Todas las ramas de las fuerzas armadas tienen aparatos de inteligencia. Probablemente se agrupan en una coordinación, comparten información, actúan de conjunto, como lo hicieron durante la dictadura.
¿Cuanta de aquella inteligencia está poniéndose a disposición del país para confrontar esta escalada delictual, que deja en claro que estamos ante grupos perfectamente organizados para atacar a la población como lo vienen haciendo, sin que aparentemente exista ningún plan policial que los pueda al menos neutralizar?
Los cientos de infiltrados en manifestaciones podrían estar perfectamente mezclados entre el lumpen, tomando nota de donde se acopian los productos de los robos y quienes son los receptores y distribuidores de droga.
2.- En cada barrio está muy claro quienes son los que llegaron de repente y transformaron casas en fortalezas.
Se sabe bien donde llegan autos de lujo, quienes los conducen, las horas en que llega la droga y las horas en que se vende.
Quienes son los soldados y cuales los jefes, que hojas se mueven y quienes lo hacen.
Un trabajo no muy acucioso de inteligencia entregaría a las policías decenas de caletas y seguramente cientos de delincuentes, nacionales y extranjeros, terminarían en la cárcel, provocando una desaceleración del crimen organizado.
No costaría mucho con inteligencia.
¿O será que es mejor estar como estamos para que nos acostumbremos a la idea que todo se puede resolver con represión y balas?
Vale la pena analizarlo.