Los trabajadores se dan sus organizaciones y aunque inicialmente logran un trabajo conjunto, se van separando en función del objetivo final que se trazan.
Las primeras ideas que se desarrollan son las socialistas que comienzan proponiendo la búsqueda de la armonía para llegar a construir un mundo en que las desigualdades sean afrontadas y eliminadas con propuestas diversas, hasta llegar a sostener que esto de la explotación es algo que es inherente a la propiedad de las máquinas y herramientas, que solo puede terminar cuando los trabajadores tengan el poder y se termine con la propiedad.
Cuando mayoritariamente entienden que se debe terminar con la explotación y lo que la genera, surge otra división porque algunos sostienen que cuando se quite el poder a los dueños del capital debe haber un período en que los trabajadores controlen y orienten, para finalmente vivir en comunidad total sin amos ni servidores.
Otros plantean que se debe terminar con la propiedad sin intermedios y que debe primar la más absoluta libertad, para que el hombre construya la nueva sociedad.
Finalmente en este proceso de organización y toma de posiciones, a finales del siglo XIX hace su aparición la Encíclica Rerum Novarum en la cual la Iglesia Católica Apostólica Romana condena el abuso y la explotación, pero rechaza la confrontación entre explotadores y explotados y boga por una salida sin violencia, porque “todos los hombres son hijos de Dios”.
13.- Los trabajadores y las organizaciones que han construido, tienen claro el abuso y la explotación así como las causas que lo generan, pero no son capaces de concordar en un solo instrumento y toman caminos distintos en la lucha contra su enemigo común.
Esto permite que los Estados se reordenen, salgan de la incómoda situación en que los dejan las monumentales movilizaciones obreras, generen sus instrumentos y alianzas, dictan algunas leyes para aminorar, más no para terminar la explotación.