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CONGRESO FUTURO 2025: ¿QUÉ SOCIEDAD QUEREMOS SER?

Desde muy pequeño me gustó leer, los libros han sido amigos entrañables durante toda mi
vida, y he procurado transmitir mi amor por la lectura a mis hijos, también a amigos o amigas, a
quienes de tanto en tanto obsequió algún librito. Dentro de muchos ámbitos de la literatura, la que siempre me ha fascinado es aquella, mal llamada a mi juicio, de ciencia ficción. Autores que con su imaginación se anticiparon décadas o siglos, a los cambios tecnológicos, sociales o políticos que experimentaría la humanidad. Dentro de los que más me inspiraron está Julio Verne (1828-1905), este escritor, además de poeta y dramaturgo, anticipó en sus obras, avances tecnológicos o descubrimientos, que se darían más de medio siglo después. Así describió un artefacto volador, que hoy conocemos como helicóptero en una novela de 1886. Notable es su descripción de una nave espacial, en su libro “De la tierra a la luna”, de 1865. Algunos ven la anticipación del internet, en “Paris en el siglo XX”, publicado en 1864. Otro autor, que literalmente te vuela la cabeza, es ya entrado en el siglo XX, el gran Aldous Huxley (1894-1963). Su libro “Un mundo feliz”, publicado en 1932, anticipa lo que vivirá el mundo, en un estado totalitario, con control absoluto sobre la población. El uso de la tecnología para producir artificialmente seres vivos, que anticipa la fertilización in vitro. Pero también algo más inquietante, y que la ciencia hoy podría realizar. El diseño genético, para producir seres humanos de distintas categorías, diseñados para cumplir funciones específicas. En este mundo feliz de Huxley, la población vive sin pobreza, ni guerras, son saludables, en apariencia cuentan con todo para estar satisfechos. Tienen acceso a tecnologías de entretenimiento como cine en tres dimensiones, y comunicación móvil, a través del
“intercomunicador”. Pero la humanidad carece del valor más preciado, su libertad, hombres y
mujeres no son más que piezas en una eterna cadena, de control absoluto.
Y de todos los anteriores, mi autor predilecto, Ray Brabdury (1920-2012). Quizás una de sus
obras más conocidas es “Crónicas Marcianas”, publicada en 1950, donde narra la conquista y
civilización humana del planeta Marte. Su lectura deja primero perplejo, por la forma en que describe a la civilización marciana, con curiosa semejanza a nosotros mismos. Una obra anticipatoria, no sólo en cuanto a la posibilidad de llegar a ese planeta, con naves espaciales, sino también, en cuanto a la consciencia ecológica, algo desconocido, y aún no desarrollado en esa época. Bradbury, hace una crítica implícita, a la sociedad de consumo, a la visión de la mujer, y de la población afroamericana.
De algún modo, se encuentra en estas líneas de mediados del siglo XX, una advertencia a nuestra
sociedad y a la que está por venir, sobre los peligros que entraña la creencia en el progreso infinito, y la arrogancia subsecuente. Otro autor que me maravilló, es Isaac Asimov (1919-1992), creador de las llamadas tres leyes de la robótica, que se aplican hasta hoy día en todo dispositivo de esta naturaleza. Estas provienen de su relato “Círculo vicioso”, publicado en 1941. Estas son: Primera Ley, un robot no hará daño a un ser humano ni, por inacción, permitirá que un ser humano sufra daño. Segunda Ley, un robot debe cumplir las órdenes dadas por los seres humanos, a excepción de aquellas que entren en conflicto con la primera ley. Tercera Ley, un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la primera o con la segunda ley.
¿Cuánto de lo que describieron estos autores, ya ha sucedido?, nos admiramos día a día con
los nuevos productos tecnológicos que nos ofrece, en un eterno loop, el omnipresente mercado.
