consenso de
Washington”, un conjunto de recomendaciones que organismos como el FMI, el Banco Mundial o el departamento del Tesoro de USA, daban a los países emergentes. Reducir el aparato del estado,
eliminar regulaciones, reducir impuestos al capital, privatizar empresas estatales, sustituir servicios
públicos estatales entregando subsidios a la población vulnerable. Estas medidas, no son más que
una síntesis de las ideas que economistas de la escuela de Chicago, venían sugiriendo a los países
en desarrollo desde los años 70´. Chile y otros países de Latinoamérica adoptaron esta orientación,
durante la dictadura civil-militar. Nuestros conocidos “Chicago boys” bebieron de esa fuente del
saber económico, y quedaron fascinados. Fue la oportunidad de efectuar una verdadera contra
revolución, que borrara desde sus cimientos, la estructura estatal, que sostenía una especie de
desarrollismo incipiente. Y así lo hicieron. El modelo neoliberal implantado de ese modo, se ha
mantenido hasta el presente, incluso durante los 30 años de gobiernos democráticos posteriores.
Sólo reformas menores, a virtud, de la férrea defensa que ha hecho de éste, el sector político
conservador, y el gran empresariado.
Nuestro país goza de una economía abierta, los sucesivos gobiernos desde 1990, han
suscrito acuerdos de libre comercio, prácticamente con todas las potencias occidentales, y también
con el Asia-Pacífico. Una economía pequeña como la nuestra, que hasta hace poco producía solo
commodities, requiere para su expansión, de la existencia de un activo comercio exterior. Todo lo
anterior, ha sido puesto bajo un gran signo de interrogación, por las medidas adoptadas por el
gobierno del presidente Trump. El dogma neo liberal ha sido desechado, en la nación que acogió y
promovió con entusiasmo sus ideas. No fue Chile la tumba del neoliberalismo, ni fue el gobierno del presidente Boric, el que lo consiguió. Lo hizo un magnate, un especulador financiero, a la cabeza de la potencia más poderosa del planeta. De paso, los fervientes defensores del neoliberalismo en Chile, y que aplaudían a rabiar la elección de Donald Trump, hoy quedan en absoluto ridículo.
Quienes presumen de patriotas, ven como uno de sus iconos pop, fija aranceles del 10% a los
productos chilenos. Hasta la longaniza deberá pagarlos, por cierto.
Guardando las proporciones, para el sector conservador, el establecimiento de un añejo
proteccionismo económico en la cuna del libre mercado, es equivalente a la caída del muro y el fin
de la URSS, para la izquierda mundial. Lo sé, es una exageración, y un ejercicio de libertinaje
histórico, sólo hago el punto para graficar como quedan parados, quienes abrazaron entusiastas la
llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos. No sólo los conservadores
chilenos, políticos más conspicuos como la primera ministra italiana, aún no salen del schock. Aún
no se termina de analizar en el ámbito académico las múltiples implicancias de esta verdadera vuelta de tuerca en la economía mundial. Lo que está fuera de toda duda, es que son pésimas noticias para los países en vías de desarrollo, y con economías pequeñas como la nuestra. La única alternativa de Chile, es el libre comercio internacional. Carecemos de un mercado interno lo suficientemente fuerte como para solventar una industria local. Un intento de volver a “industrializar” Chile, como sueña cierta izquierda nostálgica, es un camino directo al fracaso. Con aranceles o sin ellos, la política de sustitución de importaciones fracasó, y no hay vuelta atrás.
Analistas internacionales ya anticipan efectos adversos, en la economía norteamericana. Los
anuncios realizados, van acompañados de una serie de eslóganes, sobre recuperar los empleos.
Que, volviendo las industrias a instalarse en USA, volverán los buenos salarios, seremos más ricos
de lo que jamás hemos soñado. Frases como esas, dan cuenta de un cierto negacionismo
económico, algo parecido al negacionismo en materia de vacunas y en materia de cambio climático.
Son afirmaciones carentes de fundamento, sin base empírica, sin datos que los respalden. Es una
especie de economía mágica. Que espera que los efectos deseados se produzcan, por el solo hecho de repetir unas frases pomposas. La realidad es que ya se ha anunciado una probable recesión en Estados Unidos, para este mismo año. Habrá aumento de precio en prácticamente toda la gama de productos que consumen a diario los hogares norteamericanos. Esto producirá un aumento considerable de la inflación, y la caída del tipo de cambio. De hecho, este viernes se comentaba de gestiones del presidente Trump ante el presidente de la FED, que es el equivalente al Banco Central, algo inaudito e inédito, presionar a la FED para intervenir el mercado cambiario.
Lo que sucede en el gran país del norte, debe hacernos reflexionar, las decisiones electorales
no son inocuas. Los efectos catastróficos para la economía, y para la vida de cada uno de nosotros y sus familias, de una mala decisión, son evitables. No estamos destinados a la destrucción inminente.
