Hoy, 8 de Marzo, en la mayoría de los países del mundo, se conmemora el Día Internacional de la Mujer.
Se recuerda a quienes fueran pioneras en la demanda por igualdad de derechos y oportunidades para la mujer.
Se organizan marchas, se escriben cientos de documentos, se toman miles de compromisos y al día siguiente todo vuelve a ser casi igual.
La desesperanza sigue rondando, los abusos son la respuesta del sistema a las demandas históricas.
Poco o nada cambia hasta el próximo 8 de marzo, fecha en que se vuelve a repetir el rito.
El camino está suficientemente trazado desde hace rato, el asunto es como echar a andar, que ya se irán haciendo durante la marcha las modificaciones que hagan falta.
Esa y no otra es la conclusión que debe primar. Acción y movilización permanente. Por lo mismo en esta nueva conmemoración del día internacional de la mujer hagámosnos cargo que la tarea empieza en nosotros, los que dirigimos.
Acercarse a la base es la obligación, educarlos en sus derechos es el primero de los pasos y esa educación debe ser personalizada, permanente, considerando la historia, los éxitos y los fracasos, a mujeres y hombres por igual.
Ese y no otro es el rol de los dirigentes.
De esta escuela, que nos heredaron nuestros líderes y que muchos ignoramos, nacerá la organización de nuevo tipo, esa en que las trabajadoras y los trabajadores serán quienes la llevan.
2.- Por eso compañeras y compañeros, dirigentes y trabajadores, más que reiterar invitaciones el llamado es a trabajar para convencer de la necesidad del cambio.
En la casa, en el barrio, en el sindicato.
A cada uno de los lugares donde concurramos arrojemos la semilla de la educación, la organización y la lucha. Pongamos todo nuestro esfuerzo para superar las barreras que el abuso y la explotación han ido construyendo en la conciencia de nuestro pueblo.
Es el mejor homenaje que podemos hacer a la mujer en su día internacional.