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CHILENOS LANZARON 37 RADIOSONDAS PARA ESTUDIAR EVENTOS ATMOSFERICOS EN EL INVIERNO ANTARTICO

Álvaro Gómez y Benjamín Carrillo integran el Grupo de Investigación Antártica de la Universidad de Santiago de Chile (USACH) que lidera el Dr. Raúl Cordero y cuyo proyecto forma parte del Programa Nacional de Ciencia Antártica administrado por el Instituto Antártico Chileno (INACH). 

Los científicos estuvieron de marzo a octubre de este año en la base Profesor Julio Escudero del INACH en isla Rey Jorge para mantener operativa en invierno la plataforma de investigación TARP-02 (siglas en inglés para “Transportable Antarctic Research Platform”). Ésta cuenta con instrumentos que permiten monitorear los efectos extremos asociados a los ríos atmosféricos, entendidos como bandas estrechas que transportan vapor de agua desprendido desde latitudes bajas o tropicales y que causan intensas precipitaciones en la Antártica.

“Tuvimos varios desafíos; primero, la labor científica en terreno con instrumentos y manteniéndolos operativos es muy compleja. Pero luego de concluido nuestro trabajo después de siete meses, podemos decir orgullosos que se cumplió a cabalidad, logramos lanzar radiosondas en un período que los profesionales nos han dicho es muy extenso”, afirma Álvaro Gómez, tesista del magíster en Meteorología y Climatología de la Universidad de Chile. Explica que las radiosondas son dispositivos empleados en globos meteorológicos para medir parámetros atmosféricos y transmitirlos a un aparato receptor fijo.  

Benjamín Carrillo, tesista del magíster en Ciencias Antárticas mención Glaciología de la Universidad de Magallanes, agrega: “Lo más importante que realizamos fue el lanzamiento de radiosondas, que no sé si antes se hacía en invierno, pero esta vez fue por un tiempo más prolongado y ocurrieron muchos eventos de ríos atmosféricos que pudimos capturar, que fue lo más provechoso de nuestra labor”. 

Ciencia en invierno 

Este es el segundo año en que científicos asociados a instituciones nacionales efectúan su trabajo en el otoño e invierno polar. Previamente fue en el año 2022, cuando en la LVIII Expedición Científica Antártica (ECA 58) del INACH, participaron los investigadores Emilio Alarcón (Centro IDEAL) y Juan Manuel Carrera (USACH) quienes estuvieron midiendo las variables ambientales en el sistema marino costero en la bahía Fildes y manteniendo las mediciones atmosféricas y de radiación solar durante invierno, respectivamente. 

“En esta segunda ECA de invierno pudimos lanzar radiosondas desde mayo a septiembre. En total, fueron 37 lanzamientos de radiosondas. Es difícil hacerlo y que lo hayamos conseguido se considera un éxito, ya que los eventos que estamos midiendo están ligados al aumento de las precipitaciones o con viento fuerte, tormentas. A veces era difícil salir y que el globo aguantara, no se reventara o que saliera antes de tiempo, y lo logramos”, expresan ambos investigadores. 

Sobre esta experiencia de estar siete meses en el Continente Blanco, Gómez comenta: “Al principio yo quería ir a la Antártica por unas tres semanas, un mes, pero me ofrecieron esta oportunidad por cinco meses, que fueron siete meses finalmente; fue un desafío quedarse por tanto tiempo, pero es soñado. Si me hacen elegir de nuevo, la vuelvo a tomar. Fue una experiencia enriquecedora porque fueron varios desafíos que logramos superar”. 

Además, él destaca la calidad humana de la gente que se desempeña en el invierno antártico en la bahía Fildes: “Lo que más puedo rescatar de los siete meses que pasé, fue la comunidad que se forma allá, nunca había vivido tanto compañerismo y tanto apañe, la gente se unía. Si bien uno puede pensar que en la Antártica se está enfrentado a condiciones adversas, en verdad lo que menos pasa es molestia porque la gente es muy buena onda, hay muchas cosas que hacer. También el paisaje que uno experimenta es impagable y creo que han sido de los mejores siete meses que he tenido en mi vida”.

Mientras que Carrillo menciona: “Para mí fue un sueño cumplido viajar a la Antártica y por eso acepté las condiciones de quedarme por tanto tiempo. Mis expectativas fueron diferentes a lo que tenía presupuestado, pensaba que el trabajo era normal, como ir a la oficina, mantener los equipos, pero al final terminamos haciendo muchas cosas, lanzamientos de radiosondas que no estaban incluidos al principio, también recolectamos el agua lluvia cuando hubo un evento de lluvia como de 12 horas o más, y la verdad es que ganamos mucha experiencia y al final fue entretenido y los siete meses se me pasaron volando. Luego de esto, yo no quería regresar”. 

Lo que más rescata es “haber disfrutado de paisajes tan maravillosos todos los días, unas mañanas impresionantes. Concuerdo con mi compañero: lo mejor es la comunidad que se forma ahí, siempre había gente apoyando, mucho compañerismo. En lo que trabajamos nosotros es una labor entretenida, no era fastidioso de hacer y podíamos estar harto tiempo al aire libre, y la fauna que alcanzamos a conocer en verano antes de que migrara, fue preciosa”. 

Luego de vivida esta experiencia polar ambos regresaron a su rutina habitual para terminar sus respectivas tesis de magíster y proyectos de investigación. Pero esperan a futuro seguir aportando a la ciencia antártica desde sus respectivas áreas.