En el pasado reciente, hoy y a futuro, la movilización, la protesta, será el instrumento al que recurren los más castigados por el modelo para expresar su sentir y sus demandas.
No solo es un derecho la protesta social, sino una obligación de la hora presente. De este derecho debemos hacer partícipes a la enorme cantidad de compatriotas a quienes el modelo perjudica.
Y es esto lo que debe mover a reflexión a todos los que militamos en el movimiento popular. Como encontramos la forma en que debe desarrollarse la protesta popular para que sea vista por los millones de desmovilizados, como un instrumento real de acción que busca denunciar al sistema oprobioso que se ha impuesto, y no un espacio de destrucción sin sentido que solo atemoriza e inmoviliza.
2.- Dicho con franqueza, aquí y no en otra parte está la principal falla de lo que hasta ahora se ha venido haciendo.
No hay en nuestra historia reciente (post dictadura) grandes movilización que hayan puesto en jaque al sistema y lo hayan obligado a hacer concesiones, salvo lo vivido con el estallido social de octubre de 2019 que lamentablemente no llegó a buen puerto.
Las razones para esta afirmación – que aún a muchos molesta – sobran, pero hay una que se superpone a todas las demás.
No hemos logrado mucho en nuestra pelea contra el sistema, pues hemos carecido de unidad y de organización.
Gran tarea pendiente a la que debemos poner el hombro, a riesgo de seguir sufriendo reveses.