El proyecto de ley que busca limitar la reelección parlamentaria sigue siendo pospuesto por el Senado, generando fuertes críticas en la opinión pública.
Pero la opinión pública debiera entender a los parlamentarios y ponerse en sus zapatos.
Y es natural que se opongan a seguir disfrutando de un status que cualquiera se quisiera.
A quien no le gustaría tener una ocupación a la que se llega a trabajar después de las 10 de la mañana. En la que se trabaja solamente tres días a la semana. En la que además de tener un sueldo millonario, que con mucho sentido del humor llaman dieta, reciben un viático si es que van a trabajar. En la que les paga todos los gastos y les dan plata para contratar asesores. En que les pagan los celulares y les dan facilidades para comprar automóviles y cambiarlos todos los años.
Fíjese usted que la OCDE, que significa Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, reúne a los países más ricos, encabezados por Estados Unidos, Alemania, Japón, y como pariente pobre a Chile, y nuestro país tiene las dietas más altas de todos esos países.
Diga usted, con la mano en el corazón, si siendo así, no se opondría también a que lo despidieran cada ocho años y perdiera esos sueldos millonarios y todas las granjerías adjuntas.
Por eso es que los honorables chutean para adelante la posibilidad que les prohíban ser reelegidos o que les bajen los sueldos -dietas- millonarios.
Yo los entiendo, yo también me defendería con dientes y muelas.