El sistema imperante ha envenenado el alma y la mente de los ciudadanos por mucho tiempo.
Consumismo, individualismo, miedo a la organización, falta de compromiso y de solidaridad, son producto de un sistema económico anti–humano, en el que solo logra sobrevivir aquel que asume una posición pasiva y no reivindica.
Los trabajadores no están ajenos a esta realidad y, lo que es más grave, han ido lentamente olvidando su historia.
Por eso cuando nos planteamos la protesta y la movilización social queremos dejar claro, desde nuestra realidad, que los trabajadores siguen siendo un actor importante, vital, en el proceso de cambio social.
Tienen la obligación de sobreponerse a las derrotas y construir un instrumento que les devuelva la confianza en su capacidad de incidir en la historia.
2.- Por lo mismo, la forma en que nuestras propuestas llegarán a los trabajadores será conversando directamente con ellos.
Hay que usar todo lo que esté a nuestro alcance para que la conversación sea fructífera y luego salir todos a “hacer organizacion”.
Los trabajadores quieren a su organización cuando logran constituirla. De lo que están hartos es del acomodo, del oportunismo, de la corrupción, de las mentiras.
No habrá cambios mientras no rompamos el molde que el sistema instaló.
La tarea es nuestra.