Las empresas, regularmente en todas sus estructuras de control y administración, tienen por costumbre no mostrar todas sus cartas.
Se exponen ante los trabajadores como dispuestos a desarrollar todas aquellas iniciativas y acciones que, en un marco de respeto y cumplimiento con las normas legales, puedan ayudar a una buena relación entre las partes. Durante algún tiempo incluso están hasta dispuestas a apoyar iniciativas de los trabajadores, principalmente en la parte deportiva.
Pero no se les vaya a ocurrir a los trabajadores comenzar a hablar de organización sindical o de pliego de peticiones, porque las cosas cambian diametralmente de color.
2.- El buen patrón o los buenos jefes, pasan a ser figuras con otra cara. Exigen más de lo que está pactado contractualmente, estableciendo al mismo tiempo un sistema de control y espionaje en una desesperada búsqueda de los instigadores.
En no pocas ocasiones, algunos trabajadores han cedido a la presión y entregan los nombres de los que promueven la organización.
Tal es la razón de porque nacen tan pocas organizaciones sindicales y siguen siendo bajos los procesos de negociación colectiva.
Por cierto que hay miedo, nadie desea quedarse sin las pocas monedas que le aseguran el sustento.
Por eso la principal tarea de los que buscan un cambio social, es explicar todas las veces que sea necesario, que sin organización no hay cambios.
Solo así se verá algo de luz al final del túnel.