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ESCUCHAR EL MENSAJE por ERNESTO SEPULVEDA

Amigos y amigas.

La semana que pasó, se va a recordar por mucho tiempo. A instancias de la joven activista sueca Greta Thunberg, multitud de personas se lanzó a las calles en todo el mundo, exigiendo de los gobiernos mayor acción por el cambio climático.

Cálculos preliminares estiman en unas 7 millones de personas, que se unieron en una sola voz, en defensa del medio ambiente, y del futuro del planeta.

En varios países, se pudo apreciar respuestas iracundas de grandes empresarios, y también de algunos políticos. Se dijo de todo de la joven Greta, que era un títere en manos de unos padres inescrupulosos, que lucraban con esto. De que era un instrumento de quienes están en contra del desarrollo económico. Hasta se la insultó aludiendo a su estado de salud.

Disparar contra el mensajero, ha sido a lo largo de la historia el recurso de los poderosos, cuando no se tiene mas argumento que la fuerza. Se rechaza no sólo el contenido del mensaje, sino también a los remitentes.

No cabe duda, que estamos en un momento trascendente de nuestra historia. Información científica verificable, con datos recopilados de fuentes fiables, dan cuenta del aumento de la temperatura global. Se estima que a este ritmo de aumento, dispondríamos de 12 años aproximadamente, para lograr revertir este fenómeno. Si eso no ocurre, el aumento de la temperatura del planeta, agudizaría la  sequía, la intensidad de los huracanes, provocaría la inundación de grandes urbes costeras, e islas por todo el planeta.

Gracias al movimiento global de las personas por el cuidado del planeta. y a la gran cantidad de evidencia científica existente. Los gobiernos y las grandes corporaciones están adoptando acuerdos, para reducir la emisión de los gases de efecto invernadero. Fijando metas para llegar a ser “carbono neutrales” en 2040.

Amazon, Google y otros gigantes han asumido compromisos concretos y medibles. Desafiando a las grandes empresas, a asumir un compromiso activo con el cuidado del planeta. Desde el corazón del capitalismo, surgen voces que llaman a buscar maximizar as utilidades. Pero esta vez, con cuidado del medio ambiente, con el respeto de las comunidades y de sus trabajadores.

Si bien es cierto, las potencias industriales son las responsables del 80% de las emisiones de CO2, los países en vías de desarrollo y los países pobres por vivir en el mismo planeta, sufren los efectos del cambio climático. En estos países el cambio climático ya es una realidad que golpea fuerte. Sequías que se prolongan por décadas, provocan la muerte de animales de pastoreo, la desaparición de la agricultura a pequeña escala. Con la consiguiente destrucción de la vida rural, la migración forzosa de personas por razones del clima.

En Chile,  la ciudadanía poco a poco, va tomando consciencia de la gravedad de la situación. Estamos llegando a un punto, en que los temas instalados como tabú, en la larguísima transición a la democracia, empiezan a revisarse y a discutirse.  La propiedad del agua, es uno de ellos. Imágenes de grandes estanques de acopio, llenos de agua, para regar inmensas plantaciones de Palto. Cerros y cerros, antes cubiertos de espinos y cactáceas, ahora pintados de verde del monocultivo de exportación. A la inversa, los valles, antes verdes y florecientes. Ahora yermos, polvorientos, plagados de huesos de animales muertos en la sequedad.

Como en tantas otras cosas, en Chile nos acostumbramos durante 30 años a “comulgar con ruedas de carreta”. Los consensos de la transición, con los mandamases de la dictadura nos penan hasta ahora. Algo que en los países desarrollados, sería inaceptable, acá es indiscutible, propiedad privada sobre recursos naturales. El mercado sacrosanto, determinando hasta las miserables pensiones que se pagan a nuestros ancianos.

 Un botón de muestra de esta visión de la sociedad, que nos ha dominado y que a decidido hasta ahora nuestro destino. Las declaraciones del Pdte. De la asociación de AFP, refiriéndose a la demanda de una profesora jubilada. “Nos pueden meter el dedo en la boca, pero no pueden ponerse a jugar con as amígdalas también”.

Creo que esa frase, de una franqueza brutal, refleja precisamente la  condición en que hemos estado en Chile durante largos años. Inhibidos de siquiera poder discutir acerca del modelo de desarrollo que queremos. Con el veto moral de un gran empresariado impermeable a las críticas, y al cual se ha sorprendido una y ora vez, coludiéndose para subir los precios, haciendo triquiñuelas para evadir impuestos. Un sector refractario a toda reforma que redistribuya la riqueza, sea tributaria o laboral.

Somos un país en vías de desarrollo.

 El salto al mundo desarrollado se ha postergado una y otra vez. El gran dilema, y que debe resolverse en la discusión democrática, es el tipo de desarrollo que queremos tener. Ya no estamos para creer en el mito del crecimiento económico perpetuo. Eso a lo que Greta Thunberg llamó “los cuentos de hadas del crecimiento eterno”. En este esquema económico en el que estamos, exportando materias primas, explotando recursos naturales, sin incorporación de valor, con una inversión mínima en Investigación y Desarrollo, y con un sistema educacional deficiente. Cualquier aspiración de ser una sociedad desarrollada, nos tomará varias décadas.

El momento presente es de decisiones y de acciones. Ya nadie puede sustraerse. No se puede ser apolítico, o independiente, respecto de la amenaza global que pone en riesgo la propia existencia humana.

Los ciudadanos de los países pobres y en vías de desarrollo, tenemos derecho a exigir a nuestros gobernantes, que negocien condiciones ventajosas, para compensar el mayor daño que las potencias industriales ha hecho y hacen hoy día a nuestro planeta.

Se deben obtener adecuadas compensaciones económicas, para las economías pequeñas, que deberán hacer un esfuerzo mayor para descarbonizarse.

El cuidado del medio ambiente, debe ser  un compromiso de todos, pero debemos exigir sobre todo a los parlamentarios de regiones, defender los sectores productivos. Que las metas medio ambientales, se adopten con la gradualidad que se requiere, para cuidar las economías locales, y los empleos.

Amigos y amigas, soy Ernesto Sepúlveda, y espero que todos y todas podamos discutir el tipo de sociedad que queremos, sin temas tabú, ni vetos de los mas poderosos.

Punta Arenas, Lunes 30 de septiembre de 2019.-