A María y Fernanda las separa más de medio siglo de vida, pero las une la sangre y las ganas de aprender, siempre, en un proceso que definen de “permanente”. Así lo hizo María Villegas que a los 81 años tuvo que replantearse la forma de venta para acceder a nuevos clientes a través del Mercado Campesino Online que promueve INDAP en la turística localidad de Puerto Natales.
En tanto, su nieta Fernanda Mayorga, 27, partió de cero en un crecimiento guiado por la propia abuela: “ella es un pilar, me ha enseñado mucho, sus consejos, sus retos (ríe), me siento orgullosa de todo lo que es capaz de hacer, anda como lechuga, es súper ágil”, dice.
Y así ocurre mientras a paso raudo, la abuela María muestra los siete invernaderos que tiene con riego por goteo, la sala de procesado, con muebles de acero, lava fondos y balanzas para el manejo inocuo de las hortalizas. Avanza firme como una hormiguita por senderos en el que cada espacio está totalmente aprovechado. Si no es una mata de grosella, asoma una plantación de papas al aire u otra siembra hasta llegar a un sector estratégico del predio en el que resalta un estanque de 10 mil litros de agua. Ahí se detiene, respira profundo y mira hacia su horizonte verde, construido durante toda una vida.
“Hoy, puedo abastecer siempre a mis plantas y hortalizas, ahora nunca les falta el agua. Todo lo he conseguido con proyectos y apoyos de INDAP. Todo está muy bien aprovechado por eso el Core tiene que aprobar el segundo convenio”, explica risueña, sin ahorrar orgullo y dejando en claro que los años no son obstáculos para aprender y mantener sus cosechas.
Tiene lechuga, frutilla, acelga, cilantro, pepino, huevos, entre otros productos. “Me costó al principio, el tema del celular, internet y todo eso… pero estoy contenta, pese a la pandemia estoy vendiendo todos mis productos y con lista de espera”, explica María.
Relevo necesario
En el huerto N° 62, Prolongación Rubén Darío, la orientación de los invernaderos hacen de cortaviento, una de esas pequeñas fortalezas de plástico y madera es de uso exclusivo de Fernanda, la nieta que produce sus propios alimentos y que asegura que la sabiduría de su abuela es la mejor herencia.
“Quería autosuficiencia y aprender a cultivar mis propios alimentos. Vi una oportunidad de aprender de ella y ayudarle. Al principio era solo autoconsumo, ahora ya vendo a los pequeños negocios. De niña siempre me gustó la tierra. Hay una conexión, amo la naturaleza”, cuenta Mayorga.
Piensa que la agricultura es una buena oportunidad para los jóvenes, para reencontrarse con la naturaleza y saber lo que se está comiendo. “Atrévanse como lo hice yo, al principio no sabía nada ni lo que era un gualato, pero todo se aprende. Al cultivar su propio alimento están ahorrando, es muy lindo trabajar la tierra. Estoy enfocada en la agricultura orgánica y utilizo abono natural”, recomienda.
Por su parte, Petar Bradasic, director regional de INDAP, precisa que el desarrollo rural no puede pensarse sin los jóvenes y su capacidad de innovación. Ahí está el presente y el futuro silvoagropecuario de Magallanes.
“La intención de INDAP es entusiasmar a las nuevas generaciones con la actividad agrícola, y romper los mitos que todavía encasillan a la ruralidad con una visión de gualato y aislamiento, por otra más moderna, conectada, tecnologizada y rentable”, explica.
Para avanzar, INDAP cuenta con oficinas de Área en Puerto Natales, Porvenir y Punta Arenas, además de un Programa de Desarrollo Local en la comuna de Cabo de Hornos. “Los jóvenes pueden encontrar información oportuna para cambiar y mejorar su calidad de vida. Y así, devolver la esperanza a un sector envejecido que anhela volver a soñar con la innovación de la juventud”, puntualiza Bradasic.