Los dirigentes sindicales hacen grandes esfuerzos por crear conciencia de clase, difundir la dignificación y las ganas de luchar por sus derechos entre los trabajadores.
La mayoría están en sus lugares de trabajo entregando información y orientación y en algunos casos se han integrado a las directivas de organizaciones de nivel medio o mayor, desde donde no solo accionan por apoyar a sus compañeros de trabajo, sino también a toda la clase trabajadora.
Por ello se pagan costos que algunos están dispuestos a asumir.
Pudo pasar el tiempo más duro de la dictadura pero en caso alguno ha pasado la rabia y el resentimiento de los patrones y sus servidores hacia quienes hacen sindicalismo y buscan abrir los ojos de los abusados.
2.- No se trata solo de las listas negras, que existen, también hay denuncias de seguimientos, amenazas y se ha llegado incluso a intentos y concreción de asesinatos.
La muerte de Juan Pablo Jimenez, presidente del sindicato Nº 1 de la empresa eléctrica Azeta, cumplió ya 12 años desde que se produjera el 21 febrero 2013 y se ha insistido cuando se informa del caso – lo que no es una gran preocupación de los medios de comunicación – que todo está resuelto y que se trató de una bala loca que luego de ser disparada en cualquier lado, llegó a alojarse en la cabeza del sindicalista.
Su esposa, sus hijos, su familia, sus compañeros y todos quienes luchan por mejores condiciones para los trabajadores, no creen esa versión oficial y hasta hoy siguen buscando respuestas.
No podemos descansar hasta que estas inequidades terminen.