«… Arauco tiene una pena más negra que su chamal, ya no son los españoles los que les hacen llorar, hoy son los propios chilenos los que les quitan su pan. Levántate Pailahuan . . . Violeta Parra
Han pasado 158 años desde que el general de ejército Cornelio Saavedra iniciará la llamada pacificación, y que fue una ocupación, de la Araucania y 137 años desde que dicha ocupación llegará a su fin encabezada por el coronel Gregorio Urrutia. No se trata por lo tanto de algo que haya brotado en el último tiempo y esté siendo utilizado por una u otra organización mapuche en contra de un gobierno en especial.
Lo sucedido hace un par de dias, con ocasión de las tomas y los violentos desalojos de algunas municipalidades, es un paso más dentro de la ofensiva del sistema de acabar con toda resistencia a su política de apropiación y exterminio.
Mataron estudiantes, jóvenes comuneros, ancianos, violentaron mujeres y niños mapuche y se sirvieron de todo el aparato del Estado para intentar mostrarlos como desadaptados que deben ser controlados.
No lo van a lograr.
Aquellos servidores del capital que gritan contra los mapuche, coludidos y protegidos por la policía, solo merecen nuestro desprecio igual que todo aquel que denigre o agreda de palabra o de hecho, a quienes solo demandan la restitución de lo que les fue arrebatado a punta de balas.
¿Cuánto conocen los chilenos de su propia historia?
Poco o nada, lo que posibilita que grandes y crueles asesinos, sean considerados como héroes y hasta se les levanten monumentos, cuando las únicas guerras que encabezaron fueron aquellas destinadas a masacrar a quienes, viviendo en el territorio, demandaban condiciones dignas de vida y de trabajo.
Por eso, y junto con condenar está nueva escalada contra el pueblo mapuche, hacemos un llamado a todos para contar la verdadera historia a nuestros hijos, analizar está lucha contra el opresor en cada sindicato organizado y promover una organización poderosa, con mística mapuche, para enfrentar como corresponde al capitalista prepotente.
3.- La educación es la llave más potente para abrir la puerta al conocimiento. Nunca será tarde para comenzar a ver las cosas como son y no como nos las han pintado.
El mapuche reclama lo que le pertenece y – tal como lo hacemos en una huelga cuando reclamamos lo que creemos justo – tiene el derecho, el deber, de recurrir a todas las formas de lucha para conseguirlo.
Tengámoslo definitivamente claro y expliquemoslo a nuestra familia y compañeros de trabajo.
Es lo menos que podemos hacer para solidarizar y apoyar de verdad esa lucha.