Pero hay mucho más que lo que se muestra a simple vista. Muchos niños y niñas, que crecieron con estas lecturas, y con curiosidad e inquietud por el saber, consagraron sus vidas al estudio y la
investigación, para responder las preguntas que nos surgen a nosotros, en nuestras casas. Es muy
notable y sorprendente, que, desde nuestro amado país, Chile, un remoto país del extremo sur del
mundo, se están buscando esas respuestas. Puede parecer de ciencia ficción, pero somos nosotros como sociedad, a través de nuestras instituciones democráticas, quienes hemos realizado los
mayores esfuerzos, por atraer y por promover el conocimiento. Al alcance de cualquiera, no sólo de los amantes de los libros, sino de toda persona con curiosidad o inquietud. Nuestra institución
republicana más tradicional, el Congreso de la república, viene organizando desde el año 2011, el
“CONGRESO FUTURO”. Es la mayor plataforma latinoamericana de divulgación y promoción de
ciencia y tecnología, organizado por el Senado de Chile y Fundación Encuentros del Futuro. Cuenta con la colaboración del Gobierno de Chile, el Ministerio de Ciencia, la Academia Chilena de Ciencias, las universidades, centros de investigación, embajadas, fundaciones, ONG. y empresas privadas y públicas. A nivel internacional es apoyado por entidades como: Nobel Prize Foundation, American Association for the Advancement of Science (AAAS), la revista Nature y la Universidad de Harvard, entre otras. Desde Chile hacia el mundo entero, el Congreso futuro, reúne cada año a cientos de hombres y mujeres, dedicados a la investigación de punta en las distintas áreas del saber, neurociencia, ingeniería espacial, cibernética, psicólogos, profesores, artistas.
En esta décimo cuarta versión del Congreso Futuro, se preguntó ¿Qué humanidad queremos
ser?, se realizaron charlas durante seis días con un despliegue de 122 expositores del mundo desde Magallanes a Arica. Temáticas como las distintas dimensiones del ser humano, el uso de Inteligencia Artificial en la educación, sus aplicaciones en el medio ambiente, la salud y la creatividad. Astrofísica, paleontología, física cuántica, y video juegos. En la obertura, se pudo admirar una creación artística que mezcló hologramas e inteligencia artificial, para producir una escena donde la inmortal creadora Violeta Parra canta a dúo con su nieta Javiera Parra. Quienes asistieron presencialmente al Centro de extensión del Instituto Nacional, en Santiago, pudieron participar en una feria inmersiva, experimentando intensas sensaciones con la inmersión en espacios de realidad virtual, producidos por empresas y universidades. Se realizó de forma inédita una cumbre de filósofos, que reunió a ocho de los pensadores más relevantes del mundo, quienes aproximaron algunas respuestas, que desde distintos ámbitos puede responder, a la pregunta que inspira esta versión de Congreso futuro ¿Qué Humanidad queremos ser? Decenas de miles de personas en Chile y en otras latitudes se conectaron a las transmisiones vía streaming, además de las más de cinco mil personas que asistieron presencialmente, tanto en regiones como en Santiago. El vicepresidente de la fundación Encuentros del futuro, el ex senador Guido Girardi, anunció que, en marzo de este año, se efectuará en Madrid, el Congreso jóvenes futuro y el primer Congreso futuro iberoamericano, lo que marca la senda hacia la internacionalización del evento. Asimismo, debido a la realidad demográfica de nuestro país, y de gran parte del mundo occidental, se anunció el Congreso Futuro para personas mayores. El propósito es aportar conocimiento, ciencia y datos, para la formulación de políticas públicas, que atiendan a la nueva realidad. Chile será un país de adultos mayores, hay que hacerse cargo de aspectos, como que las calles y veredas deben adaptarse para facilitar la movilidad.
Asimismo, generar una oferta de salud, de alimentación y de espacios de entretención adaptados a una población cuya esperanza de vida, se acercará paulatinamente a los cien años de edad.
En medio de la guerrilla sin fin de la pequeña política que vivimos cada día en Chile, poder
disfrutar de las charlas del Congreso Futuro, nos muestran los notables avances que se consiguen,
cuando nuestros políticos se ponen de acuerdo, pensando en el bien general. Hoy más que nunca
debemos sembrar en las mentes de nuestros niños y jóvenes, las semillas de la curiosidad, del
asombro, para el desarrollo de la imaginación, la creatividad, el pensamiento crítico. En las aulas o
en nuestros propios hogares, pueden estar formándose los futuros premios nobeles, que darán
respuesta a las antiguas preguntas, y formularán preguntas nuevas, que desafíen a las futuras
generaciones.
Ernesto Sepúlveda Tornero