Este fin de semana, se realizó una nueva Teletón, la campaña de recolección de
fondos para financiar la fundación del mismo nombre. La obra de esta en la rehabilitación
de personas con algún grado de discapacidad es encomiable. Más allá a las críticas que
algunos políticos aventuraron en el pasado, la verdad es que la labor que esta institución
realiza no puede sustituirse por la oferta pública actual. En la región de Magallanes y de la
antártica chilena, tenemos nuestra propia institución dedicada a la rehabilitación, el Centro
de Rehabilitación Cruz del Sur, que cuenta con un centro de nivel internacional en Punta
Arenas. Sus instalaciones y equipamiento, en parte financiadas por la campaña de
recolección de fondos que cada año se realiza a fines de noviembre, y en parte por
aportes del Gobierno regional. La institución nació, cuando una decisión de la centralizada
Teletón, determinó que Magallanes no contaría con un centro propio, debiendo
desplazarse los pacientes al norte del país. La comunidad magallánica posee un marcado
espíritu regionalista, y rápidamente se organizó tras el objetivo de contar con nuestra
propia organización y nuestro propio centro de rehabilitación.
Ambas iniciativas, la de Teletón y la del Centro de Rehabilitación Cruz del Sur de
Magallanes, constituyen instancias muy apreciadas por la opinión pública, y si bien en el
transcurso de los años, el rating televisivo ha disminuido, continúa concitando gran
atención de los medios, que disponen toda una franja de avisaje comercial alusiva.
Asimismo, desde sus primeros años, la Teletón fue un imán no sólo para estrellas
nacientes del espectáculo, sino también para los políticos, de todo el espectro y color. Por
ahí se vio a la otrora patrulla juvenil del sector conservador, unos muy jóvenes Piñera,
Mathei y Allamand, cuando aún no ocurría el espionaje telefónico, ni aparecía en escena
la radio Kioto. Allí fue también la presidenta Bachelet, a encantar a todos con su simpatía.
Por allí apareció esta semana el presidente Boric, que incluso tuvo una performance con
la gabardina del cantante Emmanuel. Es tan amplio el apoyo a obras altruistas como la
Teletón o “Las Jornadas” de Magallanes, que todos quieren estar, o aparecer en ellas.
Siempre queda la duda, si la aparición de políticos, ayuda a la obra, o es al revés.
Pensemos lo mejor, y digamos, que instancias de solidaridad como estas, son
oportunidades únicas para hacer el bien, y es una rara ocasión, en que, hasta las
personas menos pensadas, quieren hacer algo bueno por otro. Y es tanto lo que Chile
necesita de ese espíritu, que necesitaríamos media docena de Teletones al año, y varias
Jornadas más en Magallanes, para sacarnos de encima, la nube negra que a ratos nos
hace ver todo oscuro, sin una luz de esperanza.
El contraste no puede ser más grande, entre el ambiente electoral, que vivimos la
semana pasada, con el ambiente que se vive en torno a la Teletón o a las Jornadas de
Magallanes. De ver candidaturas dedicadas sólo a despotricar y a enlodar a los demás, a
ver caras sonrientes, en medio de un ambiente distendido. De ver rostros deformados por
el rictus amargo de la derrota, a ver rostros relajados, en un ambiente donde no se
compite por un cargo.
Lo hemos dicho muchas veces en este espacio, la sociedad chilena está enferma,
las múltiples preocupaciones del diario vivir, mantienen a las personas en una angustia
que no se termina nunca. De ahí los altos consumos de alcohol, tabaco y toda clase de
otras drogas. Los fenómenos de fragmentación extrema, que suceden hoy en otros
países, no nos son ajenos. Sigue hoy día existiendo una desigualdad manifiesta en Chile.
No solamente expresada en las brechas salariales, que son insultantes, sino también en
el capital cultural. Existe un patrimonio de conocimientos y experiencias, que estamos
transmitiendo a nuestros hijos, que va a determinar las posibilidades de acceso a
oportunidades, de la próxima generación. Eso que debiera ser, nuestra preocupación
número uno, por cuanto se supone, que siempre haremos lo mejor por nuestros hijos, no
lo estamos haciendo. Dejamos a la competencia determinar las posibilidades de éxito.
Pero todos sabemos que la cancha no es pareja, y algunos inician la carrera unos metros
más adelante. El altruismo, la generosidad, que tan bien le hace a nuestro espíritu está
devaluado, la sociedad de consumo, promueve una conducta contrapuesta, tratar de
llegar siempre primero, no importa cómo se logre. Sacar ventaja de las debilidades de los
demás, explotar sus errores. Así como hemos visto que hacen algunas figuras de la
política, para poder derrotar a su oponente, sin tolerancia, sin compasión, sin temor a
hacer daño a los demás.
El espíritu solidario de la campaña de Teletón, y de las muy magallánicas
Jornadas por la rehabilitación, son muestras de que, bajo una gruesa capa de cinismo e
hipocresía, todos tenemos, cual más cual menos, una tendencia a la bondad, una
tendencia a hacer el bien, y a hacer lo correcto. Soy optimista, y de verdad espero, que
estas muestras de solidaridad, aunque se den bajos las luces y cámaras de TV, sean el
signo de que las figuras de gobierno y de oposición, realmente pondrán a Chile por
delante. Que los acuerdos necesarios para mejorar la vida de las personas, sea el norte
que marque la nueva tanda electoral que vivirán 12 regiones de Chile. Y que sean electos
los mejores hombres y mujeres, para hacer el trabajo, por el bien de nuestros hijos e hijas.
Ernesto Sepúlveda Tornero