Sr. Presidente, Sebastián Piñera Echeñique, no estamos en guerra. No queremos estar guerra. Queremos dignidad. Dignidad personal y dignidad colectiva. Justicia social. Nada más y nada menos. Queremos las libertades que nos quitó el Estado de Emergencia. Queremos belleza. No queremos miedo, ni horror. No queremos recuentos de fallecidos, de heridos y detenidos, no queremos cifras de daños materiales, locales saqueados o incendiados. Queremos paz y respuestas políticas a problemas políticos.
Queremos solidaridad. Queremos educación y salud dignas. Que ambas sean públicas y de calidad, sin diferencia alguna para ricos o pobres. Queremos igualdad de oportunidades; si bien es normal que de acuerdo con diversos factores algunas personas tengan mejor ingreso que otras no es justo que la diferencia sea 10, 20, 30 o más veces superior al sueldo mínimo. Esa diferencia es obscena.
También queremos que las personas que saquean e incendian, dejen de hacerlo por dignidad, no por represión. Pero decirlo de esa forma parece tan iluso como como pedir clases de ética a saqueadores profesionales: empresarios, industriales, banqueros, políticos, curas, pastores, jueces, militares, carabineros, académicos y un largo etcétera con nombre y apellido, que traicionan la fe pública de manera desvergonzada. Eso también es grave Sr. Presidente. Muchísimo más grave porque saquean la confianza de las instituciones que representan e incendian el espíritu de la República.
Queremos que Chile crea en la verdad y mire con escepticismo esta guerra inventada; no es una cruzada, ni usted un noble caballero al rescate de los vulnerables y las capas medias. Sabemos que la sobreexplotación noticiosa es fruto del interés por adueñarse del pensamiento y la opinión ciudadana. Cabe recordar que su Gobierno representa sólo el 26% del electorado. La gran mayoría no votó por usted, ni por su adversario, el problema es más de fondo, pero no tenga la pretensión con ese nivel de representación, de arrastrar a todo un país a su guerra personal.
En vez de eso, queremos escuchar propuestas para acabar con las desigualdades y abusos existentes. Queremos planteamientos para una nueva Constitución Política. Queremos una señal de humildad y empatía con las demandas sociales: baje el sueldo de autoridades políticas y limite la reelección indefinida de los parlamentarios.
Queremos un sistema de impuestos desintegrado para que los que más tienen, aporten más al desarrollo de todos. Queremos que se rebaje el IVA. Queremos aportar a un sistema de seguridad social que asegure la dignidad de nuestros padres y abuelos. Queremos pensiones dignas ahora y no seguir condenando a la tercera edad a la pobreza. Queremos la nacionalización de los recursos como el agua, cobre y litio, que permitirían generar condiciones de dignidad a los chilenos en materias de salud, educación y vivienda. Queremos ver a la ciudadanía participar, opinar y proponer ideas para darnos un mejor destino, queremos verla manifestarse de forma pacífica como hasta ahora, y admirar la capacidad de organización y consciencia, como la de aquellos vecinos que limpian sus estaciones de metro destruidas.
La dignidad es poder. Y la dignidad es el horizonte que queremos alcanzar, con participación y decisión sobre los cambios sociales que necesitamos en Chile. ¡Viva Chile! ¡Vivan sus regiones! ¡Vivan sus pueblos! ¡Vivan los que quieren un presente y un futuro digno y en paz!