Aún podemos reaccionar, y tomar decisiones acertadas.
Sin embargo, necesitamos hoy más que nunca de una clase dirigente, preclara, idónea, que
nos brinde la seguridad de que haremos todo lo posible por sortear este vendaval. Y en Chile,
dilucidar eso no está fácil.
Así como cuando vamos de compras, y vemos decenas de artículos de similares características, y con nombres parecidos, y no sabemos por cual optar. Así le está sucediendo hoy día al ciudadano de a pie. Para muestra un botón, se acercan a 250 los ciudadanos independientes que han inscrito sus candidaturas presidenciales en el SERVEL. Estas personas pretenden reunir las 35 mil firmas necesarias para competir en las elecciones de noviembre. Como es fácil de presumir el 99% de los inscritos, son conocidos sólo en el ámbito de su respectiva familia. Este hecho singular, es un síntoma de que algo no hemos hecho bien, la norma debe modificarse, no puede ser que
nuestra democracia quede entregada al libre arbitrio individual.
Pero tampoco en el sector político tradicional, las cosas pintan mejor. En la oposición debieron
sufrir una derrota autoinflingida en la mesa de senado, donde con votos hasta del PC, fue
entronizado como presidente el locuaz Cote Ossandon, tras cartón quedó como vicepresidente
Ricardo Lagos Weber. Con la media vena, quedó quien pretendía la presidencia, con el apoyo de
toda la oposición, el senador Kast, don Felipe, quien no se guardó nada, en su disputa personal con Ossandon. Una muestra nada más, de que por más que lo intenten, no logra cuajar la necesaria unidad, para competir en noviembre. Hasta el momento doña Evelyn no tendría competidores para una primaria, privándola de la exposición mediática, la propaganda electoral y los debates televisados. Una visibilidad imprescindible si se aspira al 50% más uno.
En el otro rincón, las cosas han tomado un color preocupante. Como dirían por ahí “Se le oye
mala tos al gato”. Es que el episodio de la adquisición de bienes raíces pertenecientes a las familias
de los ex presidentes Aylwin y Allende, desató una tempestad con alcances imprevistos. Es de todos conocido, que una expresa disposición constitucional, impide a parlamentarios celebrar contratos con el estado. Según lo que ha revelado la prensa, numerosos y distintos abogados y abogadas, habrían tomado conocimiento del trámite de adquisición, el cual había avanzado hasta la firma de la escritura pública. El procedimiento incluso fue tomado razón por CGR. Por tratarse de norma constitucional expresa, en algún momento el trámite, se detuvo, y no llegó a perfeccionarse con la inscripción en el registro del conservador de bienes raíces. Si bien se habían girado vales vista, estos no fueron
retirados, por lo que no existió perjuicio fiscal en la frustrada adquisición ni tampoco enriquecimiento
ilícito por parte de la familia Allende. En el ínterin, la ex ministra Maya Fernández, (quien debió dejar
el cargo por esta causa), sorteó en el parlamento una acusación constitucional. Es muy probable que
nadie haya previsto, que el infausto episodio no concluía allí. Parlamentarios conservadores
recurrieron al TC, para que sancionara a la senadora Isabel Allende, por haber infringido la
constitución. En un debate propio de juristas, argumentos había tanto para sancionar como para
desestimar la acusación. Y aquí viene lo que nadie pensó que podía pasar, un TC constituido con
una mayoría de 6 a 4, favorables al progresismo, terminó cesando en el cargo a la senadora Isabel
Allende, por 8 votos a 2. Las dos integrantes designadas por el presidente Boric, cercanas al FA, y
dos integrantes vinculadas a la DC, se sumaron a los integrantes conservadores, y produjeron el
golpe más fuerte que recibirá el gobierno del presidente Boric en todo su mandato.
Las consecuencias de la decisión del TC, un tribunal político por esencia, dada su composición, aún no se logran avizorar en su integridad. El partido socialista, se ha declarado en reflexión, demostrando un rechazo absoluto a una decisión que estiman injusta, y un agravio a la
trayectoria intachable de la senadora Allende. Voces se alzaron pidiendo cortar relaciones con el FA, desechar una primaria conjunta con ese sector. Más también han surgido voces más ponderadas, como la de Camilo Escalona, llamando a la calma, a decidir con la cabeza fría, y a no olvidar el desafío de detener a las fuerzas de la regresión conservadora.
Con un panorama así, bombardeado mañana, tarde y noche, con noticias alarmantes, el vecino de a pie, no la tiene fácil de cara a noviembre. Por el bien de todos nosotros y nuestras familias, esperemos que las aguas se calmen, se aclare el panorama, y se alcen alternativas coherentes, sensatas y con visión de futuro.
Ernesto Sepúlveda Tornero